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La designación del ministro de Defensa y las fobias que siguen

Martes, 02 de diciembre de 2025 02:01
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El pasado lunes me vi gratamente sorprendido con la designación del Teniente General Carlos Alberto Presti como ministro de Defensa de la Nación.

Hay oportunidades en las cuales la obviedad pareciera perder su identidad con la sola pretensión de ser negada. Pues bien, sin temor al equívoco, ésta es una de ellas. Como era de esperar, ante tamaña noticia, no tardaron en hacer su aparición ciertas voces retrógradas expresando su clara oposición a la designación antes citada.

Si consideramos que las Fuerzas Armadas tienen como función primordial la defensa del país, cualquier persona medianamente racional debe poder interpretar que un militar como ministro de Defensa es entonces la designación correcta y mejor aún, perfecta. Nada mejor que un militar de carrera para conducir dicho ministerio.

En nuestro país las personas que integraban la Junta Militar que en 1976 tomó el poder fueron juzgadas y condenadas. Punto. A partir de allí la Argentina comenzó a cerrar sus heridas y a transitar lentamente por un camino de paz.

Pero a principios del siglo XXI con la llegada del matrimonio Kirchner a la presidencia, el camino fue desandado y se naturalizó el odio como el artífice de un tiempo nuevo. Ese odio se extendió a la totalidad de las fuerzas militares como Institución, lo que fue y sigue siendo un hecho realmente grave, un error garrafal.

Hasta el más ignorante puede deducir que los culpables son las personas y nunca pueden serlo las instituciones. Pero la ignorancia, cuando va de la mano de la soberbia, no tiene cura.

Mientras tanto, aquí, en esta Argentina gobernada por entonces con pretensiones setentistas, las fuerzas armadas no fueron solo defenestradas, fueron demonizadas. Veinte años de un populismo de izquierda, de engañoso tinte peronista, bastaron para destruir la institución castrense. Esa es la mentalidad que aun subyace y que ahora toma fuerza con comentarios y expresiones sin sustento, inapropiadas y obsoletas.

"Hasta el más ignorante puede deducir que culpables son las personas y nunca pueden serlo las instituciones".

Creo que las fuerzas armadas han dado muestras de su identificación con la democracia a lo largo de estos cuarenta y dos años transcurridos y son más que merecedoras de un voto de confianza.

La persona que asumirá el cargo era en 1976 un niño de tan solo nueve años, lo que me exime de mayores comentarios sobre las consideraciones efectuadas en el sentido de su identificación con la Junta Militar de entonces.

Creo que como argentino el señor Carlos Alberto Presti, de profesión militar, de intachable conducta a lo largo de toda su carrera, tiene todo el derecho constitucional de jurar como Ministro de Defensa.

Razonemos juntos, porque el raciocinio pareciera ser una práctica cada vez menos frecuente entre los argentinos. Si un militar pudo llegar tres veces a la presidencia de la nación ¿por qué raro designio otro militar no puede ahora ser, tan solo ministro de Defensa?

La incongruencia está siempre presente en las actitudes de ciertos argentinos tratando de defender lo indefendible, o mejor aún, negar lo obvio.

En numerosos países de nuestra Latinoamérica y del mundo occidental y cristiano las fuerzas armadas son el orgullo del país y uno de sus mayores activos, siendo sus integrantes poseedores de altísima estima. Confío en que llegue el día en que Argentina sea uno de esos países también.

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