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"Realpolitik" e "Idealpolitik" son conceptos antónimos en ciencias políticas. Refieren a dos entendimientos de la moral distintos, sin perder de vista el rol ordenador esencial que tiene este concepto en la vida pública.
Uno es "moral de situación", aplicada al acontecimiento; el otro, una "moral general", del orden más abstracto de lo que hay que hacer.
El ejercicio del poder es realpolitik por excelencia. El rol del control democrático, ejercido especialmente por la oposición, es de advertir límites desde una postura ma s cercana a la idealpolitik. Esta histórica tensión se tradujo generosamente en la política criolla como "teorema de Baglini", y es fundamental para analizar y entender las medidas de gobierno más controversiales.
Es el caso de la flexibilización para el uso de dólares de los argentinos fuera del sistema. Hay un problema endémico de la economía argentina: la falta de confianza en las políticas públicas, que se traduce en ahorro en moneda extranjera y sin declarar. Para tomar dimensión, estamos hablando de una cifra de alrededor de 270 mil millones de dólares; la deuda externa del país.
La respuesta fácil es que la confianza se construye con estabilidad; no es algo que se logre de un día para el otro. Pero un gobierno y las urgencias de un país en decadencia añeja no tienen ese tiempo. El acorte de siempre, de todos los gobiernos, han sido las moratorias y perdones impositivos, que traen dos problemas ínsitos: la injusticia respecto de quien siempre pago sus impuestos y los riesgos asociados con el lavado de dinero.
El gobierno de turno esta proponiendo un giro que seri a más agresivo que el blanqueo que ya implemento con éxito. Serían medidas que apuntarían al uso de cifras no tan materiales para dinamizar la economía sin emisión. Desde la moral, que se expresa en la norma jurídica, es fundamental explicar las razones y hacerlo bien.
Poder
Como varias acciones anteriores, es parte de un ejercicio del poder que esta rompiendo moldes, que replantea el marco en el que tenía lugar la discusión política, incomodando a muchos y sacudiendo esquemas. Pura realpolitik, bien renacentista, al mejor estilo de Maquiavelo clásico. Esa agresividad, sin embargo, puede perder eficacia, quedarse en la mera retórica, sin un adecuado marco jurídico.
Es fácil: mal fundada, una medida puede ser motivo de discusión jurídica que la debilite y que se traduzca en cuestionamientos judiciales que la inmovilicen. Realpolitik es también prever esta situación, y evitarla. Las voces que se opongan desde la idealpolitik tienen los argumentos ya señalados de la injusticia y el lavado. Salir de esa encrucijada discursiva es la clave, y se lo puede hacer de la mano de la cláusula del progreso de la Constitución Nacional, asegurando que no se descuidan esos dos puntos: las soluciones son conocidas; tiene que haber una penalidad y deben existir controles mínimos para evitar sanciones del GAFI.
Sería bueno ver la vida política argentina entrar en una fase más arquitectónica y menos agonal. No es tan solo una elegía de un liberalismo tolerante. Es una mirada de realpolitik superadora. Maquiavelo puro.