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A 40 años de la muerte de un ídolo: Jim Morrison

Sabado, 02 de julio de 2011 20:47

Jim Morrison, el poeta que lideró The Doors, trascendió la escena musical para convertirse en un prominente ícono de la generación maldita del rock and roll. Murió en París, el 3 de julio de 1971. El rastro de los últimos pasos de Morrison (fallecido a los 27 años, a la misma edad que Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones o Kurt Cobain) ha dejado a París surtido de lugares vinculados a El rey lagarto, y venerados por sus incondicionales cada 3 de julio. Protegidos por una valla metálica en la división 6 del cementerio del PŠre-Lachaise, los restos de James Douglas Morrison (1943-1971) yacen bajo una lápida a la que nunca le faltan flores y en la que un epitafio reza: “Kata ton daimona eaytoy” (Fiel a su propio espíritu). Allí se congregan sus adeptos, que a menudo declaman poemas, hacen fotografías o colocan botellas de bourbon junto a la tumba, mucho más frecuentada que las vecinas del escritor Oscar Wilde, la soprano María Callas o el compositor Frédéric Chopin.

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Jim Morrison, el poeta que lideró The Doors, trascendió la escena musical para convertirse en un prominente ícono de la generación maldita del rock and roll. Murió en París, el 3 de julio de 1971. El rastro de los últimos pasos de Morrison (fallecido a los 27 años, a la misma edad que Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones o Kurt Cobain) ha dejado a París surtido de lugares vinculados a El rey lagarto, y venerados por sus incondicionales cada 3 de julio. Protegidos por una valla metálica en la división 6 del cementerio del PŠre-Lachaise, los restos de James Douglas Morrison (1943-1971) yacen bajo una lápida a la que nunca le faltan flores y en la que un epitafio reza: “Kata ton daimona eaytoy” (Fiel a su propio espíritu). Allí se congregan sus adeptos, que a menudo declaman poemas, hacen fotografías o colocan botellas de bourbon junto a la tumba, mucho más frecuentada que las vecinas del escritor Oscar Wilde, la soprano María Callas o el compositor Frédéric Chopin.

Sam Bernet, autor de varios libros sobre The Doors, y propietario de la extinta sala Rock'n Roll Circus, sostiene que Morrison falleció en su bar y que él mismo fue uno de los que lo trasladaron desde la discoteca hasta su casa. “Yo estaba entre las tres personas que lo encontraron muerto en los lavabos de la discoteca”, dice Bernet, quien asegura que un cliente y médico “constató el deceso por sobredosis” de heroína.

Hay también quienes sospechan que Jim Morrison nunca falleció, y quienes creen que su padre, militar de profesión, sustrajo el cuerpo del sepulcro y lo repatrió a Estados Unidos clandestinamente.

Los últimos días

El Rey Lagarto, aficionado a consumir drogas psicotrópicas como el LSD para adentrarse en experiencias chamánicas, había llegado a París convertido en un obeso, alcohólico y desaliñado, para centrarse en su poesía. Corría marzo de 1971. Era un Morrison ajeno al joven sensual y provocador que poco antes hechizaba en los escenarios con sus pantalones ajustados de cuero y sus improvisaciones poéticas.

Se retiró a la capital francesa para centrarse en su faceta poética. Un año antes de llegar a París, Morrison había sido condenado por conducta lasciva durante un concierto en Miami, aunque logró evitar la cárcel con apelaciones y una fianza de 50.000 dólares.

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