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Una madre pide explicaciones por la muerte de su hija en el hogar Sala Cuna

La mamá se hallaba internada en el San Bernardo. No le avisaron sobre el deceso de su hija de cinco años. La menor de cinco años padecía una seria discapacidad y sufrió una infección generalizada. 
Jueves, 26 de octubre de 2017 00:00

"Estuve internada casi treinta días y en ese tiempo me quitaron a mi hija, que padecía discapacidad, supuestamente para cuidarla y protegerla y el lunes 23 me la entregaron sin vida y nadie se hizo cargo de nada, ni siquiera de los gastos de sepelio", dijo la mamá Susana Camacho.

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"Estuve internada casi treinta días y en ese tiempo me quitaron a mi hija, que padecía discapacidad, supuestamente para cuidarla y protegerla y el lunes 23 me la entregaron sin vida y nadie se hizo cargo de nada, ni siquiera de los gastos de sepelio", dijo la mamá Susana Camacho.

Lo cierto es que la niña que en vida fuera Janet Villagómez falleció el 21 de octubre a las 19, víctima de una infección generalizada, contraída en las instalaciones de la Hogar Sala Cuna, ubicado sobre calle 25 de Mayo.

La mamá, aún con evidentes secuelas de una operación con complicaciones posoperatorias, relató crudamente una maniobra supuestamente judicial que acabó con la vida de su pequeña hija.

Susana Camacho, de 34 años y madre de cinco chicos, relató su desgraciada situación de esta manera: "Todo comenzó a los dos días que me internaron en el hospital San Bernardo. Yo tenía una cirugía programada por una doble hernia umbilical y dejé al cuidado de mis familiares a mis cinco hijos".

"A mi pequeña Janet, que padecía una seria discapacidad, la dejé al cuidado de mi madre, quien a las 24 horas recibió la visita de un empleado de Derechos Humanos y horas después una licenciada de apellido Sánchez dispone el traslado hacia el Hogar Cuna de mi hijita, quien se hallaba en perfecto estado de salud", recordó la mujer.

En ese lugar "le hicieron firmar a mi madre la internación de mi hija y quedó rubricado que yo la podía retirar cuando me restableciera", sostuvo, y continuó: "Cuando me enteré pedí un alta voluntaria y me dirigí a la Sala Cuna pero solo me dejaron verla unos minutos".

Eso fue a fines de agosto.

Luego la herida de la operación de la mujer se complicó y debió ser internada nuevamente.

"El 27 de septiembre, casi restablecida, intenté recuperar a mi hija pero me lo impidieron. Me dijeron que debía pedir la restitución por intermedio de la Justicia. Así pasaron los días sin que me dieran explicaciones de por qué se me impedía incluso el contacto con ella. En los primeros días de octubre, aún convaleciente, me entero de que mi hija se encontraba enferma, pedí explicaciones pero nadie respondió por ella. El 17 de octubre una mujer que asiste a la Casa Cuna se dio con la novedad de que mi hija no se hallaba allí, sino que estaba agonizando en un hospital público", relató.

Así, enferma aún, "me dirigí a todos los lugares a golpear todas las puertas pero nadie me recibió".

El sábado 21 de octubre "mi hija murió por una infección generalizada, pero aun así no pude verla, porque su cuerpo se hallaba judicializado. Tuve que esperar hasta el lunes 23 para hacer los trámites de rigor para que me la restituyan, aunque más no sea sin vida".

"No tengo nada más que a mis hijos y aún en esa pobreza, alquilando dos piezas chicas en el barrio Ceferino, los estoy criando", describió.

"Me arrebataron a mi hija con el pretexto de cuidarla, de darle lo que yo no pude brindarle pero, ya ve, fue solo para matarla. Si eso ya es lamentable, peor fue mi peregrinar por distintas instituciones públicas, llenas de empleados que le cerraron la puerta a una mamá desesperada".

"Nunca pude pagar un servicio de sepelio. Jamás me alcanzó, pero en la necesidad supliqué por algo digno y me ofrecieron una fosa común. Ninguno de los que me la quitaron se hizo cargo. Nadie de la Sala Cuna se acordó de mi hija. La Municipalidad de Salta, digamos que los vecinos, se apiadaron de mí y me brindaron el servicio de sepelio", afirmó.

"Esto no puede quedar así. Hay responsables y debe haber sanciones para quienes juegan con la vida de nuestros hijos", dijo la mamá.

Sin casa, sin ingresos

La desafortunada madre en estos momentos habita una precarísima vivienda, en un inquilinato de barrio Ceferino. Junto a sus más pequeños y a su madre (abuela de los chicos) relataron la otra cara del despojo.
“No tenemos nada, alquilamos este lugar y prácticamente sobrevivimos. Estamos como en una caverna, solo con lo más elemental. En ese cuadro de pobreza extrema y mi hernia que me impedía cualquier trabajo estábamos subsistiendo con los planes sociales.
Mi hija, por la que más percibía la ayuda de los verdaderos argentinos, ya no está y con ella se fue también el alimento de sus hermanos”, explicó. 
“No hay razón para que una tragedia me traiga otra y otra. A la pérdida de mi hija discapacitada el hambre nos acecha y no sé si podremos pagar el alquiler. Toda nuestra familia está en la más absoluta miseria y esa nueva carga no puede ser una nueva injusticia”. 

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