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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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¿Nos hace más inteligentes o más perezosos?

Sabado, 28 de diciembre de 2024 22:13
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El pensamiento crítico es una de las facultades mentales más importantes para el desarrollo humano. Es considerado entre las habilidades blandas requeridas en el mercado laboral y aplicable a una gran variedad de puestos de trabajo, ya que genera en el cerebro humano la capacidad para analizar información, cuestionar ideas preconcebidas, evaluar argumentos y tomar decisiones bien fundamentadas. Cultivarlo no solo nos hace más creativos, flexibles y conscientes de nuestros prejuicios, sino que nos permite –sobre todo– navegar un mundo complejo y cambiante con mejores habilidades para analizar la realidad y resolver diferentes problemas.

¿En qué etapa evolutiva se desarrolla este proceso? En la adolescencia se manifiestan los primeros signos a través de la rebeldía, disconformidad y una actitud permanentemente crítica hacia los padres, el entorno o el colegio. Pero solo la rebelión no es suficiente para alcanzar la cima de esta habilidad, que requiere esfuerzo, perseverancia y disciplina en la práctica del único procedimiento hasta ahora conocido para lograrlo, el cual consiste en: identificar el problema, investigar, hacerse preguntas (uno de los pasos más importantes), encontrar una solución, presentarla, comunicarla y analizar si los resultados sirven para resolver el problema planteado. Sin esta metodología, no habríamos logrado los enormes avances en los terrenos científico, moral, político y tecnológico.

Gracias a la tecnología, tenemos la inteligencia artificial (IA) y sus ventajas al alcance de la mano: automatizar tareas repetitivas, ordenar los datos, realizar procesos más rápidos, reducir el error humano (¿qué errores reduce?) y mejorar el proceso de toma de decisiones.

¿La satisfacción de la inmediatez podría suplantar el ciclo de esfuerzo y disciplina que requiere el desarrollo del pensamiento crítico? ¿Es posible ser más inteligentes que la IA?

La tecnología como extensión de nuestro cuerpo

Hoy convivimos con funciones tecnológicas que prácticamente se han incorporado a nosotros. Buscamos en Google direcciones que antes memorizábamos y confiamos más en una aplicación que en nuestra capacidad de cálculo mental. Esto no ocurre porque nos hayamos vuelto menos inteligentes, sino porque el cerebro está diseñado para buscar atajos y ahorrar energía. En este sentido, la tecnología es una aliada perfecta: resuelve en segundos lo que antes requeriría minutos u horas.

Pero no todo es positivo. A esa búsqueda de rapidez se suma un componente más peligroso: nuestra adicción a la inmediatez. Cada respuesta rápida, cada búsqueda exitosa, activa en el cerebro una descarga de dopamina, la hormona del placer. Este circuito de recompensa, que nos hace sentir bien, nos lleva a buscar más y más atajos, relegando las actividades que requieren paciencia, esfuerzo y profundidad.

¿La IA nos ayuda o nos frena?

Es aquí donde la IA juega un papel ambiguo. Por un lado, puede potenciar esta búsqueda de inmediatez, haciéndonos aún más dependientes de respuestas rápidas y superficiales. Por otro lado, si se utiliza con criterio, la IA puede ser una herramienta poderosa para complementar habilidades tales como la claridad de ideas, coherencia, precisión, relevancia, amplitud y profundidad.

El punto clave no está en elegir entre pensamiento crítico o IA, sino en combinar ambos. La IA no debe ser un sustituto de nuestras capacidades humanas ni suplantar procesos. Al integrar lo mejor de la tecnología con nuestras habilidades intelectuales, podemos aspirar no solo a resultados rápidos, sino a soluciones completas y significativas.

Un nuevo horizonte

El desafío que enfrentamos no es tecnológico, sino humano. No se trata de decidir entre el pensamiento crítico y la IA, sino de aprender a integrarlos. Quizás el verdadero propósito de la IA no sea hacernos pensar menos, sino ayudarnos a pensar mejor. Porque al final, el desarrollo humano no radica en tomar atajos, sino en hacer un esfuerzo consciente por alcanzar mejores niveles de creatividad, reflexión y aprendizaje.

La IA tiene el potencial de llevarnos a nuevas cimas, usándola como una asistente, una inteligencia auxiliar que ayude a desarrollar más y mejor nuestras habilidades.

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