La biografía de ilustres personajes resulta siempre de investigación y lectura placentera. Más aún cuando ellos resultan prácticamente desconocidos para el público en general. Y esencialmente cuando sus coordenadas de vida se entrecruzan con la región que habitamos.
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La biografía de ilustres personajes resulta siempre de investigación y lectura placentera. Más aún cuando ellos resultan prácticamente desconocidos para el público en general. Y esencialmente cuando sus coordenadas de vida se entrecruzan con la región que habitamos.
Es el caso del naturalista viajero español Enrique de Carlés (1861-1934). Se sabe que era catalán y que llegó al país en la década de 1880. Antes habría participado de una expedición geológica minera al Matto Grosso por encargo del gobierno de Portugal.
Al parecer y llegado a Buenos Aires comenzó una búsqueda apasionada de restos de los grandes mamíferos fósiles que poblaron las pampas. Por cuenta propia inició trabajos de recolección de fósiles en la provincia de Buenos Aires, recorriendo las barrancas del Río de La Plata, el Salado y sus afluentes, el Samborombón, el Luján y otros. Formó importantes colecciones que preparó él mismo. Mientras tanto ejercía la docencia en colegios |secundarios como el Nacional y el Inglés, donde además de enseñar se ocupaba de hacer colecciones de rocas y minerales.
Sus actividades llegaron a oídos del sabio alemán Germán Burmeister quién le ofreció el cargo de naturalista viajero del Museo Nacional de Historia Natural. Aparece así en los registros del Museo de 1884. Su primer destino fue Tarija, famosa desde los tiempos coloniales por sus yacimientos paleontológicos. Él mismo cuenta que pasó allí un año, desde mediados de 1886 a mediados de 1887, colectando huesos fósiles junto a su esposa. Reunió una importante colección con unas 30 especies de mamíferos que llevó a Buenos Aires y que le sirvió a Burmeister para publicar valiosos trabajos sobre mastodontes y caballos fósiles.
La Colección Botet
Los resultados de su viaje a Tarija y las interpretaciones geológicas y paleontológicas las dio a conocer De Carlés en 1888 en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino (Tomo IX, p. 35-40). En esos años el destino lo puso en contacto con José Rodrigo Botet (1842-1915), ingeniero español a cargo de la construcción del puerto de Campana.
En esas excavaciones salieron una gran cantidad de huesos fósiles que entusiasmaron a Botet que había amasado una importante fortuna. Enterado de que De Carles iba a vender la colección a Copenhague, Botet le compró toda la colección y junto a la exhumada en Campana la envió en un barco a España en 1889. Contrató a De Carlés para que vaya a Valencia, se instale en aquella ciudad y proceda a montar los esqueletos en el museo municipal con la ayuda del sabio español Juan Vilanova y Piera (1821-1893).
La colección fue expuesta públicamente recién en 1902, con motivo del IV Centenario de la Universidad de Valencia. Hoy la "Colección Botet" de mamíferos fósiles sudamericanos es una de las más importantes del mundo y forma parte del tesoro del Museo de Ciencias Naturales de Valencia.
Con Florentino Ameghino
Luego de esa estadía en España, De Carles debió regresar a la Argentina y reintegrarse al Museo de Ciencias Naturales donde el nuevo director era Florentino Ameghino, oficializado en su cargo el 19 de abril de 1902. Ameghino nombró a su gente de confianza entre ellos Roberto Dabbene (zoología), su hermano Carlos Ameghino (paleontología y geología), Juan Brethes (entomología), Luciano Hauman-Merck (botánica) Aníbal Cardoso (numismática), Santiago Pozzi (preparador) y sumó como joven naturalista viajero a Martín Doello Jurado. Este último tendría más tarde un rol crítico en la diáspora de naturalistas de 1930.
Los anales que publicaba el Museo alcanzaron un pico máximo en la era Ameghino y allí escribió varios de sus artículos Enrique de Carles en donde compartía nombre y marquesina con los grandes sabios de la época.
La década de 1910 fue muy intensa en estudios, hallazgos y publicaciones por parte de E. de Carles en distintas regiones del país y especialmente en el norte argentino. En 1910 descubre restos de dinosaurios a la derecha del río Uruguay, entre Colón y la meseta Artigas a los cuales clasificaron como Argyrosaurus. Hoy se sabe que es el húmero de un titanosaurio.
En 1910 explora las Guayquerías o Huayquerías del sur de Mendoza. Se trata de una región con típicos paisajes de "tierras malas" (Badlands) donde la erosión deja huaycos profundos y muy fértiles para la búsqueda de mamíferos fósiles.
En 1911 publica en los Anales del MNHN su trabajo "Ensayo geológico descriptivo de las Guayquerías al sur de Mendoza" (Tomo XXII, p. 77-96). En esos mismos años explora localidades a lo largo del río Paraná. En una perforación frente a la ciudad de Corrientes menciona la presencia de "ostras" marinas de la ingresión marina Paranense lo que autorizaba a señalar que dicha ingresión había ingresado mucho más al norte de lo que se pensaba previamente. Estudió las geodas ferruginosas asociadas además a grandes trozos de madera silicificada. A raíz de ello publicó el 1912 un artículo donde refrescaba las viejas observaciones del francés Alcides D'Orbigny y que tituló "Contribución al estudio de las geodas ferruginosas de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, etc.", en los Anales de MNHN (T. XXIII).
También en 1912 sale publicado su artículo de la "Relación acerca de los yacimientos fosilíferos de arroyo Frías y sedimentos de las barrancas del río Paraná al norte y sur de Santa Fe".
Pionero en Salta
El famoso arqueólogo sueco Eric Boman (1867-1924) refiere que fue de Carles quien exploró en 1912 el yacimiento arqueológico de Tinti en Rosario de Lerma (Salta). De Carles excavó unos 15 sepulcros y encontró numerosos esqueletos que se desintegraban en contacto con el aire, rescatando al menos un cráneo completo además de los objetos que los acompañaban. Boman publicó en 1916 un largo artículo sobre el tema de esas excavaciones de E. de Carles en el Valle de Lerma. El multifacético de Carles no solamente trabajó en paleontología y arqueología, sino que también estuvo involucrado en las primeras investigaciones sobre el petróleo del norte argentino.
Los estudios del conde Guido de Bonarelli tuvieron como antecedente las investigaciones de E. de Carlés quien fuera enviado por Florentino Ameghino en 1907, por entonces director del Museo de Historia Natural, a estudiar la formación petrolífera de Brackebusch en Aguaragüe y Tartagal (Carlés, 1911 y 1913). Sus primeros resultados se presentaron públicamente en una conferencia dada en la Sociedad Científica Argentina sobre la "Formación petrolífera de Salta y Jujuy" donde difundió el importante potencial petrolero del norte argentino.
En 1912 salió publicado su artículo titulado "Sobre algunos yacimientos petrolíferos en el Aguaray y Tartagal (Dpto. de Orán). Provincia de Salta" en los Anales de MNHN (T. XV, p. 257-267). Este es uno de los artículos pioneros sobre la geología y estratigrafía del sistema subandino. El trabajo va acompañado de un perfil geológico y estratigráfico que asombra por la cantidad de información contenida.
Lo curioso es que E. de Carles demuestra allí una gran solvencia técnica y un manejo impecable de las herramientas metodológicas con que se contaba en aquellos tiempos. En 1922 insiste con el tema y publica en la revista "Petróleo y Minas" un artículo al que titula "Estudio sobre algunos yacimientos petrolíferos, Departamento de Orán, Salta" (Revista N° 15, p. 12-15). Inscribe así su nombre en la historia del petróleo salteño entre los pioneros en realizar estudios técnicos específicos.
Fósiles de Uquía
En esos viajes de naturalista rentado por el Museo Nacional descubre el importante yacimiento paleontológico de Uquía en la Quebrada de Humahuaca en Jujuy. Dicho yacimiento es de gran valor porque allí se encuentran representadas capas sedimentarias que anteceden y preceden al gran intercambio faunístico que se dio entre América del Norte y América del Sur a fines del Terciario y comienzos del Cuaternario. Es el momento en que nuestros gliptodontes, toxodontes y perezosos migran al norte y desde allí se produce el ingreso de los camélidos, cérvidos, felinos, mastodontes y otros animales. Ello dio pie a que se llame a ese momento y edad mamífero-sudamericana, el Uquiense.
Grandes paleontólogos como Lucas Kraglievich y Alfredo Castellanos escribieron los primeros trabajos de clasificación de dichas faunas de mamíferos. Eduardo Tonni y José H. Laza son de los pocos estudiosos que han rescatado algún aspecto de la vida de E. de Carles. En 1924, De Carles participó de las excavaciones del meteorito El Toba.
Rodolfo Parodi Bustos (1903-2004), que lo conoció personalmente en la década de 1930, me contó que era un hombre profundamente ateo y estaba casado con una mujer piadosa, al igual que la hija de ambos. Ambas mujeres temían por el alma de Enrique y cuando estaba en sus últimos momentos tenían a un cura montando guardia para entrar a darle la extremaunción antes de que expirara. En eso estaban cuando vieron que agonizaba y rápido entró el sacerdote le puso un crucifijo en el pecho y empezó a rezar. Tamaña sorpresa se llevó cuando este abrió los ojos y horrorizado lanzó el crucifijo con sus últimas fuerzas y ahí sí expiró. Este es el extraño caso de un erudito catalán, que fungió como naturalista viajero rentado del gobierno nacional, amigo de sabios como Germán Burmeister y Florentino Ameghino, pionero de los estudios del petróleo salteño, paleontólogo, geólogo, arqueólogo y ateo recalcitrante.