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La crisis puso en entredicho el liderazgo mundial de EEUU 

Viernes, 18 de octubre de 2013 02:05

La larga y grave crisis presupuestaria, resuelta anteanoche con un pacto de última hora que solo alarga los plazos hasta el siguiente duelo, ha debilitado el liderazgo internacional de Estados Unidos y ha dado argumentos a quienes apuestan por un mundo multipolar en respuesta al inminente declive norteamericano. Si la potencia que debe garantizar la estabilidad económica mundial tiene en vilo al resto de las naciones cada tres meses, esta crisis puede acabar siendo una señal de alarma sobre la necesidad de cambios profundos.

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La larga y grave crisis presupuestaria, resuelta anteanoche con un pacto de última hora que solo alarga los plazos hasta el siguiente duelo, ha debilitado el liderazgo internacional de Estados Unidos y ha dado argumentos a quienes apuestan por un mundo multipolar en respuesta al inminente declive norteamericano. Si la potencia que debe garantizar la estabilidad económica mundial tiene en vilo al resto de las naciones cada tres meses, esta crisis puede acabar siendo una señal de alarma sobre la necesidad de cambios profundos.

Después de varias semanas de negociaciones y acusaciones de todo tipo entre republicanos y demócratas, el Congreso votó anteanoche una ley que permite elevar el techo de deuda solo hasta el 7 de febrero y extender el presupuesto para reabrir la Administración hasta el 15 de enero.

Eso garantiza un comienzo de año envuelto en urgencias y peligros sobre la situación presupuestaria en EEUU. ¿Hasta cuándo puede esto continuar? ¿Qué solución tiene?

El sistema norteamericano se caracteriza por una estricta división de poderes y por la existencia de numerosos instrumentos de contrapeso para evitar los abusos.

Cuando era senador, Barack Obama votó en contra de elevarle el techo de deuda a George W. Bush, aunque más tarde se arrepintió.

Las negociaciones solían afectar asuntos menores y se resolvían sin que trascendieran al público, hasta que el Tea Party llegó a Washington con la voluntad de aprovechar cada ocasión para impulsar su radical programa de reformas. En esta ocasión pedía acabar con la reforma sanitaria de Obama.

El modelo de crear contrapesos de poderes ha quedado en entredicho cuando el futuro del país quedaba pendiente de que un solo senador del Tea Party decidiera si bloqueaba la votación del acuerdo alcanzado por la inmensa mayoría.

Esas anomalías han confluido en esta crisis para llevar a EEUU a las puertas de la catástrofe económica y del ridículo internacional.
Pero son aún peores y más profundas las consecuencias políticas. Durante la crisis, Obama tuvo que ausentarse de una cumbre, donde cedió el protagonismo a China, y cancelar viajes a cuatro países de Asia.

La crisis presupuestaria ha relegado a un segundo plano una apuesta tan fundamental de Obama como la reforma migratoria, que ya había sido aprobada en el Senado con una vía para la legalización de 11 millones de inmigrantes indocumentados.

El Tea Party salió derrotado y ahora el Partido Republicano tiene que poner orden en sus filas para recuperar el papel que ha tenido siempre.

Es que el Tea Party celebró el pasado fin de semana una concentración en la que le pedía a Obama que “pliegue su Corán y se largue”. Si alguien lo controla, no tiene una banca en Washington. John McCain, un representante del viejo orden en el Partido Republicano, confesaba ayer con dolor: “Los republicanos tenemos que admitir que hemos perdido esta batalla”. El final de esta crisis puede ser solo el comienzo de otra aún más difícil de resolver.
 

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