inicia sesión o regístrate.
Una travesura del alma que se volvió tradición. La peregrinación de Mina Patito cumplió 16 años. Cada septiembre, a más de 4 mil metros de altura, en plena puna salteña, comienza un viaje que no es solo físico: es espiritual, comunitario y profundamente religioso. Se trata de la primera peregrinación minera en el país, que nació en 2008 con apenas 10 trabajadores de campamento minero y que hoy convoca comunidades enteras cargadas de fe y valentía, que caminan 260 kilómetros hasta el corazón de Salta para honrar al "Señor y la Virgen del Milagro.
Dalmiro López minero desde joven y hoy con 62 años, de Campo Quijano, fue uno de los precursores de la caminata y hoy también recibe a los peregrinos de la puna dándoles de comer a su paso.
"Todo empezó como una travesura. Un compañero, 'el Loco Díaz', se había animado a salir en bicicleta desde Mina Patito hasta Salta. Nosotros pensábamos que era una locura. Y entonces, con Pedro Lázaro y Antonio Sangüesa, otros dos compañeros, nos preguntamos: ¿y por qué no caminar nosotros también? Y así fue. Salimos 10, con lo poco que teníamos pero con el corazón lleno de fe", relató Dalmiro.
Era el 7 de septiembre de 2008 cuando emprendieron el camino. Antes de salir, pidieron prestada una imagen de la Virgen que estaba en la mina. Creían que era la Virgen del Valle, pero al llegar a Quijano se dieron cuenta de que era la Virgen del Milagro. "Fue como una señal", dijo.
La ruta no era fácil. Cada día debían recorrer unos 60 kilómetros, atravesando zonas muy desoladas, con frío intenso, viento en contra y alturas que superaban los 4 mil metros. "El viento nos castigaba, las piernas dolían, y el hambre apretaba, pero siempre aparecía alguien en el camino que nos daba una mano. Esa solidaridad era también un milagro", recordó.
"Ya no somos 10"
Los pueblos de la puna se conmovieron al ver a 10 mineros que, a fuerza de voluntad, avanzaban paso a paso. En cada lugar los recibían con agua, pan y mate cocido y ellos sentían que no caminaban solos: lo hacían con la Virgen, con el Señor y todo un pueblo que los acompañaba.
Lo que empezó como una travesura en 2008 pronto se volvió tradición. Para 2011 comunidades mineras enteras se sumaron. "Ya no somos 10", dijo Dalmiro con gran orgullo. "Hoy somos muchos más. Lo que nació como una locura de mineros se convirtió en un camino sagrado, la locura más linda de mi vida: caminar por fe hacia el Milagro".