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La Avenida Banchik se transformó en un río humano. La columna interminable de peregrinos de la Puna descendió desde San Antonio de los Cobres, tras partir el pasado 11 de septiembre y atravesar días de viento, frío, calor y cansancio. A los de San Antonio se les habían sumado devotos de Mina Patito, Mina Providencia, Antofagasta de la Sierra (Catamarca) y otros parajes, hasta llegar a la capital salteña, donde fueron recibidos con agua, aplausos y oraciones de vecinos que se agolparon a su paso.
El trayecto incluyó paradas en la vicaría de San Luis y el clásico descanso en el Jockey Club, donde recibieron desayuno, almuerzo, asistencia médica y masajes. Voluntarios, fuerzas de seguridad y familias enteras acompañaron el recorrido, en una tradición que cada año es símbolo de fe y sacrificio.
Damiana, una peregrina de más de 80 años que conmueve.
Entre los rostros que emocionaron, sobresalió el de Damiana Luzco, de 80 años, que con paso firme encabezó un tramo de la caminata. Viuda, madre de varios hijos y oriunda de pequeños poblados de la puna jujeña, Damiana vive en San Antonio de los Cobres, donde en el barrio Alto Molino levantó un santuario familiar junto a su casa. Allí conserva imágenes religiosas a las que agradece a diario, convencida de que son la fuente de su fortaleza. “Muchas bendiciones para los hermanos de Salta y mucha fuerza más”, expresó la mujer al ingresar a la ciudad, despertando una ovación. Su figura se ha convertido en un emblema de esta peregrinación y hasta fue retratada en la Rotonda del Peregrino.
No fue la única que conmovió. Otra peregrina, adulta mayor, avanzaba con el mismo ímpetu, asegurando que “todos los años camino”, mientras recibía aplausos a su paso. Más adelante, Gerónima, otra devota, marcaba el ritmo del grupo con andar ligero y una sonrisa: “Ya falta poquito”, dijo antes de retomar el paso hacia la Catedral, donde esperaba reencontrarse con sus hijos.
El testimonio de Sergio, un joven que camina todos los años desde San Antonio, refleja la magnitud de la experiencia: “Antes éramos 200 o 500, ahora somos muchos más. Este año no pude caminar tanto por el trabajo, pero siempre es distinto. Es casi imposible explicar lo que se siente; tenés que vivirlo. Lo importante es que mucha gente joven se suma, y eso renueva la fe”, aseguró.
La llegada de los peregrinos de la Puna no solo reafirma la tradición, sino que también renueva la esperanza en tiempos difíciles. Esta tarde, los puneños serán recibidos en la Catedral Basílica de Salta, donde rendirán homenaje al Señor y la Virgen del Milagro con el tradicional baile del suri, un gesto que simboliza gratitud, humildad y comunión con la tierra.