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"La vida sigue". Bajo ese título han existido libres pensadores que han sabido llevar historias al cine (1969 y 2024), no quedando exento tampoco de tratarse en una novela brasileña y un thriller español. Esa vida a la que aludimos, la nuestra, la de todos y de cada uno, cada día nos demuestra la continuidad de los hechos.
Lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, la risa y el llanto. Y a esto podemos agregar muchas más expresiones de idéntica índole. Esa traspolación o esos contrastes, si así lo queremos llamar, es el cada día de nuestras vidas, teniendo a nuestro alcance ejemplos por doquier. El viernes 7 se registraron situaciones muy expresivas y demostrativas.
Durante esa madrugada cayeron más de 350 mm de agua. El azote de ese trágico temporal le ha significado fuertes inundaciones en la ciudad, decenas de víctimas fatales y desaparecidos… Una verdadera tragedia. Mientras tanto, en el porteño Campo Argentino de Polo, miles de jóvenes y no tan jóvenes bailaban llenos de alegría en la presentación de Shakira. Dos caras de una misma moneda, la expresión de la vida misma. Dos tipos de vivencias, enfrentadas entre sí, pero lógicas, naturales. Nuestra vida es así, oscila bajo esos parámetros.
Debemos ser conscientes de los cambios y los contrastes, y tomar así la vida, asumiendo las realidades de cada momento.
También deberemos considerar que hay hechos que podemos manejar y otros en los cuales nuestras decisiones no podrán alterarlo en absoluto. A lo largo de nuestra vida siempre será el equilibrio el que a la postre nos brindará la satisfacción necesaria y esperada. Los sueños seguirán siendo sueños, muchas veces haciéndose realidad y otras permanecerán siendo sueños esperando un mejor momento para su realización, de lo que ciertamente, no estaremos seguros de que ocurra. Más allá de todo, es inmenso el valor de la vida, y es lo que justifica plenamente nuestra existencia.