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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Oficialismo sin oposición es democracia a medias

Viernes, 17 de mayo de 2024 01:50
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Los proyectos políticos que nacen de elecciones condicionadas por la realidad tienden a crear una expectativa inaudita en cada ciclo de gobierno. Aun cuando hay reelecciones, los proyectos políticos oxigenan gabinetes, enfoques y planes de gestión. Aun cuando esos cambios no son buscados en las urnas, siempre queda la idea de volver a comenzar con el poder popular de una elección. Esos momentos de fundación del mito político son importantes para demandar esfuerzos a base de una cierta paciencia para después refrendar rumbos en elecciones de medio término. Un sistema de tiempos y necesidades que plantean una esperanza inicial, un momento de reconfirmación y el tramo final de reelección.

Si cada etapa tiene un sentido claro con objetivos y logros tangibles, los oficialismos tienden a ser invencibles. El primer momento de una cierta flexibilidad popular hacia los errores de rumbo, es lo que hoy transita la Argentina con el primer gobierno ultraliberal de su historia. La apuesta de romper los sistemas de partidos tradicionales por una aventura hecha por los medios de comunicación y aprovechada después de las espantosas gestiones pasadas, puede aguantar una crisis tan profunda como la actual justamente porque representa la novedad. A la novedad se la espera.

Pero, al mismo tiempo, la novedad también planteó una agenda bastante clara desde un principio. El esfuerzo colectivo - sufrimiento dirían otros - existe porque la expectativa es magnífica: lograr en la espera lo que la acción política no logró en 20 años. No se puede entender la versión actual de expectativa que alcanza este gobierno sin antes tomar en cuenta de dónde viene el ideario político argentino. Los niveles de hartazgo a los interminables matutinos políticos vacíos donde cuenta quién grita más llegaron a un cauce natural en la elección de este proyecto político. Lo increíble de lo actual es la incapacidad del sector político tradicional de entender la dinámica profunda que transita la política argentina. No es que sea un cambio absolutamente novedoso, pero lo es cuando la oposición no existe, es cómplice o dirime sus intereses partidarios como si fuese parte del pedido institucional de personas que no comulgan con el partido gobernante.

El déficit más profundo en una democracia es no tener oposición que logre tres cosas fundamentales: control constitucional, garantías de las mejores ideas como gestión y presentar un proyecto de alternancia para su elección popular. Cuando los oficialismos fagocitan las alternativas políticas, la democracia se vuelve más insular y corre el riesgo de auto boicotearse a raíz de preferencias que no son como tal. Un grave error de la política como sistema sería ver al PRO convertirse en LLA a costa de vivir de esa expectativa que hoy alcanza niveles de aprobación por arriba del 50%. Lo mismo, pero peor quizás, sería ver al peronismo ser la piel de turno de la formación política que decide el Instituto Patria. Dicho de otra manera: la viabilidad de resolver nuestros problemas depende de la base de ideas que parten de fundamentos políticos sólidos y estudiados.

Sin partidos políticos, esto no es posible. Hoy en la Argentina, creo, no hay partidos políticos, pero sí proyectos personalísimos con marcas nacionales. Partir desde la base de las ideas que deberían explicar los caminos que conducen a esa visión de país. Hoy esa visión no parece estar en disputa más allá de las obviedades que nacen cuando se contrastan modelos económicos. ¿Y el modelo de país? Yo quisiera que me expliquen la Argentina del 2050, y como llegar ahí, porque Irlanda es una sola, y además, allí, llueve mucho.

En este sentido, cuando la oposición está ausente y el oficialismo absorbe toda la expectativa, los rumbos son más difíciles de cuestionar. Por supuesto que no faltan cuestionamientos en el Congreso y en reuniones partidarias, pero ninguno a nivel de proyecto político. ¿Qué significa esa alternancia a nivel de ideas y de expectativa? O ¿si fueran gobierno, que harían de diferente?

Lo más simple es la queja, frecuente, de quien dice saber mejor pero cuando llega el momento de entrar en detalles, no da una respuesta fundamentada. Tampoco hay autocrítica. Sin estos dos componentes clásicos de cualquier resurrección política, lo que seguramente suceda es la incongruencia de acompañar políticas oficialistas solo para estar dentro de la moda de turno.

No se le conoce al presidente un plan de crecimiento económico a base de la economía real. A la oposición tampoco. No se le conoce al presidente un plan para mitigar contra la crisis climática. A la oposición tampoco. No se le conoce al presidente un plan para bajar la inflación de verdad y sin recesión. A la oposición tampoco.

El énfasis en la oposición no es capricho. Es una necesidad para equilibrar el debate político que es justamente el mejor camino para imponer las mejores ideas a la gestión. Si no, es difícil pretender entusiasmar desde un proyecto político que no tiene ideas propias o no consigue convencer desde la superación.

En Salta

Párrafo aparte para analizar la situación en Salta. Desde que el Polo Obrero ganó las elecciones municipales hace ya más de una década, no se conoce proyecto de oposición a ningún gobierno provincial o municipal. La situación es tal que ni siquiera los lineamientos nacionales se respetan en la provincia. Para la nacional juntos y para la local separados, pero al poco tiempo, juntos.

Especular con las ideas es un riesgo, porque cuando una crisis como la actual impacta día a día, las transiciones de personajes políticos que suceden de manera tan fácil y sin consecuencia terminan por caducar, tal cual lo hizo Milei a nivel nacional.

Sería conveniente entender cuáles son los problemas de Salta que ve la oposición para configurar un proyecto superador. Las estrategias se quedan cortas si no hay un encuadre y diagnóstico que logre contrastar con la visión actual.

Por ejemplo: en el orden de desafíos en la provincia, ¿cobrar el acceso a la salud a extranjeros es el problema más importante? Si todo depende del dinero nacional, como nos venimos a enterar, ¿cuál es el plan para cortar esa dependencia a futuro?

Si la respuesta es la minería, ¿y cuando se acabe o los precios no la hagan competitiva? Estas preguntas son tan fundamentales como la necesidad de tener oposiciones inteligentes para dinamizar el sistema político. Tener monotonía sin superación es una o dos cosas: complicidad o un profundo fallo de entendimiento del rol de la política en Argentina y en Salta.

 

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