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Saluzzi: ?La música no puede ser un juego de éxitos y aplausos?

Jueves, 07 de marzo de 2013 17:37

 El bandoneonista salteño Dino Saluzzi, uno de los artistas argentinos más reconocidos del mundo, ofreció una mirada reflexiva sobre el hecho musical y exhortó a ‘‘asumir el oficio con responsabilidad’’ y no ‘‘como un juego de éxitos, aplausos, posiciones y aceptaciones’’.
‘‘La música es algo serio. Se la puede asumir responsable o irresponsablemente. No debe ser un juego de éxitos, aplausos, posiciones y aceptaciones. En esa opción, o se ayuda o se destruye’’, sentenció Saluzzi en diálogo con la agencia Télam.
El bandoneonista, de 77 años, acaso el músico argentino más reconocido en el mundo junto con la pianista Martha Argerich, ofreció su mirada crítica mientras espera su retorno a los escenarios, los viernes y sábados de marzo desde las 22 en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575).
En esos conciertos, Saluzzi se reencontrará con el tango y la música de raíz folclórica con una formación familiar integrada por su hijo José María (guitarra), su sobrino Matías (bajo) y su hermano Félix (vientos).
El salteño exhibe una trayectoria impecable que incluyó colaboraciones con músicos como el contrabajista Charlie Haden, la chelista Ana Lechner, los trompetistas Tomas Stanko y Enrico Rava, el guitarrista Al Di Meola además, claro, de Astor Piazzolla.

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 El bandoneonista salteño Dino Saluzzi, uno de los artistas argentinos más reconocidos del mundo, ofreció una mirada reflexiva sobre el hecho musical y exhortó a ‘‘asumir el oficio con responsabilidad’’ y no ‘‘como un juego de éxitos, aplausos, posiciones y aceptaciones’’.
‘‘La música es algo serio. Se la puede asumir responsable o irresponsablemente. No debe ser un juego de éxitos, aplausos, posiciones y aceptaciones. En esa opción, o se ayuda o se destruye’’, sentenció Saluzzi en diálogo con la agencia Télam.
El bandoneonista, de 77 años, acaso el músico argentino más reconocido en el mundo junto con la pianista Martha Argerich, ofreció su mirada crítica mientras espera su retorno a los escenarios, los viernes y sábados de marzo desde las 22 en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575).
En esos conciertos, Saluzzi se reencontrará con el tango y la música de raíz folclórica con una formación familiar integrada por su hijo José María (guitarra), su sobrino Matías (bajo) y su hermano Félix (vientos).
El salteño exhibe una trayectoria impecable que incluyó colaboraciones con músicos como el contrabajista Charlie Haden, la chelista Ana Lechner, los trompetistas Tomas Stanko y Enrico Rava, el guitarrista Al Di Meola además, claro, de Astor Piazzolla.

- Se presentará en el Tasso con un ciclo de ocho conciertos ¿Qué margen existe en ese ámbito para la improvisación y la sorpresa musical?

- La improvisación está en todas las cosas. A veces pareciera que significa falta de responsabilidad. O se dice ‘aquel es un improvisado‘. Sin embargo, hay que prepararse para improvisar.
Vos no tocás nunca como tocaste ayer, aunque sea el mismo salón, el mismo sonido, el mismo instrumento y el mismo clima. Por eso mismo es importante que haya música en vivo, que haya lugares para tocar en vivo. La música es vivo es la verdad.
El Tasso recuerda un espacio que ha perdido la música en vivo y es una de las pocas excepciones. Porque los músicos de tango han sido suplantados por las grabaciones de Pichuco o de Salgán. Y es toda gente que ya no come. Eso no da trabajo.

-Será un reencuentro suyo con la música popular...

-Bueno, no tengo esa capacidad para calificar. No hay música popular y académica; no hay dos músicas. Para tocar la música llamada académica hay que conocer los estilos y con la llamada música popular ocurre lo mismo. Todo el mundo puede tocar un tango, pero la cuestión es cómo se toca. Uno ayuda o puede destruir el asunto.

- ¿La versatilidad interpretativa del tango supone un riesgo en esa disyuntiva? Nunca se toca el tango tal como aparece dictado en la partitura.


- Y nunca se debería tocar como dice la partitura. Por eso es importante la claridad de cada músico, su mensaje, su carga... sin embargo, hay situaciones sociales que tienden a uniformizar los contenidos y ahí se pierde el potencial de cada uno.
Yo peleo por convencer, por estar consciente de la resposanbilidad de ser el representante de un tipo de cultura. Y eso acá en muy difícil. Hay poca claridad en ese sentido. Todo lo demás es absolutamente pasajero.

- ¿Es posible desentender el hecho musical de esa pertenencia territorial que señala?

- No puede haber música sin territorio. No te podés convertir en un suizo. La música no tiene nacionalidad, pero sí geografía.

- Entiendo que hace tiempo viene preparando un nuevo disco de tango y folclore, ¿en qué estado se encuentra ese proyecto?

- Lo estamos haciendo como una suerte de cooperativa porque hay dificultades económicas serias.
La música -música entre comillas- sufre si no tiene éxito. Claro que hay otra que es tan linda que no debería sufrir aunque no se vendiera. Todo eso pone al músico en un lugar casi heroico.
Tenemos zambas hermosas que son tocadas por el piano, el bandoneón, algunas guitarras, pero no por las tantas orquestas que son financiadas por el Estado, que están al margen de la música de esta región. Esa es una colaboración al olvido y a la destrucción.

- Recién mencionó al bandoneón, su instrumento, ¿qué ejecutantes jóvenes le llaman la atención?

- Quedan buenos bandoneones, pero es un instrumento que tiene vida corta, que depende de cómo se usa, de que no se lo hiera.
Yo conozco a los bandoneonistas de mi generación y a los jóvenes los he visto, claro, y algunos tocan muy bien. Pero eso es una obligación si uno se dice bandoneonista.
La música es arte y ciencia. Muchos tocan muy bien. Ahora, de tocar bien al hecho artístico todavía hay un largo camino.

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