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La inmensa tarea que le espera a Cristina

Domingo, 10 de noviembre de 2013 02:58

La constitucionalidad de la ley de medios ayudó a crear un escenario menos hostil para el Gobierno nacional y acortó bastante los festejos de la oposición, pero no borró el descontento que la sociedad manifestó mayoritariamente en las urnas hace solo dos semanas. Remontar parcialmente esa expresión popular, incluyendo la eventual posibilidad de retener el poder luego de 2015, le va a requerir al Gobierno mucho más que un fallo judicial favorable y la fugaz algarabía por la vuelta de la Presidenta.

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La constitucionalidad de la ley de medios ayudó a crear un escenario menos hostil para el Gobierno nacional y acortó bastante los festejos de la oposición, pero no borró el descontento que la sociedad manifestó mayoritariamente en las urnas hace solo dos semanas. Remontar parcialmente esa expresión popular, incluyendo la eventual posibilidad de retener el poder luego de 2015, le va a requerir al Gobierno mucho más que un fallo judicial favorable y la fugaz algarabía por la vuelta de la Presidenta.

El kirchnerismo necesita afrontar la última etapa de su gestión con la menor parálisis posible para no complicar la gobernabilidad, ya que muchas variables de la economía están mostrando señales de alerta ahora mismo. Ahí es donde se hace fundamental para el Gobierno el regreso de Cristina a su función cotidiana: desde la derrota oficialista en las primarias, cuando se dieron algunos anuncios trascendentes, no hubo una sola decisión de fondo para el desarrollo de la Argentina. No es algo nuevo en política que a quien conduce se lo mide por lo que hace y a quien se opone por lo que dice. ¿Hacen falta cambios urgentes en el Gabinete? Eso dependerá de qué es lo que vaya a buscar la Presidenta para los próximos dos años. Si busca limpiar la cara del Gobierno con nuevas figuras y viejas políticas, lo único que logrará va a ser quemar a su flamante incorporación. De lo contrario, oxigenar los ministerios sería en los hechos oxigenar el sillón de Rivadavia, situación que parece haber sido reclamada el 27 de octubre por casi el setenta por ciento de la gente.

No es un dato menor el hecho de que Jorge Capitanich, gobernador de Chaco y presidenciable dentro del Frente para la Victoria, haya declinado rápidamente cualquier versión que lo ligue con el ministerio de Economía. Capitanich conoce como pocos a Cristina y seguramente desconfía de un cambio de rumbo en los temas más espinosos de la gestión económica, como la inflación, el cepo al dólar y las trabas a las importaciones. El gobernador difícilmente quiera quedar pegado directamente a una profundización de esos problemas de cara a 2015.

No hizo lo mismo el entrerriano Sergio Urribarri sobre su posible entrada a la jefatura de Gabinete. El obediente gobernador kirchnerista sabe que sus únicas chances de llegar a la Casa Rosada están exclusivamente en manos de Cristina y por eso no está en condiciones de mostrar mucha resistencia a lo que deparen para él. Su atributo central hasta ahora no fue otro que la obsecuencia, y Urribarri no puede darse el lujo de perder su principal carta de presentación afuera de su provincia. Cualquier cambio en el Gabinete que no incluya una salida de Guillermo Moreno sería leído en los mercados como maquillaje puro. Sus métodos prepotentes y sus fracasadas políticas para la economía hacen imposible una convivencia pacífica con un ministro de mayor relieve que Hernán Lorenzino. Colocar allí al titular de la Anses, Diego Bossio, o al camporista Axel Kicillof sin un mandato claro de control de la emisión y medidas concretas de fomento a la inversión, solo generaría un posterior desencanto que terminaría pagándolo Cristina con su propia imagen positiva.

“La Presidenta es una mujer muy inteligente y ella reconoce los problemas que hay, lo que no hay que esperar es que busque resolverlos con medidas ortodoxas de ajuste. La Presidenta no volverá de su reposo para ser otra de la que es”, señaló a El Tribuno una fuente confiable del entorno presidencial.

Que no haya giros de 180 grados no implica que la mandataria no tomará decisiones en el corto plazo. Anuncios: todo indica que sobrarán. Se habla de que podría actualizarse a partir de enero nuevamente el mínimo no imponible de Ganancias y no se descartan iniciativas que estimulen el consumo en las clases populares. Anuncios habrá, aunque si se toman de forma aislada posiblemente terminen impulsando nuevamente el fantasma de la inflación.

Incluso, algunos hasta se animan a aventurar que, si se pone difícil la cosa, Cristina podría retirarle el apoyo al jefe del Ejército César Milani en el ascenso que debe discutir pronto el Congreso.

La sucesión

Los próximos meses serán clave para el futuro del PJ y de la interna oficialista. Con Cristina nuevamente en actividad, habrá que estar muy atentos a cualquier gesto de instalación que pudiese llegar a dar la mandataria.

Si se llegara a confirmar la postulación de Daniel Scioli al frente del justicialismo nacional, eso será casi un guiño directo hacia la candidatura presidencial del exmotonauta. Sin embargo, nada garantiza que en diciembre finalmente vayan a normalizarse las autoridades partidarias como busca Scioli: si eso no ocurre, solo se lo puede adjudicar al dedo de Cristina.

Ese dedo que vino decidiendo todas las candidaturas seguirá pesando todavía, pero en 2015 difícilmente será definitorio. Un escenario de primarias, sin Sergio Massa compitiendo en ellas, parece inexorable en una fuerza política que debe reinventarse hacia la moderación y hacia un perfil mucho menos personalista de lo conocido hasta ahora.

 

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