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29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
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La primera visita de Isabel Perón a la ciudad de Salta

Sabado, 05 de diciembre de 2015 01:00
Sorpresivamente el domingo 10 de octubre de 1965, llegó a Buenos Aires, procedente de España, vía Paraguay, doña María Estela Martínez de Perón. Como el día siguiente era feriado para la prensa, el país se enteró de su llegada el miércoles 13 de octubre.
Por unos días, Isabel Perón se alojó en un hotel de Recoleta, pero por las agresiones a que fue sometida por vecinos del barrio Norte, cambió de domicilio.
Primero se mudó al hotel de Luz y Fuerza, Callao al 1700, pero como las agresiones continuaron hasta transformarse en graves disturbios con la complicidad de la Policía Federal, partió al hotel de SUPE, algo más alejado. Finalmente optó por aceptar residir en domicilios particulares de dirigentes peronistas de Buenos Aires. A la prensa españoles, Perón les había dicho que su esposa viajaba a la Argentina por problemas familiares, pero la verdad era otra: la división del peronismo. "Isabelita va con la orden de enfrentar a los que quieren organizar un peronismo sin Perón", dijo el General en un mensaje gravado enviado a su delegado personal en Montevideo, el coronel Vicente.
Es que con el "vandorismo" a la cabeza, en varias provincias se escuchaba: "Hay que estar contra Perón para salvar a Perón".
Y así fue que Isabel, con el fin de unificar al peronismo tras la figura de Perón, participó de más 600 reuniones en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, Tucumán, Salta, Corrientes y Catamarca.
En Salta
Aquí, la noticia del arribo de Isabel Perón movilizó de inmediato a las tres agrupaciones internas del PJ (Azules, Verdes y Celestes). Por su parte, la rama femenina "Lealtad y Lucha", Lista Verde, liderada por el doctor Miguel Ragone, sacó ventaja y el 14 de octubre, telegrafió Isabel invitándola a visitar Salta.
Días después, el 28 de octubre, el PJ presidido por Tomás Ryan, constituyó una comisión especial para recibir a Isabel. La integraban Ernesto F. Bavio (exsenador nacional que tomó el juramento a Perón en 1946), Miguel Ragone, Néstor Salomón, Abraham Ralle, Ricardo Falú y Nestor Rodríguez.
Isabel en Salta
Finalmente, tres meses después de su arribo al país, la señora de Perón llegó a Salta procedente de Tucumán. Se la esperaba a la 8 de la noche pero llegó casi a las 2 de la mañana del 14 de diciembre. A esa hora un coche rojo arribó a la sede del PJ, San Martín 368, frente al parque San Martín. Pero la multitud que la esperaba le impidió apearse e ingresar a la sede, razón por la cual la policía aconsejó que continuara su marcha rumbo al Hotel California (Alvarado al 600), donde finalmente se alojó.
La demora
Como la gente se enteró que Isabel Perón arribaría a Salta por vía automovilística desde Tucumán, se volcó a la ruta para verla pasar o simplemente para saludar.
Ya en territorio salteño, el Valiant que la llevaba debió parar en El Tala, Rosario de la Frontera, Metán y especialmente en Torzalito (cruce de Gemes), donde se había reunido muchísima gente procedente de Jujuy y del norte de la provincia. Todos querían conocer a la tercera esposa de Perón.
Previamente por vía aérea habían arribado a Salta los dirigentes nacionales Julio Antún, Pedro Eladio Vázquez, José Alonso, Carlos Guerci, Guillermo Di Prisco y la coordinadora Haydeé Pesce.
Junto a Isabel viajaban Haydeé Bonin y Brito Lima, jefe de los custodios que viajaban en otro coche, entre ellos, el exdiputado salteño Eduardo Barrionuevo.

"Hay que terminar con los iracundos"
En Salta, Isabel adelantó el mensaje de paz que Perón reiteró hasta su muerte. El 20 de diciembre de 1965, Isabel Perón dejó Salta. Fue la estadía más larga de su gira nacional de seis meses. Fueron jornadas de intensa labor que se iniciaban luego de ir a misa en distintas iglesias. Recibió sin distinción a todos los peronistas que se acercaron a su bunker instalado en el gremio telefónico, donde ya pisaba fuerte don Olivio Ríos, antivandorista y vicegobernador del doctor Miguel Ragone (1973).
Atendió delegaciones gremiales de capital e interior; a mujeres de la Rama Femenina; integrantes de la juventud, autoridades partidarias, entre ellas, los 23 consejos departamentales justicialistas, ediles, legisladores provinciales y nacionales. Visitó barrios pobres y a los representantes juveniles les entregó el "Mensaje de Perón a la Juventud del año 2000" y al resto de la dirigencia, adelantó conceptos que Perón repitió hasta el cansancio en su retorno de 1972, y que hoy, 50 años después, la Argentina aún reclama.
"Hoy la tónica del peronismo -dijo- ha cambiado. Debe ser de respeto y consideración para con todos los argentinos, aunque discrepen con nosotros. Hay que actuar con serenidad, haciendo valer nuestras razones y teniendo por bandera nuestra doctrina. Debemos respetar a los adversarios para que a la vez ellos nos respeten a nosotros".
Finalmente añadió: "El peronismo no busca la guerra civil ni la violencia ni el derramamiento de sangre de nuestros hermanos. Así lo ha demostrado el general Perón en muchas oportunidades. Se hace necesario pues, terminar con los iracundos", dijo Isabel.

Lo que pasaba en el peronismo salteño
El supuesto pacto Durand - Lovaglio había dividido a los bloques peronistas. En el PJ local, pese a haberse impuesto Tomás Ryan en las elecciones internas de 1964, los enfrentamientos internos no cesaron. Por el contrario, se agravaron. Primero por la intransigencia de Miguel Ragone al no reconocer su derrota en las elecciones internas, y segundo, por la forma confrontativa que intentaba conducir al peronismo local Tomás Ryan, el presidente electo.
Y así a mediados del 65, la sangre llegó al río. En la Legislatura los bloques justicialistas se partieron: en el Senado Eleodoro Rivas Lobos encabezó el "alzamiento" y Carím Abdala en Diputados. En números, ambos se quedaron con la parte del león. Pero en la Cámara joven los "pactistas" (pacto Durand - Lovaglio) fueron más lejos aún: separaron del bloque al mismísimo presidente del partido Tomás Ryan, y junto a él cayeron Juan Emilio Marocco y Horacio Bravo Herrera.
A grandes rasgos, así fue cómo Isabel Perón encontró al peronismo local, en el cual nadie levantaba el "peronismo sin Perón". Esa bandera ya había sido izada en 1961 por el exgobernador peronista Ricardo Durand al fundar el Movimiento Federal Democrático.
A ese "colectivo" lo tomaron quienes decían no querer recibir "órdenes de afuera". En realidad, fueron los primeros que rechazaron la conducción de Perón. Después hicieron lo mismo los Montoneros aunque con otras medicinas.
El supuesto arreglo de los "pactistas"
El gobernador Ricardo Durand, sin vínculos con el peronismo y tampoco con el sindicalismo "vandorista", fue un meritorio navegante solitario que en 1961 fundó su propio partido: el Movimiento Federal Democrático. De no mediar el golpe militar que derrocó a Illia en el 66, seguramente habría triunfado en las elecciones del 67. Pero como él no podía ser reelecto, se dijo que había pactado con el senador nacional Lovaglio para canjear gobernación por banca.
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Sorpresivamente el domingo 10 de octubre de 1965, llegó a Buenos Aires, procedente de España, vía Paraguay, doña María Estela Martínez de Perón. Como el día siguiente era feriado para la prensa, el país se enteró de su llegada el miércoles 13 de octubre.
Por unos días, Isabel Perón se alojó en un hotel de Recoleta, pero por las agresiones a que fue sometida por vecinos del barrio Norte, cambió de domicilio.
Primero se mudó al hotel de Luz y Fuerza, Callao al 1700, pero como las agresiones continuaron hasta transformarse en graves disturbios con la complicidad de la Policía Federal, partió al hotel de SUPE, algo más alejado. Finalmente optó por aceptar residir en domicilios particulares de dirigentes peronistas de Buenos Aires. A la prensa españoles, Perón les había dicho que su esposa viajaba a la Argentina por problemas familiares, pero la verdad era otra: la división del peronismo. "Isabelita va con la orden de enfrentar a los que quieren organizar un peronismo sin Perón", dijo el General en un mensaje gravado enviado a su delegado personal en Montevideo, el coronel Vicente.
Es que con el "vandorismo" a la cabeza, en varias provincias se escuchaba: "Hay que estar contra Perón para salvar a Perón".
Y así fue que Isabel, con el fin de unificar al peronismo tras la figura de Perón, participó de más 600 reuniones en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, Tucumán, Salta, Corrientes y Catamarca.
En Salta
Aquí, la noticia del arribo de Isabel Perón movilizó de inmediato a las tres agrupaciones internas del PJ (Azules, Verdes y Celestes). Por su parte, la rama femenina "Lealtad y Lucha", Lista Verde, liderada por el doctor Miguel Ragone, sacó ventaja y el 14 de octubre, telegrafió Isabel invitándola a visitar Salta.
Días después, el 28 de octubre, el PJ presidido por Tomás Ryan, constituyó una comisión especial para recibir a Isabel. La integraban Ernesto F. Bavio (exsenador nacional que tomó el juramento a Perón en 1946), Miguel Ragone, Néstor Salomón, Abraham Ralle, Ricardo Falú y Nestor Rodríguez.
Isabel en Salta
Finalmente, tres meses después de su arribo al país, la señora de Perón llegó a Salta procedente de Tucumán. Se la esperaba a la 8 de la noche pero llegó casi a las 2 de la mañana del 14 de diciembre. A esa hora un coche rojo arribó a la sede del PJ, San Martín 368, frente al parque San Martín. Pero la multitud que la esperaba le impidió apearse e ingresar a la sede, razón por la cual la policía aconsejó que continuara su marcha rumbo al Hotel California (Alvarado al 600), donde finalmente se alojó.
La demora
Como la gente se enteró que Isabel Perón arribaría a Salta por vía automovilística desde Tucumán, se volcó a la ruta para verla pasar o simplemente para saludar.
Ya en territorio salteño, el Valiant que la llevaba debió parar en El Tala, Rosario de la Frontera, Metán y especialmente en Torzalito (cruce de Gemes), donde se había reunido muchísima gente procedente de Jujuy y del norte de la provincia. Todos querían conocer a la tercera esposa de Perón.
Previamente por vía aérea habían arribado a Salta los dirigentes nacionales Julio Antún, Pedro Eladio Vázquez, José Alonso, Carlos Guerci, Guillermo Di Prisco y la coordinadora Haydeé Pesce.
Junto a Isabel viajaban Haydeé Bonin y Brito Lima, jefe de los custodios que viajaban en otro coche, entre ellos, el exdiputado salteño Eduardo Barrionuevo.

"Hay que terminar con los iracundos"
En Salta, Isabel adelantó el mensaje de paz que Perón reiteró hasta su muerte. El 20 de diciembre de 1965, Isabel Perón dejó Salta. Fue la estadía más larga de su gira nacional de seis meses. Fueron jornadas de intensa labor que se iniciaban luego de ir a misa en distintas iglesias. Recibió sin distinción a todos los peronistas que se acercaron a su bunker instalado en el gremio telefónico, donde ya pisaba fuerte don Olivio Ríos, antivandorista y vicegobernador del doctor Miguel Ragone (1973).
Atendió delegaciones gremiales de capital e interior; a mujeres de la Rama Femenina; integrantes de la juventud, autoridades partidarias, entre ellas, los 23 consejos departamentales justicialistas, ediles, legisladores provinciales y nacionales. Visitó barrios pobres y a los representantes juveniles les entregó el "Mensaje de Perón a la Juventud del año 2000" y al resto de la dirigencia, adelantó conceptos que Perón repitió hasta el cansancio en su retorno de 1972, y que hoy, 50 años después, la Argentina aún reclama.
"Hoy la tónica del peronismo -dijo- ha cambiado. Debe ser de respeto y consideración para con todos los argentinos, aunque discrepen con nosotros. Hay que actuar con serenidad, haciendo valer nuestras razones y teniendo por bandera nuestra doctrina. Debemos respetar a los adversarios para que a la vez ellos nos respeten a nosotros".
Finalmente añadió: "El peronismo no busca la guerra civil ni la violencia ni el derramamiento de sangre de nuestros hermanos. Así lo ha demostrado el general Perón en muchas oportunidades. Se hace necesario pues, terminar con los iracundos", dijo Isabel.

Lo que pasaba en el peronismo salteño
El supuesto pacto Durand - Lovaglio había dividido a los bloques peronistas. En el PJ local, pese a haberse impuesto Tomás Ryan en las elecciones internas de 1964, los enfrentamientos internos no cesaron. Por el contrario, se agravaron. Primero por la intransigencia de Miguel Ragone al no reconocer su derrota en las elecciones internas, y segundo, por la forma confrontativa que intentaba conducir al peronismo local Tomás Ryan, el presidente electo.
Y así a mediados del 65, la sangre llegó al río. En la Legislatura los bloques justicialistas se partieron: en el Senado Eleodoro Rivas Lobos encabezó el "alzamiento" y Carím Abdala en Diputados. En números, ambos se quedaron con la parte del león. Pero en la Cámara joven los "pactistas" (pacto Durand - Lovaglio) fueron más lejos aún: separaron del bloque al mismísimo presidente del partido Tomás Ryan, y junto a él cayeron Juan Emilio Marocco y Horacio Bravo Herrera.
A grandes rasgos, así fue cómo Isabel Perón encontró al peronismo local, en el cual nadie levantaba el "peronismo sin Perón". Esa bandera ya había sido izada en 1961 por el exgobernador peronista Ricardo Durand al fundar el Movimiento Federal Democrático.
A ese "colectivo" lo tomaron quienes decían no querer recibir "órdenes de afuera". En realidad, fueron los primeros que rechazaron la conducción de Perón. Después hicieron lo mismo los Montoneros aunque con otras medicinas.
El supuesto arreglo de los "pactistas"
El gobernador Ricardo Durand, sin vínculos con el peronismo y tampoco con el sindicalismo "vandorista", fue un meritorio navegante solitario que en 1961 fundó su propio partido: el Movimiento Federal Democrático. De no mediar el golpe militar que derrocó a Illia en el 66, seguramente habría triunfado en las elecciones del 67. Pero como él no podía ser reelecto, se dijo que había pactado con el senador nacional Lovaglio para canjear gobernación por banca.
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