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Continúan llegando los peregrinos desde la Puna

Viernes, 13 de septiembre de 2013 01:57

Si uno se abstrae de las señales de fatiga de sus pasos vacilantes y del sudor que marca sus rostros curtidos, cuánto puede aprender de los peregrinos. 

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Si uno se abstrae de las señales de fatiga de sus pasos vacilantes y del sudor que marca sus rostros curtidos, cuánto puede aprender de los peregrinos. 

Los puede ver capaces de esa fe infinita, andando caminos bajo el sol rasante, balbuceando plegarias y mirando esa imagen del Cristo sangrante.

Cuán pequeños nos hacen sentir en su sacrificio. Sin dudas, Dios omnipotente camina con los peregrinos.
El miércoles pasado, avanzadas las 7 de la mañana, descendían del Abra de Muñano, ubicado 32 km al noroeste de Santa Rosa de Tastil, por el camino viejo, unos 1.500 peregrinos provenientes de San Antonio de los Cobres. El impulso inaugural había quedado en Mina Martillo (220 km de San Antonio). En el trayecto por Mina Patito, Sijés, Santa Rosa de los Pastos Grandes, Abra El Gallo y Olacapato, más caminantes había engrosado ese río caudaloso y de varios brazos que inicia la peregrinación minera.


LOS NIÑOS CRUZ YA COLABORAN EN LA RECEPCION DE
LOS FIELES

A las 9, los esperaban los Cruz en La Bomba, con el desayuno. A las 13, los Taritolay les ofrecían el almuerzo en La Encrucijada. A las 19, llegarían a Santa Rosa de Tastil, donde pasan usualmente la noche. El Tribuno los acompañó en estas tres paradas y mientras recuperaban el resuello, alimentándose y descansando brevemente, tuvieron un considerado gesto con el equipo de este matutino y contaron por qué salen al camino en búsqueda del Dios que ya llevan dentro.

El esfuerzo minero

Mario Sangüezo (36) es minero y este es el sexto año que forma parte del contingente de las minas Martillo y Patito. A ellos se adhirieron trabajadores de Ulex, Euroboro, Bórax y Maggie. En total son 120, incluidos sus familiares. Los números de 2012 indican que se triplicaron las voluntades. “Los jefes entienden que queremos hacer esto y que no afectamos el trabajo. Cambiamos los descansos para obtener permiso. Nuestra intención siempre fue la de agradecer por el trabajo que tenemos”, cuenta. Agrega que el tramo más difícil son los 73 km entre Santa Rosa de los Pastos Grandes y San Antonio de los Cobres y entre esta y Santa Rosa de Tastil. En los otros parajes y pueblos las caminatas son más racionadas.

Los hermanos promesantes

Pablo Cruz (36), José (24) y Mauricio (27) viven en San Antonio y trabajan en talleres de chapa y pintura. Vinieron con cuatro amigos más. Todos visten una pechera con la imagen de Francisco: “Creo en ti, Señor, aumenta mi fe”. Pablo obedeció el mandato y transmitió la fe. “Fue una emoción muy grande traerlos a ellos porque en familia no sentís cansancio, no te duele nada”, reflexiona.

El médico peregrino

Carlos (60) pide que reservemos su apellido y -si pudiéramos- que venzamos la tentación de difundir su testimonio. Esta es su quinta peregrinación. “Peregrinar impacta desde la fe. Se evangeliza. Esto te seduce y no querés cortarlo más. Yo no entro a la catedral. En Quijano la termino porque creo que no estoy preparado para entrar. Es agradecer, pedir, proponer. Lo tenés a Dios cerca y sentís que vive en vos”, asegura.

La recta final

Hoy a las 7, desayunan en Chorrillos. A las 12.30, almuerzan en El Alisal. A las 16, llegan a Campo Quijano, de donde saldrán mañana a las 2.30. A las 7 desayunarán en Villa Lola y a las 12 almorzarán en el Jockey Club. A las 15, llegarán a la catedral. Allí depositarán sus intenciones, testimonios y pedidos. Quién pudiera saberse así de amado, perdonado, sanado y protegido. Luego de la procesión, sin dudas, Dios omnipresente emprenderá el regreso con los peregrinos.

Hoy comienza el Triduo con la Solemnidad de la Santísima Virgen del Milagro. Misas: a las 7, 8, 13, 17, 19, 20.30 y 22. Misa estacional: a las 10.

Se realizará la procesión en memoria de la primera procesión realizada en 1692 (concentración en la parroquia San Juan Bautista de la Merced, Caseros 869), a partir de las 20.30.

Aroma a incienso y desayuno

El miércoles pasado por la mañana la lumbre solar enaltecía una casa de adobe con techo de paja. La finca de la familia Cruz, en La Bomba, estaba adornada con guirnaldas de papel crepé trenzado, blancas y celestes, blancas y amarillas, globos blancos y palmas. Fueron palmas y ramos de olivo que los habitantes de Jerusalén sacudieron y colocaron al paso de Jesús, cuando entraba en esa ciudad y lo aclamaban rey de reyes. Así Esteban Benancio Cruz (82) y sus tres hijos aclaman a los peregrinos, “a los venidos en nombre del Señor”. Sobre dos tablones habían dispuesto bollos, tortas y pan prolijamente cortado. Humeaban las ollas de mate cocido. Manos diligentes trabajaban coordinadamente y algunos rezaban en la sala de una morada donde ya no vive nadie, pero cuyas puertas se abren los 11 de septiembre para recibir a los venidos de San Antonio de los Cobres. Desiderio Cruz (60) es camionero y cuenta que tanto él como sus hermanos y su padre viven en San Antonio. Relata que durante estos 25 años, escuchó muchas historias, mientras compartía la mesa con peregrinos.

Historias tan prodigiosas que solo pueden creerse con los ojos velados por ese portento que es la fe. “Ojalá pueda seguir un tiempo más como cuando les di el desayuno a esos primeros 14 hombres que vinieron por acá. Ojalá pueda seguir 25 años más”, dice, despreocupado por el posible cese de su vida. A unos metros, Juana (57), hermana de Desiderio, dirige a varias señoras. Acondiciona el incienso con el que atravesará las líneas peregrinas, dando especial atención a imágenes y estandartes. “Es una costumbre que nos dejó mi madre, que empezó esto y ya se ha ido”, cuenta.

Florencia (5), Santos (5), Victoria (3), Sofía (7) y Guillermo (9) son la cuarta generación de Cruz. Van y vienen excitados, desde la vera del camino hasta la casa y viceversa. Encaramados en las puntas de sus pies, escudriñan el horizonte, impacientes porque se demoran los peregrinos. Como los demás se habían levantado a las 7 de la mañana y habían cortado pan y bollo con chicharrón. “Ellos vienen cansados y con los pies lastimados”, dice Flor. “Van a tomar el té y comer torta, que es como postre para ellos”, añade Guille.

La solidaridad se agranda en “La Villa” 

El sábado, desde las 7, vecinos de villa San Antonio se instalarán en los espacios verdes de La Florida y 16 de Septiembre, frente a la plaza Macacha Güemes, para acercar a peregrinos agua mineral, jugos, gaseosas y sandwiches.

Será este el tercer año del gesto solidario que nació por iniciativa de los integrantes del equipo de fútbol de super veteranos de “La Villa”, quienes movilizaron a primero a sus familias y después a otros de la populosa barriada de la zona sur, para animar a los peregrinos del Milagro en el tramo final de sus fervientes caminatas desde el oeste andino y los valles del sur.

Gerardo Ruiz, uno de los referentes de la cruzada, contó que en septiembre de 2011, sin imaginar tamaña respuesta, juntaron en pocos días 250 litros de agua mineral, 150 fardos de gaseosas y una importante cantidad de sandwiches. También hicieron bolsitas con golosinas para los más chicos. “Fue tan bueno el resultado que nos propusimos repetirla en 2012 con más voluntarios y asistencias. Los aportes se duplicaron y este año esperamos triplicarlos”, manifestó Ruiz, con la misma fe que mueve a los peregrinos en cada septiembre desde épocas inmemorables.

Los muchachos de “La Villa”, sus esposas e hijos trabajan a destajo para alcanzar su nueva meta. Pidieron a las personas que quieran arrimar algún aporte de bebidas y alimentos seguros, o darles una mano el sábado, que se comuniquen a los teléfonos 155013279 (Gerardo) ó 155012332 (Marina). Aseguraron que hasta el más pequeño grano de arena será gigante.

Un lazo solidario e indestructible


LOS TARITOLAY, UN EJEMPLO DE UNION FRATERNA.

En el paraje La Encrucijada se encuentra la finca de Los Taritolay. Cerca del mediodía del miércoles pasado, un denso humo de leña delataba la cocción del locro y el picante de mondongo, comidas de un alto nivel calórico. Sustanciosas y nutritivas “para resucitar muertos”, aclara Julieta (31), tercera camada de los Taritolay. Otra señora protesta porque estaba revolviendo una sopa liviana y “jamás le ha caído nuestra comida mal a nadie”. Tanto hombres como mujeres habían terminado su jornada a las 5 de la madrugada y tras dos horas de reposo, a las 7, estaban en plena actividad. “Es hermoso ver bajar de la montaña los pies del mensajero de la paz”, rezaba un pasacalles que dio mucha pelea para quedar fijo. A las 13, los 1.500 peregrinos de San Antonio de los Cobres leerán antes que nada esta dedicatoria.

La finca de La Encrucijada se mantiene gracias a los esfuerzos de Teresa Taritolay (54), pero allí no vive nadie. Los hijos de don Epifanio Taritolay (88) son nueve: Pocha (60), Carlos (58), Dina (54), Alfredo (50), Teresa (53), Américo (48), Guillermo (45), Facundo (42) y Daniel (40). Todos viven en Salta y heredarán algún día La Encrucijada. Sin embargo, ellos consideran que el legado más valioso que les dejará Epifanio es el servicio a los peregrinos. “Nos sentimos muy fortificados después de haber cumplido una misión más, que en realidad heredamos de nuestra madre. Ella la inició con muy poca gente”, cuenta Américo.

Su progenitora era una señora muy piadosa que abandonaba la postura en dos piernas como muestra de fe y salía al camino. “Imagine, usted, arrodillarse sobre piedras. Ella salía arrodillada al encuentro de los peregrinos y llegaba arrodillada o descalza a la catedral. Cuando estaba ella sola habrá sido tan difícil y ella lo hizo tan fácil...”, suspira Guillermo. Reconociendo que el espíritu de servicio fue traspasado en mayor medida a dos almas: Américo y Teresa, el resto les hace entrega de dos cuadros con la imagen del Papa. “Es tan lindo rezar, mirar hacia el cielo, mirar a nuestro corazón y saber que tenemos un padre bueno que es Dios”, reflexiona en la imagen Francisco I. Y ya fue dicho que cuando los Taritolay miran al cielo no pueden dejar de pensar en su madre.

El canto de Policarpo Barboza
en Santa Rosa de Tastil


POLICARPO OFRECE SU CASA Y SU CANTO A LOS PEREGRINOS

Policarpo Barboza nació hace 65 años en Santa Rosa de Tastil, ubicada a 106 km de la ciudad de Salta. Trabajó en Vialidad de la Provincia y se jubiló hace un par de meses. Hace 25 años que recibe y da alojamiento en su local de comidas a los peregrinos que bajan de San Antonio de los Cobres. Policarpo solía sumarse a esta cruzada de fe y llegar con ellos hasta la catedral, pero hace dos años formó un nuevo grupo con gente de Rosario de Lerma. Con ellos salió el miércoles pasado, a las 15, para hospedarse en El Alfarcito. De allí partieron ayer a las 3 de la madrugada y llegarán mañana, a las 17, a Salta capital. Son 600 personas provenientes de parajes como Las Cuevas, El Palomar, El Toro, Potrero de Chañe, El Rosal, San Bernardo de las Zorras, Las Capillas, Santa Rosa, Solá, Maury y El Alfarcito. Unos 2.000 peregrinos de San Antonio de los Cobres llegaron el miércoles pasado, a las 18, a Santa Rosa.

Tienen una cita marcada con la familia de Policarpo. Traen sus carpas y bolsas de dormir para pernoctar en el salón comedor de los Barboza y las habitaciones de la casa, aunque su copioso número colocará a algunos a cielo abierto: en la plaza y la iglesia. “Es una promesa muy grande que hice al Señor. Por eso voy a seguir con esto”, aclara Policarpo. “Cuando uno llega a la casa del Señor, a la catedral, agradecés que llegás sano y salvo y se te borran todas las enfermedades. Es una emoción total. Antes de entrar las lágrimas se te van. No solo a uno sino a todos los hermanos”, dice.

Las lágrimas también son hermanas, caen de dos en dos, y esa emoción latió fuerte en el corazón de Policarpo, tomó ritmo de chaya y se transformó en el himno de los peregrinos de la quebrada del Toro, que estrenarán este año. “Somos peregrinos del cerro, de la quebrada del Toro/ Todos unidos caminamos pa’ llegar a tu santuario/ Virgencita del Milagro, todo el camino recé/ Desesperado por verte, que nunca me abandones/ Agarrados de la mano, así todos avanzamos/ Con mis piecitos ampollados a verte, Señor del Milagro/ Saliendo de madrugada, cruzando cielos y ríos/ De rodillas estamos entrando, con mis ojitos llorando/ En tu casa ya estamos con alegría cantando/ Dándote miles de gracias la bendición que nos has dado”.

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