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17 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Un joven profesor aprendió Braille para enseñar Química a un alumno ciego y su ejemplo inspiró a toda una comunidad

En el Mes de la Educación, la historia de Gustavo Calderón, egresado y hoy profesor en el Centro Educativo Fe y Alegría del barrio Solidaridad (Salta) refleja la fuerza transformadora de la que es capaz la educación.
Martes, 16 de septiembre de 2025 16:10
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Gustavo tiene 23 años y nació en el mismo barrio donde hoy enseña. Hijo de padres que no pudieron terminar la primaria y sexto de siete hermanos, creció viendo cómo sus hermanos preparaban mochilas y delantales para ir a “la escuela blanca” de Fe y Alegría, como llaman así al nivel primario. Apenas pudo ir al jardín de infantes, se sumó entusiasmado a ese camino que lo marcaría para siempre.

Entre maestras, fogones patrios, convivencias y partidos de vóley, fueron muchas las personas que moldearon su forma de ser, pensar y aprender; pero una profesora llamada María Eugenia Tosoni, docente de Química y Biología, dejó en él una huella imborrable. Con ella, Gustavo descubrió su amor por la ciencia y que una clase podía ser una aventura. “Sus clases eran distintas: salíamos al patio a buscar insectos, investigábamos y experimentábamos. Aprendíamos a mirar el mundo con otros ojos. Empecé a querer ser científico y sobre todo, se encendió en mí el deseo de provocar en otros esa misma pasión”, recuerda.

Logró seguir sus estudios para profesor en plena pandemia y en febrero 2025 logró graduarse. “Dicen que uno vuelve a los lugares donde fue feliz, así que no dudé. Volví a mí colegio Fe y Alegría y se me dio la oportunidad de ser profe”, cuenta.

El desafío de Facu

 

 

Era su primera clase de Química. Le tocó un grupo de jóvenes del último año del secundario. Gustavo estaba entusiasmado, feliz y nervioso al mismo tiempo. Todo venía bien, hasta que uno de los estudiantes se presentó: “Soy Facundo, y soy no vidente”. Las preguntas empezaron a asomarse en su interior. Gustavo empezó a llenarse de preguntas. “¿Cómo voy a hacer para que aprenda? ¿Cómo enseñar fórmulas, ecuaciones o la tabla periódica a alguien que no puede ver? Me dio miedo -recuerda-. Pensé que no iba a estar a la altura. Pero también sentí que no podía dejarlo afuera”.

Fue entonces que se propuso aprender Braille. No fue fácil: recorrió librerías en busca de materiales, vio videos, buscó tutoriales…pero no encontraba todo lo que necesitaba, como “la tablita” para escribir. Finalmente se animó a pedirle a Facundo y su familia dónde conseguir una. La familia, admirada por el interés del profe, le prestó algunos tableros que tenía. Ese gesto abrió un nuevo camino: en tres meses Gustavo empezó a escribir en Braille. Al verlo en ese proceso, sus alumnos le preguntaron si podían aprender también.

“Ese día dejé a un lado la Química y me encontré con algo mucho más grande: la voluntad de mis estudiantes de ponerse en el lugar del otro”, dice Gustavo.

Cuando el aula se invierte 

Lo que comenzó como una respuesta a la necesidad de un alumno se convirtió en un proyecto colectivo. El curso entero aprendió Braille. Con entusiasmo, el grupo creó una tabla periódica en braille, juegos y cuadernos con consignas en puntos, incluso trabajos prácticos con partes escritas en Braille.

“La química se volvió una excusa para aprender con las manos y con el corazón”, dice Gustavo.

Facundo, que al inicio temía quedar aislado, pasó a ser protagonista. “Ahora es como nuestro segundo profe”, cuentan sus compañeros. “Nos corregía: ‘te faltó un punto, acá está mal escrito’. Y tenía razón”, recuerda Leonel entre risas. 

La dinámica del aula cambió por completo y para todos. Facu se sentía más incluido y acompañado que nunca. Los recreos se volvieron espacios de chistes en Braille, de bromas compartidas, de amistad. Uriel, otro estudiante, confiesa: “Me sirvió un montón aprender Braille. Cuando me lastimé el hombro y no podía escribir, hacer la evaluación en Braille fue mucho más cómodo”.

Lo que más sorprende a Gustavo no es el producto final —los materiales, las cartillas o la exposición que organizaron bajo el nombre de “Clase Brátomica”—, sino el clima nuevo que se respira no solo en el aula sino en toda la comunidad educativa. “¡Me llena de orgullo todo lo que estamos viviendo!” cuenta.

La historia de Gustavo y sus estudiantes forma parte de los relatos que reúne la campaña nacional “Poné tu corazón por la educación”, con el objetivo de visibilizar cómo la educación cambia vidas y multiplica oportunidades, sobre todo en contextos vulnerables y de exclusión social. Se puede conocer más de la campaña y colaborar con la fundación desde www.ponetucorazonporlaeducacion.ar

Fe y Alegría en Salta 

Fe y Alegría llegó a la Argentina en 1996 y hoy está presente en siete provincias. En Salta inició en 1999 en el barrio Solidaridad, donde actualmente acompaña a 1.397 estudiantes en niveles inicial, primario y secundario, además de talleres de formación laboral y un Club de Emprendimiento. También trabaja en Embarcación, con 527 estudiantes, y en Misión Chaqueña, con 27 mujeres de la comunidad wichí que participan en talleres de gastronomía y textil.

 

 

Torneo de Golf Solidario

El viernes 27/9 el Salta Polo Club y Fe y Alegría Argentina se unen una vez más para vivir una jornada en la que deporte, solidaridad y educación van de la mano. Se trata del 2do Torneo de Golf Solidario. La participación en el torneo se realiza telefónicamente, llamando al 387-4732190 y tiene un costo de $18.000. Se puede colaborar como participante o como sponsor. Más info: www.feyalegria.org.ar

 

 

 

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