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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Un año de dolor: reflexiones de las familias tras la tragedia en la Avenida Paraguay

A un año de la tragedia vial ocurrida en la Avenida Paraguay, las familias de las cinco víctimas y sobrevivientes siguen luchando por respuestas y por el cambio necesario en las leyes de seguridad vial.  
Lunes, 17 de marzo de 2025 19:41

El 17 de marzo de 2024 quedará grabado en la memoria de los salteños como uno de los días más oscuros en la historia de la ciudad. Pasadas las 5 de la mañana, la Avenida Paraguay se convirtió en un escenario de dolor, terror y desesperación cuando un joven alcoholizado, a gran velocidad, embistió a un grupo de diez personas que salían de los boliches ubicados en esa zona. El impacto fue brutal, tres jóvenes murieron de forma instantánea y otros dos agonizaron durante días en el Hospital San Bernardo, hasta que también perdieron la vida. Las cinco víctimas fatales fueron identificadas como Florencia Acosta, Sergio Veisaga, Nahuel Brian Digan, Karen Marín y Ruth Tabarcache. El conductor, Luciano López, y su acompañante, a pesar de estar involucrados en una tragedia de esta magnitud, no parecen haber recibido aún el castigo que las víctimas y sus familias reclaman con desesperación. 

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El 17 de marzo de 2024 quedará grabado en la memoria de los salteños como uno de los días más oscuros en la historia de la ciudad. Pasadas las 5 de la mañana, la Avenida Paraguay se convirtió en un escenario de dolor, terror y desesperación cuando un joven alcoholizado, a gran velocidad, embistió a un grupo de diez personas que salían de los boliches ubicados en esa zona. El impacto fue brutal, tres jóvenes murieron de forma instantánea y otros dos agonizaron durante días en el Hospital San Bernardo, hasta que también perdieron la vida. Las cinco víctimas fatales fueron identificadas como Florencia Acosta, Sergio Veisaga, Nahuel Brian Digan, Karen Marín y Ruth Tabarcache. El conductor, Luciano López, y su acompañante, a pesar de estar involucrados en una tragedia de esta magnitud, no parecen haber recibido aún el castigo que las víctimas y sus familias reclaman con desesperación. 

La madrugada fatal

La tragedia ocurrió en la madrugada del 17 de marzo de 2024, cuando el imputado, Luciano López, conducía su automóvil bajo los efectos del alcohol y a una velocidad de 103 km/h, infringiendo varias normas de seguridad vial a lo largo del trayecto. Según el informe de la pericia accidentológica, esta velocidad fue determinante para que López perdiera el control del vehículo y embistiera a un grupo de peatones que salían de los locales nocturnos en la zona. Como consecuencia de este siniestro, cinco personas perdieron la vida y otras seis sufrieron lesiones de distinta consideración.

El informe toxicológico retrospectivo, realizado por los bioquímicos del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF), reveló que a la hora del accidente, López presentaba un nivel de alcohol en sangre de 1.62 g/l, y en su orina se detectó la presencia de marihuana. Estas evidencias refuerzan la gravedad del comportamiento imprudente del conductor esa madrugada.

Desde la Fiscalía, se subraya que el siniestro ocurrió bajo circunstancias particulares que agravan la responsabilidad de López. Entre ellas, se destaca el cruce de un semáforo en rojo, la ocupación indebida de líneas de detención, y la falta de atención mientras conversaba con personas en otros vehículos. Además, se enfatiza que la alta velocidad y la falta de precaución en una zona con presencia de numerosos peatones, debido a la cercanía con los boliches, contribuyeron al trágico desenlace.

La conciencia del riesgo y el “dolo eventual”

La Fiscalía sostiene que todas las circunstancias previas al siniestro y las que se asumieron durante el trayecto de conducción fueron plenamente conocidas por López. Al decidir conducir bajo los efectos del alcohol, sin recurrir a un conductor designado o alguna otra opción responsable, López asumió conscientemente el riesgo de causar un daño. Esto constituye lo que se conoce como homicidio doloso eventual, según los artículos 79, 90 y 89 del Código Penal. Al continuar conduciendo en esas condiciones, López mostró una total indiferencia por la vida y la integridad física de las demás personas, lo que lo convierte en responsable de la tragedia.

La herida abierta de las víctimas fatales

Uno de los testimonios más desgarradores es el de Patricia Jiménez, madre de Florencia Acosta, quien no encuentra consuelo ante la pérdida de su hija. "Hoy es un día muy difícil para todos nosotros. Desde el año pasado, nuestros días han sido terribles", comenzó Patricia en diálogo con El Tribuno. "Estamos esperando la fecha para el juicio. Pedimos que se haga justicia. Nada nos devolverá a nuestra hija, pero al menos queremos que se haga justicia de forma ejemplar, que no se repita nunca más. Que se cambien las leyes y se realicen controles eficaces, para que tragedias como esta no ocurran de nuevo", expresó, visiblemente emocionada.

El dolor de Patricia es profundo y, como muchas otras madres, no encuentra descanso. A pesar del tiempo transcurrido, la herida sigue abierta y, a veces, parece imposible de sanar. Para ella, el juicio, que aún no tiene fecha concreta, es una esperanza de que la tragedia de su hija no quede en el olvido y de que otros puedan evitar pasar por lo mismo. "Pensar en las leyes, en los controles, es algo que nos tiene que preocupar a todos, porque las víctimas podrían haber sido cualquiera de nosotros", enfatizó Patricia.

La angustia de los sobrevivientes

Por su parte, Inés Fernández, una de las sobrevivientes de la tragedia, relató cómo el accidente cambió su vida para siempre. "Este es el primer año que paso por la Avenida Paraguay desde aquel día. Fue un golpe muy fuerte", comenzó Inés, quien aún arrastra secuelas físicas y emocionales del accidente. "Mi pierna no está bien, me duele caminar, y antes de la tragedia, solía ir al centro a comprar los productos para mi peluquería. Ahora no puedo hacerlo. Me duele mucho caminar, y apenas puedo trabajar. Ahora tengo que vender papuchas y pizzetas para poder ganar algo de dinero. Mi vida ha cambiado por completo", expresó, visiblemente afectada.

El testimonio de Inés refleja el impacto no solo en su salud física, sino también en su economía y en su día a día. Después del accidente, Inés se vio obligada a reducir su jornada laboral a menos de la mitad, a pesar de que siempre fue una mujer emprendedora, con la esperanza de seguir adelante con su negocio.

"Mis piernas no me permiten trabajar como antes. A veces tengo que descansar porque no aguanto el dolor. Antes trabajaba todo el día, ahora no puedo. Necesito ayuda, porque esto ha afectado mi vida de manera irreversible", relató.

En cuanto al proceso judicial, Inés también expresó su frustración por la falta de avances. "No hemos tenido novedades. Estamos esperando que se eleve a juicio. Todo está parado. Necesitamos que se resuelva ya, para que las víctimas y sus familias tengamos la justicia que nos corresponde", dijo Inés, quien también señaló que las autoridades deberían tomar cartas en el asunto de manera urgente. "Queremos que haya más controles, especialmente los fines de semana, porque es cuando hay más circulación de gente en la zona", comentó.

Los reclamos de las familias

La preocupación por la falta de controles viales en la Avenida Paraguay también es compartida por otros familiares de las víctimas. Claudio Marín, hermano de Karen Marín, otra de las víctimas fatales, recordó con tristeza el impacto de la tragedia en su familia. "Este es un aniversario muy triste. Hace un año, recibimos la noticia de que mi hermana había muerto en ese accidente. Mi vida cambió para siempre. A partir de ese momento, todo fue diferente", recordó Claudio, visiblemente afectado.

Claudio, al igual que otras familias, también está decepcionado por la falta de medidas de seguridad en la zona. "Lo que más nos sorprende es que, a pesar de la tragedia, todo sigue igual. No hay control en la zona. Los boliches siguen abiertos, pero no hay seguridad. Lo que nos pasó a nosotros no parece haber servido para que se tomen decisiones firmes", expresó con indignación.

"Es una vergüenza que la provincia no haya hecho nada al respecto. Pasamos por ahí y seguimos viendo la misma falta de controles. No entiendo por qué no actúan", añadió Claudio.

La incertidumbre judicial

A nivel judicial, la causa sigue su curso, pero la lentitud del proceso genera gran frustración entre los familiares de las víctimas. El abogado querellante de la familia de Florencia Acosta, Leonardo López, explicó que, aunque se ha avanzado en la elevación de la causa, aún persisten diferencias entre las querellas respecto a las responsabilidades penales de los imputados. "Nosotros entendemos que ambos imputados deben ser juzgados, ya que ambos tienen responsabilidad en lo sucedido", explicó López. La defensa, por su parte, ha intentado reducir la pena de los acusados, pidiendo que se elimine el agravante del dolo eventual, lo que disminuiría considerablemente las penas en caso de que los imputados sean condenados. "Nosotros mantenemos que hubo dolo eventual y trabajamos para que eso se mantenga en el juicio", aseguró el abogado. 

Los familiares, por su parte, insisten en que la causa debe avanzar rápidamente. "Ya tienen todas las pruebas. No sé qué están esperando", expresó Claudio Marín. La falta de respuestas rápidas aumenta la frustración y el dolor de los afectados, quienes sienten que la justicia está siendo dilatada innecesariamente. "Nosotros vamos a seguir luchando hasta que se haga justicia. No vamos a descansar hasta que el responsable de la muerte de nuestros familiares reciba el castigo que merece", afirmó.

¿Qué cambios se lograron un año después?

A pesar de los esfuerzos de los afectados y sus abogados, la sensación de que no ha habido cambios significativos en la seguridad vial de la zona es generalizada. Los reclamos de las familias sobre el aumento de controles y la mejora de la seguridad vial siguen siendo escuchados, pero no cumplidos.

Un año después de la tragedia, las familias siguen unidas en su lucha por justicia, por un cambio en las leyes de tránsito, y por la esperanza de que, al menos, las muertes de sus seres queridos no hayan sido en vano.

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