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Cada 7 de agosto, el Templete de San Cayetano se convierte en el epicentro de una de las manifestaciones de fe más conmovedoras de Salta. Desde la madrugada, miles de personas comienzan a llegar, en silencio o entonando plegarias, para agradecer lo recibido o pedir lo que falta: salud, paz, trabajo y alimento.
La escena se repite cada año, pero nunca es igual. En esta fecha, hombres, mujeres, jóvenes, y personas mayores renuevan su vínculo con el santo del pan y del trabajo, llevando flores, velas, estampitas, imágenes o simplemente sus intenciones más profundas.
El clima es de respeto, recogimiento y emoción. Algunos caminan largas distancias, otros se acercan en familia o acompañados por aquel que profeta la misma fe. En todos los casos, hay una certeza compartida: la fe como motor en tiempos difíciles.
Un santo cercano a la gente
San Cayetano fue un sacerdote italiano del siglo XVI, conocido por su dedicación a los más pobres y necesitados. Fue canonizado por su ejemplo de caridad y servicio, y en Argentina se transformó en patrono del pan y del trabajo. Su figura está presente en hogares, comercios y espacios comunitarios, especialmente en tiempos de incertidumbre.
En Salta, el Templete que lleva su nombre -erigido con el esfuerzo de los vecinos y la comunidad religiosa- es hoy uno de los espacios de devoción más importantes de la provincia. Cada 7 de agosto, se convierte en escenario de procesiones, misas, bendiciones y gestos de profunda espiritualidad popular.
Fe que no se apaga
Este año, la convocatoria será una vez más multitudinaria. Desde temprano, largas filas de fieles se formaron frente al Templete. Muchos llegaran con promesas hechas en años anteriores, otros con agradecimientos por haber conseguido un empleo, recuperado la salud o superado un momento difícil. También están quienes piden por primera vez, con el corazón abierto y la esperanza intacta.
"No vengo por lo que me falta, sino por todo lo que me dio", dice María, una vecina de zona norte, quien desde hora temprana está en el Templete. Como ella, muchos repiten ese gesto de volver cada año, no solo a pedir, sino agradecer.