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Escuela Leguizamón: la mirada de los especialistas

Coinciden en que los protocolos no alcanzan y hay que prevenir. El escándalo reabrió el debate del bullying y la convivencia escolar.
Domingo, 05 de octubre de 2025 02:04
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Una semana caótica, tensa y de mucho malestar vivió la comunidad educativa de la escuela Delfín Leguizamón, en el barrio Boulogne Sur Mer, zona sudeste de la ciudad, donde se volvió a poner en el centro del debate la crisis de la convivencia escolar en Salta.

Decenas de familias retiraron a sus hijos del establecimiento y exigieron la remoción de la directora tras denuncias de bullying sistemático, abuso de un estudiante con discapacidad, circulación de material pornográfico en chats escolares y hallazgos de restos de drogas en algunos espacios, atribuidos por la primaria al BSPA, del turno noche.

La intervención de Educación terminó con el desplazamiento de la directora, no obstante remarcaron que se aplicaron todos los protocolos y que los incidentes correspondían a "comportamientos inapropiados propios de la edad". La disparidad entre la gravedad de las denuncias y la respuesta oficial generó un debate sobre la eficacia de los protocolos y la capacidad de las escuelas para contener conflictos.

En este marco, especialistas en educación y convivencia escolar advierten sobre los límites de la gestión reactiva y la necesidad de políticas preventivas. Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la UCA, sostiene que "los protocolos calman los nervios, pero no resuelven los problemas", mientras Lucrecia Miller, psicóloga y titular de la Red Papis en Salta, alerta que "estamos pisando una situación límite, donde los síntomas de disfunción ya se convirtieron en manifestaciones patológicas dentro de la comunidad educativa".

Por su parte, Susana Urdinez, mediadora escolar y conciliadora, señaló que "las escuelas están explotando porque durante años no se trabajó en la convivencia". Así, los problemas de convivencia y violencia escolar si no se abordan con seriedad y profesionalismo pueden escalar hasta afectar la seguridad, el bienestar y el aprendizaje de los estudiantes.

"Dejaron que la escuela explote; no han abordado el conflicto", Susana Beatriz Urdinez (Docente, mediadora, conciliadora)

"Las escuelas están explotando porque durante años no se trabajó en la convivencia", resumió Susana Urdinez, profesora, mediadora escolar y conciliadora sobre el conflicto que atraviesa la escuela primaria Delfín Leguizamón, que apartó a la directora. Para ella, sin embargo, el problema es más profundo y estructural. "Esto no es único, no es lo primero que pasa en una escuela, tampoco será lo último. Están todas con una fuerte conflictividad. Pero el error es creer que el protocolo alcanza. Los protocolos se aplican cuando todo explota. Lo que falta es trabajo preventivo, trabajo real dentro de la escuela", advierte.

Con más de 14 años de experiencia en mediación, insiste en que el paradigma con el que se gestionan los conflictos escolares sigue siendo punitivo. "Nuestras escuelas vienen con un paradigma desde hace más de un siglo: el de las sanciones. Pero eso no enseña a convivir. La mediación educativa, en cambio, parte de un enfoque 'ganar-ganar': busca que todos crezcan a partir del conflicto".

La especialista explica que el conflicto no es algo negativo en sí mismo, sino una oportunidad para repensar vínculos y dinámicas. "El conflicto surge de las relaciones humanas. No hay que evitarlo, hay que gestionarlo. Pero eso se logra con herramientas comunicacionales, no con sumarios ni sanciones", dice. Sobre la Delfín Leguizamón, fue categórica: "Dejaron que la escuela explote. No han abordado el conflicto. Han dejado que las violencias se generen y se escondan bajo la alfombra, hasta que la escalada fue tal que se transformó en una situación de violencia absoluta. Todos son culpables, es un sálvese quien pueda".

Desde su perspectiva, la única salida posible es instalar equipos de trabajo permanentes dentro de la institución: "Hay que entrar a la escuela y empezar a trabajar con toda la comunidad educativa: docentes, alumnos, familias, personal administrativo y actores del barrio. Lo que hay que cambiar es la cultura institucional". Sostiene que los procesos de mediación requieren tiempo, continuidad y compromiso institucional. "Es una tarea sin prisa pero sin pausa, esto no es mágico, no es de un día o una semana, sino de una continuidad en el tiempo, yo cuando intervengo necesito al menos un cuatrimestre para ver resultados, se trata de construir otra forma de relacionarse".

"Los protocolos calman los nervios, pero no resuelven los problemas", Alejandro Castro (Investigador UCA)

Alejandro Castro Santander, investigador y director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la UCA, advirtió que, en muchas ocasiones, la respuesta educativa se queda en lo reactivo: "El uso del protocolo es reactivo, porque estás reaccionando a algo que ya pasó". Agregó: ""Los protocolos calman los nervios, pero no resuelven los problemas. Son de actuación, no de prevención. Lo que muestran es que seguimos reaccionando a los hechos en lugar de anticiparnos", señaló el especialista.

Para Castro Santander, más allá de la gravedad de los episodios, el núcleo del problema es la pérdida de confianza y liderazgo dentro de las instituciones educativas. "Cuando un directivo ejerce liderazgo con autoridad y genera confianza, los conflictos se descomprimen. Pero cuando la gestión es débil o se minimizan los hechos, la situación escala y termina desbordando", señaló.

El especialista subrayó que minimizar lo que ocurre dentro de una escuela es siempre un error: "Nunca se debe decir que algo es 'cosa de chicos'. Para un padre, lo que le pasa a su hijo no es un caso más. Y cuando los padres sienten que no son escuchados, la reacción es inmediata: retiran a los hijos, protestan, y el conflicto se amplifica".

Según los estudios del Observatorio de la Convivencia Escolar y de Argentinos por la Educación, el 75% de los estudiantes de secundaria dice haber sido discriminado por su aspecto físico y el 68% por motivos personales o familiares. Sin embargo, más del 90% afirma que "la escuela es un lugar donde se siente bien".

"Esa contradicción muestra algo grave: la violencia se naturalizó. Los chicos conviven con agresiones, pero las ven como parte del paisaje escolar", advirtió. Más preocupante aún, el 80% de los directivos encuestados consideró que los problemas de convivencia "no son graves o son menores".

"Mientras sigamos negando la magnitud del problema, no vamos a hacer prevención. El sistema actúa solo cuando el conflicto estalla, y eso es un error de origen", agregó. Para el investigador, una vez que el conflicto estalla, la escuela debe entrar en una etapa de "postvención", es decir, de reparación institucional. "Cuando todo se desborda, hay que sanar la comunidad educativa. Analizar qué pasó, qué se aprendió y qué se puede hacer para que no vuelva a ocurrir", explicó.

"Estamos pisando la frontera de lo delictivo en las escuelas", (Lucrecia Miller Psicóloga, titular de la Red PAPIS)

La psicóloga Lucrecia Miller, titular de la Red Papis en Salta, advirtió que la situación en torno a la escuela Delfín Leguizamón -donde la directora fue desplazada tras las denuncias de padres- es la manifestación de una crisis profunda de convivencia y contención en el sistema educativo. "Estamos peligrosamente pisando la frontera de lo delictivo. Antes hablábamos de problemas de conducta, ahora ya vemos delitos que ocurren dentro de las escuelas", alertó.

Miller sostuvo que el caso de la Leguizamón "ya no puede leerse como un conflicto escolar, sino como un síntoma patológico del sistema". En ese sentido, apuntó que durante años se postergaron medidas de prevención y contención: "Se cuidó más el prestigio institucional que el sufrimiento psíquico de los chicos. No se actuó a tiempo, y lo que no se corrige a tiempo se agrava".

Respecto al accionar oficial, cuestionó que el Ministerio de Educación insista en que "se cumplieron los protocolos". "No alcanza con actas o protocolos. Si se hubiera hecho lo que correspondía, no estaríamos frente a esta situación. Esto requiere una acción terapéutica, no solo administrativa", afirmó.

Para la especialista, el sistema educativo "ha perdido la capacidad de contener". Señaló que la pandemia agravó la fragilidad emocional de los estudiantes y que no hubo políticas de salud mental en las escuelas. "Salimos de la pandemia sin estrategias preventivas, y hoy vemos las consecuencias: escuelas que ya no logran organizar ni proteger a sus alumnos".

¿Y cómo se soluciona? Miller indicó: "Se debe curar un sistema que ha dejado de ser propiciatorio de salud y de convivencia. Eso significa curar a la ministra, curar al Ministerio de Educación, curar las políticas educativas. Y yo no veo que eso acontezca".

Sobre la decisión de los padres de no enviar a sus hijos hasta que se garantice seguridad, consideró que "es una reacción válida, pero hay que entender que la solución no pasa solo por cambiar de directora o de escuela a un chico" porque eso es solo trasladar de lugar el problema. Y concluyó: "La solución es más costosa, no se arregla con un protocolo nuevo o cantando el Himno a la Alegría. Esto no es la caída de un edificio, es la caída de todo un sistema educativo, por eso yo digo que hay que hacer terapia del sistema educativo".

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