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"Que el Indec me mida la cintura ya mismo?

Sabado, 17 de noviembre de 2012 21:08

Vive en la zona sur de la ciudad. Se dedica a la decoración de espacios infantiles y su particular chispa para expresarse con picardía la ubicó en un programa de radio donde da rienda suelta a lo que mejor le sale: la ironía. La misma que aplicó en sus carteles, el pasado jueves 8 de noviembre, convirtiendo a su protesta en una manifestación de humor creativo. Sí, Graciela Quipildor, de 31 años, marchó desde la Legislatura salteña hasta la plaza 9 de Julio con los afiches: “Que el Indec me mida la cintura ya mismo” y “Vine porque no me entra el modelo”, que se hicieron famosos y le pusieron una sonrisa al motivo que llevó a la marcha a cada argentino. 

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Vive en la zona sur de la ciudad. Se dedica a la decoración de espacios infantiles y su particular chispa para expresarse con picardía la ubicó en un programa de radio donde da rienda suelta a lo que mejor le sale: la ironía. La misma que aplicó en sus carteles, el pasado jueves 8 de noviembre, convirtiendo a su protesta en una manifestación de humor creativo. Sí, Graciela Quipildor, de 31 años, marchó desde la Legislatura salteña hasta la plaza 9 de Julio con los afiches: “Que el Indec me mida la cintura ya mismo” y “Vine porque no me entra el modelo”, que se hicieron famosos y le pusieron una sonrisa al motivo que llevó a la marcha a cada argentino. 

Graciela es hija de papá salteño y de mamá chaqueña. Nació en Capital Federal y vive hace 20 años en Salta. Es artista plástica y se dedica a la decoración de espacios infantiles. En una charla con El Tribuno contó: “tengo un programa de humor en FM Cielo, de 20 a 22 los sábados, en el que con ironía, hablamos de política y de sexo con mi compañera Alejandra Cardona. Claro que mordemos la banquina hasta donde nos dejan las limitaciones de la radio”.
“Comencé escribiendo estados en el Facebook, y de ahí me tentaron para hacer radio. Con Alejandra Cardona conformamos un dúo de humor y soy notera de Abel Díaz en canal 10. No estudié Comunicaciones pero no tengo dudas que lo mío es expresar, crear y hacerlo con humor”, aseguró.
Sobre su ocurrencia para la marcha del 8N, Graciela comentó: “llevé tres carteles; uno decía “Vine porque no me entra el modelo”; el otro: “Ojo que si trajiste cacerola nueva te cae la AFIP”; y el que más pegó, es: “Que el Indec me mida la cintura ya mismo”.
Agregó: “digo que es el que más pegó porque lo ví en muchos muros de Facebook compartido y también porque el periodista Ernesto Tenembaum dijo que mi cartel era el más ingenioso de la marcha a nivel país, y después me entrevistó en radio Mitre. Además, Jorge Rial vio mi cartel en Twitter y me retuiteó el jueves y en horas había 750 retuits de la foto del cartel”.
La creativa mujer que le puso su sello humorístico a la cartelería de protesta, expresó: “Siempre, pase lo que pase, prefiero el lenguaje del humor al de la violencia”. 

"Esperanzas en un país sin diálogo"

El afiche es un cartel hecho en papel, manuscrito o impreso. Para lograr su cumbre, un cartel tiene que ser eco del inconsciente colectivo y espejo de los estilos particulares. Sólo así puede establecer una comunicación clara y poderosa. Para Raymund Savignac “La lectura del afiche debe ser instantánea. El hombre de la calle debe percibir lo que este quiere decir en una fracción de segundo”. Y ese fue el logro de Graciela Quipildor: sorprender con su síntesis de la realidad. A cerca de las actitudes de la gente al leer el cartel, Graciela dijo: “el poder de las redes me sorprende y el recibimiento de la gente en la marcha fue genial. Cambiaban la cara y se reían... es justo el efecto que quería lograr”.

“El humor es un valor agregado a todo, por eso quise llevar un toque de humor a la marcha. El humor es un atajo, una capacidad de reirnos de nosotros mismos. De pronto uno puede no estar de acuerdo y expresarlo”, aseguró.

Sobre si cree que Cristina Fernández habrá visto el cartel, dijo: “Quisiera creer que la presidenta lo vio y se le escapó una sonrisa. Ahora, para afuera, veo que tiene una clara intención de hacernos sentir su indiferencia, hacer de cuenta que el 8N no pasó”.

Graciela, como miles, estuvo ahí. No fue en representación de nadie, y tampoco se sentía representada. No fue para ofrecer una alternativa, no era su objetivo ni su tarea. Fue a buscar respuestas.
 

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