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El físico decimonónico Rudolf Clausius, quien no tuvo el gusto de vivir en la Argentina, acuñó el término entropía para definir la natural tendencia de un sistema termodinámico a perder el orden. A la búsqueda de porvenires, el presidente argentino ha viajado a estrecharse con gentes de otro siglo y billeteras ecuménicas hasta que Putin se puso el casco. Javier Milei se ha arrodillado ante la IA y la tribu más tech y evolutiva del grupo GAFA (Google, Apple, Microsoft, Amazon) que ahora puede sumarle la T de Elon Musk donde mejor le quede.
Entre los plácemes en Silicon Valley, pulgares likes all inclusive, el presidente trotaglobo ha dejado millas atrás esta nueva entropía, el default del GNC que llevaba días en el Interior y se volvió escándalo cuando pisó el AMBA, lo mismo que le pasó al gasoil que calculó mal Sergio Massa, quien después dijo que por eso perdió.
Hacía mucho que no crujía el sistema, porque el kaperonismo es más profesional y compraba barcos, no siempre a buen precio, alguna vez uno se le perdió a Roberto Dromi. Tan viejo como la privatización de Gas del Estado, aquella del diputrucho: las distribuidoras ven venir el meteoro y mensajean a fábricas y estaciones que se corta porque el país lo necesita. Al interrumpible y más lejos del AMBA primero y como esta vez a los contratos de suministro firme. Premisa: no dinamitar votos residenciales.
La gente es rencorosa y ahora hay memes del revolucionario secretario energético Eduardo Rodríguez Chirillo, quien llegó como tantos libertarios con ánimo de tirar del mantel y ahora parece quitar las migas que dejaron estos y otros comensales de la mesa nacional. Daniel Gerold, un consultor muy escuchado, ha dicho por estas horas que el gobierno está atrapado entre la inflación, precios, tarifas y subsidios. El pago con un bono de la deuda de CAMMESA es un buen ejemplo, pero no el único, de que reinventar el negocio y la política energética no será un pic nic.
Mientras Javier Milei invita a los XXL del punto cero a crear polos tecnológicos e inteligentes, su team ha descuidado los calendarios termodinámicos, ni ha comprado barcos ni ha enlazado gasoductos desde Neuquén, lo cual afecta a la economía y a los ciudadanos. La pobreza energética podría empeorar sin una transición justa, ha dicho esta semana Roberto Ardenghy, presidente del Instituto Brasilero del Petróleo, esto es algo que suena cada vez más, pero en clave de gran país emergente.
Entre las migas que el camarero Rodríguez Chirilo no puede barrer del tablón están los desajustes y las facturas cruzadas del pasado reciente que ya era bastante entrópico. Flavia Royón, que fue madrina del caño GNK y después estrella fugaz de Milei ha salido por X a decir que la reversión del Gasoducto del Norte quedó encaminada y que se ha retrasado en esta gestión. Hay que pasar el invierno y con cosas raras que se resisten a morir, como la zonificación del gas para zonas frías que alcanza a provincias no tan gélidas.
Bill Gates acaba de sostener en el CeraWeek donde fue mucho oil&gas argentino, que Houston debería ser la rampa de un nuevo mapamundi renovable y net zero. Y en Silicon Valley en el bye bye CO2 es una religión. Argentina ha venido acertando y errando en el desarrollo del gas, su matriz energética. Tiene por delante senderos bifurcados, un excelente escenario exportador con récords de petróleo y gas y estructuras de costos, quebranto fiscal y déficit de infraestructura para su mercado doméstico.
Esta semana se conoció un sondeo entre los empresarios de Silicon Valley: les molesta tanto la carbonización como la desigualdad y preferirían un impuesto a los ricos para nivelar y proteger el ambiente. No hay que comentar estas cosas en la base social libertaria, ya demasiado hay con la inflación y el dengue. Viva la entropía carajo.