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Salta celebró este 15 de septiembre la tradicional misa estacional del Milagro, presidida por el obispo Mario Antonio Cargnello en la Catedral Basílica. La ceremonia reunió a miles de fieles y contó con la presencia del gobernador Gustavo Sáenz, su esposa Elena Cornejo, el intendente Emiliano Durand y otras autoridades provinciales.
Cargnello comenzó recordando la historia de la imagen del Señor del Milagro, donada por Francisco de Victoria y que permaneció guardada en una capilla lateral durante casi un siglo. Luego, tras los temblores inspirados por el padre jesuita Carrion, se produjo su exposición pública. A partir de 1845, el pueblo salteño estableció el pacto de fidelidad, renovado cada año, colocando al Señor del Milagro en el centro de la vida social, política, económica y cultural de Salta.
Durante la homilía, el obispo destacó la fuerza del pacto como una alianza entre iguales, donde Dios invita a los fieles a abrir sus corazones y participar activamente en la vida de la comunidad. “Cada 15 de septiembre, traemos nuestra historia, la de nuestras familias, nuestra ciudad y nuestra provincia, y le decimos al Señor: ¿hoy qué?”, afirmó.
Uno de los momentos más destacados de la ceremonia fue su reflexión sobre la solidaridad y los vínculos humanos. “No podés creértelas solo, Dios nos llama a servir a los demás. No podés ponerte delante de Dios en un mío, en un tú que no te lleve a un nosotros, en pensar solo en tu familia, tu barrio, tus amigos, tu provincia, tu nación, el mundo”, dijo Cargnello, subrayando que la fe implica responsabilidad social y compromiso con la comunidad.
El obispo también señaló que la fe renueva a las personas, abriendo su capacidad de darse y de reconocer las necesidades de los demás. “Cada año se abre más la necesidad de incorporar a más gente en el pacto con el Señor, en cada corazón”, aseguró.
La misa estacional incluyó la tradicional exposición de la imagen del Señor del Milagro, que ha sido el centro de la devoción local desde el siglo XIX. Los fieles participaron activamente en cantos y alabanzas, acompañando la ceremonia con muestras de fe, sacrificio y emoción.
Cargnello reflexionó sobre la importancia de vivir la cruz no como un sufrimiento humillante, sino como un acto de amor que impulsa a la solidaridad: “Su cruz no es la tortura, sino aceptar la muerte de los que eran destruidos para hacernos hermanos. Por eso, al celebrar el Milagro, abrimos el corazón para sentirnos más unidos”.
El obispo destacó la masiva participación de peregrinos llegados de distintos puntos de Salta y del país, quienes compartieron su devoción y sus pedidos ante el Señor y la Virgen del Milagro. “Gracias a los peregrinos, porque sacuden nuestra inercia y nos recuerdan que el milagro es un don de Dios para Salta, para compartirlo con los demás”, afirmó.
La misa concluyó con un llamado a la acción y a la solidaridad: “Hoy el Señor vuelve a mirarnos. Hoy nos dice: soy de ustedes, ustedes son míos. Que Salta se ponga al servicio de todos. Que Él nos dé fuerza para hacerlo y nos saque de cualquier tentación de instalarnos”, finalizó Cargnello, invitando a que la fe se traduzca en compromiso con la comunidad y el país.