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15 de Diciembre,  Salta, Centro, Argentina
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Historia natural de las rocas y el secreto de nuestros vinos

Lunes, 15 de diciembre de 2025 01:12
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Aun cuando no las veamos, las rocas siempre están. Son universales y presentes.

Esenciales e invisibles a los ojos como diría un Saint Exupery.

Todo viene de las rocas. Son el fundamento, el cimiento de los continentes. Están en permanente formación y en permanente destrucción. Nacen, evolucionan y se destruyen para dar nuevas rocas. Y lo hacen desde el principio de los tiempos en un ciclo dinámico permanente. La cáscara rocosa vacía en el origen del planeta fue dando paso a una cobertura de océanos, atmósfera y vida.

Y siempre en el origen fue la roca.

Y si hilamos más fino los minerales y los elementos químicos. Las rocas están por todas partes, aunque no las veamos. Los suelos no son otra cosa que rocas descompuestas. Gravas, arenas, limos y arcillas, mezclados con materia orgánica, que sustentan la agricultura y la ganadería.

La anatomía de las montañas está compuesta por rocas. Rocas que clasificamos generalizadamente y según su origen de formación como ígneas, sedimentarias y metamórficas.

Las ígneas son aquellas formadas por el enfriamiento de magmas. Las sedimentarias por la acumulación de sedimentos que se terminan consolidando. Y las metamórficas por la presión y temperatura a que son sometidas otras rocas ígneas o sedimentarias.

Las rocas pueden tener edades muy diversas. Se conocen algunas que se remontan a los orígenes de la Tierra. Se las ha encontrado en los núcleos arcaicos de los viejos continentes, Australia, Canadá y América del Sur, entre ellos. Rocas de los últimos mil millones de años y de diversos orígenes son comunes en casi todos los continentes. Las rocas sedimentarias se pueden formar en ambientes marinos o continentales.

Las rocas sedimentarias que conforman el edificio andino en su mayoría se han originado en los fondos oceánicos. Las rocas paleozoicas de origen marino albergan depósitos metalíferos en la Puna y petróleo y gas en las Sierras Subandinas. Las montañas del norte argentino están inyectadas por viejos magmas de origen granítico que sobresalen en algunas de sus cumbres como el Chañi, Cachi y Chuscha. También hay intrusivos magmáticos más jóvenes como el Acay.

Las rocas albergan minerales económicos y estos son la piedra basal de la civilización moderna. Las rocas se destruyen para dar sedimentos y estos se acumulan lentamente en las cuencas receptoras a las que los transportan los ríos y los vientos.

El edificio andino como un producto orogénico no colisional en la interacción de las placas oceánica de Nazca y continental sudamericana está creciendo hacia arriba en la Puna, deformándose lateralmente en la Cordillera Oriental y Sierras Subandinas y hundiéndose en la llanura chaqueña.

Las regiones altas se erosionan, los ríos transportan y la llanura recepta y acumula los sedimentos arrancados al edificio andino. Esos sedimentos de la gran llanura chaco-paranense algún día se transformarán en rocas. Y esas rocas serán elevadas y erosionadas nuevamente siguiendo el ritmo de los tiempos geológicos. Las rocas se vuelven más jóvenes a medida que se avanza desde el borde de la Puna hasta alcanzar el Chaco. La ladera occidental del Valle Calchaquí alberga las rocas más antiguas, rocas ígneas y metamórficas formadas por esquistos, gneises y granitos; micáceas, cuarzosas y feldespáticas.

Hacia el este, los núcleos de las sierras son de rocas precámbricas, cámbricas y ordovícicas, pero aparece una cobertura de rocas cretácicas y terciarias que se va imponiendo lentamente hasta volverse dominante en las últimas serranías subandinas.

Los sedimentos, formados por la destrucción de las rocas, de acuerdo con el clima y el nivel del mar, van a sustentar pisos agroecológicos y diferentes cultivos. Según esto, los valles interandinos cordilleranos de Calchaquí, Lerma y Siancas (Cianca), sostienen diferencialmente de oeste a este, cultivos de viñedos, tabaco, caña de azúcar y soja. En el caso de los viñedos, la suma de los parámetros fisiográficos, tectónicos, climáticos, hídricos y geomorfológicos definen un "terroir". (*)

Pero más importante aún es el tiempo profundo, la sumatoria de eventos que llevó a la génesis del palimpsesto sobre el cual se extiende ese lienzo de suelo que alberga las vides y que dan la calidad de los vinos. Sobre estos aspectos se desarrolló la conferencia del autor en el cierre del encuentro "Jornadas Bodegas de Salta 2025: La Génesis del Vino", llevado a cabo en Cafayate (Salta), la primera semana de diciembre de 2025. Y es que el tema de los "terroir" se ha convertido en una rama de las geociencias aplicadas que recibe el nombre de "Geología del vino" y sobre la cual se organizan congresos y reuniones nacionales e internacionales.

Como el que se realizara en 2008 en la ciudad de San Salvador de Jujuy y que contara como moderador al reconocido catador y gourmet Miguel Brascó (1926-2014). El Dr. Víctor A. Ramos, prestigioso geólogo internacional, expuso en esa oportunidad sobre los "terroir" de Mendoza y San Juan, mientras que el suscripto hizo lo propio con los "terroir" de Salta y Jujuy. Desde entonces los viñedos y las bodegas de los Valles Calchaquíes y de la Quebrada de Humahuaca han crecido exponencialmente. Y también los estudios geológicos en ambas fosas tectónicas.

John Michael "Jake" Hancock (1928-2004) fue el autor del capítulo sobre la "Geología del vino" en la Enciclopedia Internacional de Geología (Selley y otros, 2005, 3.345 p., Elsevier). Hancock fue un especialista en el Cretácico y como tal estudió sus depósitos en Inglaterra y Francia. Ganó la medalla Lyell y debiera ser reconocido como el "Señor del Cretácico". Precisamente estudiando las secciones clásicas del Cretácico francés observó que muchos viñedos famosos como el Loira, Champagne y Burdeos, se encontraban sobre rocas cretácicas o eran adyacentes a ellas. Además, se trataba de las regiones donde se habían definido los pisos del Cretácico, por ejemplo, el Coniaciense, por Cognac, en Charente. Gracias a sus estudios sobre la geología de viñedos pudo saborear los mejores vinos franceses y se convirtió en un experto en el tema y en editor de la revista "Journal of Wine Research".

Estaba convencido de que el concepto de "terroir" francés no era científico. Lo interesante es que Hancock vino hace algunas décadas a Salta a estudiar los suelos con viñedos de Cafayate. Observó que se trataba de arenas limosas ricas en mica blanca y apuntó: "…un suelo fiable para las vides: porosidad media con una permeabilidad relativamente alta, que retiene el agua para las raíces, pero permite que se drene antes de que se pierda todo el oxígeno disuelto. Va a necesitar algo de nitrógeno para un crecimiento óptimo. La muscovita, aunque no es una fuente directa de potasio en sí misma, probablemente indica que hay potasio suficiente procedente de la muscovita y la illita meteorizadas".

La abundante presencia de mica está relacionada directamente a la meteorización y erosión de las rocas ígneas y metamórficas de la pared occidental del Valle Calchaquí.

El vino, la roca y sus circunstancias

Otro geólogo dedicado a escribir sobre la relación de los vinos y la geología es Mario Wannier quien se especializó en los viñedos suizos. Wannier es un enamorado de Salta y ha visitado la provincia desde la década de 1970. Se interesó especialmente en el Valle Calchaquí donde esperaba radicarse con su esposa Clemencia luego de su jubilación como geólogo petrolero internacional. Un problema de salud lo mantiene alejado en Suiza. De sus estudios rescato esta frase: "La mineralogía de los suelos se refleja a veces con fuerza en los vinos, especialmente en los Alpes". Wannier formó parte de un grupo de 40 geólogos, especialistas en vino y viticultores suizos que trabajaron en un volumen de 650 páginas, a todo color, disponible en francés y alemán con el título "Roche et Vin" y "Stein und Wein".

El hecho de que las vides crezcan en rocas de todas las edades y tipos puede sugerir superficialmente que la geología no tiene ningún papel que desempeñar en la viticultura. Nada más lejos de la realidad. La interacción entre la geología y el clima determina el paisaje en el que se encuentra un viñedo y el suelo en el que crece. Sin olvidar otras variables significativas como el clima, las condiciones de la cosecha, el verano adecuado, los trabajadores del campo (la poda es un arte), las plantas, la experiencia del viticultor, la mezcla, el envejecimiento, la biota del suelo, entre otros parámetros que contribuyen a elaborar un gran vino. Todos estos conceptos los intercambiamos con el ingeniero Andrés Höy en su bodega "Burbujas de Altura" que tuve el gusto de visitar. Un colega decía que la geología del sustrato y el suelo son claramente importantes, pero que él prefería simplemente "¡disfrutar del acto de beber y contemplar los beneficios del primer milagro de Cristo! Los enólogos son capaces de captar sutiles diferencias organolépticas entre vinos procedentes de distintos suelos y roca madre. Y es que al final del día también un vino es la roca y sus circunstancias.

(*) En francés, el conjunto único de factores de un lugar específico que influyen en las características del vino, dándole "personalidad"

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