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Una reciente actualización del Mapa del Arsénico, herramienta que el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) habilitó para monitorear las concentraciones de ese elemento químico en fuentes hídricas de diversas regiones, puso nuevamente en el tapete una problemática sanitaria que afecta a una de cada diez personas en Argentina, pero que lleva años sin medidas de fondo.
En ese Mapa solo aparecen con concentraciones nocivas en sus pozos de agua el paraje Las Flacas, de Apolinario Saravia, y las escuelas Belisario Carranza de Salta Forestal y 4.105 de San Carlos. Sin embargo, por estudios que llevaron adelante investigadores de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) se sabe desde hace 15 años que el arsénico es un veneno lento que acecha en el agua de miles de personas en los departamentos Rivadavia, Anta, Rosario de la Frontera y los Andes.
¿Por qué Salta, con sus conocidos antecedentes de Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE), enfermedad grave causada por el consumo prolongado de agua naturalmente contaminada con arsénico, aparece en el Mapa con solo tres puntos en rojo? La respuesta está una aclaración de Daniel Stripeikis, doctor en química de la Universidad de Buenos Aires (UBA). El investigador que dirige al equipo del ITBA explicó que el Mapa del Arsénico se actualiza en base a muestras de agua que el proyecto recibe desde distintas localidades y son analizadas por el Laboratorio de Ingeniería Química y Medio Ambiente (LIQMA). Stripeikis remarcó que la participación de personas, comunidades escolares o entidades intermedias interesadas en conocer la concentración de arsénico que tienen sus fuentes de agua subterráneas o superficiales "es fundamental para seguir actualizando el Mapa y poder ofrecer infomación precisa". Las muestras, en botella plástica chica, se reciben en la sede del ITBA, sita en Iguazú 341 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde allí son luego remitidas al laboratorio que las analiza e informa las concentraciones para su inclusión en el Mapa con verde (si es agua segura para consumir, según el valor máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, de 0,01 miligramo por litro); con amarillo (como marca precautoria si los valores se ubican entre 0,01 y 0,05 mg/l), o en color rojo (como advertencia de evitar su consumo si excede los 0,05 mg).
El máximo de 0,05 mg/l quedó sujeto, como medida provisional, a la realización un estudio epidemiológico pendiente desde 2012.
Ante la falta de compromiso mostrada en todos estos años por distintas gestiones de la Nación, gobiernos provinciales y administraciones municipales, la iniciativa del ITBA es un aporte de gran relevancia sanitaria, ya que permite a personas interesadas acceder a información crítica sobre la calidad del agua que consumen. Pero también es cierto que pobladores o comunidades escolares del interior profundo desconocen, carecen de medios o ven limitada la posibilidad de hacer llegar muestras del agua de sus pozos a la sede de ITBA. Serían deseables colaboraciones o acuerdos interinstitucionales para enriquecer ese Mapa que tiene algo más de 350 muestras colectadas hasta el momento, en su mayoría de la región central del país.
La concentración máxima recomendada por la OMS es de 0,01 mg/l, pero reglamentaciones provinciales la mantienen en 0,05 mg/l.
En base a investigaciones desarrolladas por especialistas de la UNSa, en octubre de 2016 El Tribuno informó que Rivadavia Banda Sur tenía escuelas en las que las concentraciones de arsénico en los pozos de agua eran hasta 74 veces mayores que el nivel seguro para el consumo humano, con un tope insólito en Nueva Población: 160 veces más que el límite máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Más al sur, en la zona rural de Apolinario Saravia, las escuelas de Palo a Pique y El Manantial tenían concentraciones 40 veces mayores. Con sistemas de abatimiento (filtrado) se bajó un 80% el nivel de arsénico, pero el agua que beben niños y maestros sigue con márgenes excedidos.
Hasta 160 veces más que lo tolerable
En los pozos de agua de las escuelas 4.382 y 3.160 de Rivadavia Banda Sur se midieron concentraciones de arsénico de 0,26 miligramos por litro. Con módulos de abatimiento se bajaron los valores, pero siguen por encima de la concentración máxima recomendada por la OMS.
Con sistemas similares, también se atenuó la exposición en otras escuelas rurales del chaco salteño como las de El Cocal, El Breal, Santa Rosa, El Mirador, Siervo Cansado y Tres Horcones, pero en la región muchas familias, niños y maestros siguen sin suministros seguros. En los pozos escolares de Aguas Muertas, Finca El Milagro, Pozo Largo y Pelicano Quemado se midieron valores de 0,74 mg/l.
En Rivadavia, especialistas del Instituto de Investigaciones para la Industria Química (Iniqui) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) detectaron el nivel extremo de arsénico en el agua en Nueva Población: 1,60 mg/l. Esto es 160 veces más que el límite marcado por la OMS y 32 veces por encima del valor máximo reglamentado para el servicio que presta Aguas del Norte en la provincia.
En pozos de agua relevados en Anta se midieron concentraciones arsenicales de hasta 0,45 mg/l. En ese departamento, desde 2013, se instalaron sistemas de abatimiento en varias escuelas y comunidades, pero queda mucho por hacerse.