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Diego Lagomarsino: el espía de Cromañón

Este personaje, que será indagado el martes, siembra dudas desde su primera aparición.A partir de certeros datos, El Tribuno reconstruyó una faceta desconocida que jugó en el pasado.
Viernes, 10 de noviembre de 2017 00:00

A partir de aquella noche del 18 de enero de 2015, la muerte del fiscal Nisman ponía en los medios de comunicación a numerosos actores, mediáticos en su mayoría, que después ocuparían horas en programas de televisión y abundante centimetraje en diarios y revistas.

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A partir de aquella noche del 18 de enero de 2015, la muerte del fiscal Nisman ponía en los medios de comunicación a numerosos actores, mediáticos en su mayoría, que después ocuparían horas en programas de televisión y abundante centimetraje en diarios y revistas.

Uno de esos personajes, hasta esos momentos un desconocido para el gran público, era un joven delgado que al parecer gozaba de gran confianza por parte de fiscal asesinado. Se trataba de Diego Lagomarsino, quien -según señalan aquellos que lo conocían- se dedicaba a la informática y prestaba servicios en la unidad de investigación que comandaba Nisman.

Desde el comienzo del escándalo Lagomarsino apareció, cuanto menos, como sospechoso por su cotidianidad con el fiscal asesinado y por su presencia en la "ventana de tiempo" más comprometida: la que va desde las 20 horas del sábado hasta las primeras horas de las madrugada del domingo, en que es encontrado el cuerpo de Nisman.

Otros sospecharon sobre sus verdaderas intenciones cerca del fiscal.

En un complejo entramado de la investigación, que incluía a miembros del gobierno de Irán; a las más altas autoridades nacionales; a servicios de inteligencia extranjeros y a una denuncia que aún involucra a la expresidenta y su canciller de entonces, Lagomarsino se constituyó en una pieza que no terminaba de encajar en medio de semejante rompecabezas internacional.

Para ahondar en el perfil del joven informático El Tribuno tuvo acceso a un testimonio que pone blanco sobre negro el perfil de un joven que, por estos momentos, se encuentra en el ojo de la investigación del caso que el juez de la causa ya califica como "homicidio".

Dos tragedias

Como si la historia quisiera traernos recuerdos no gratos, el asesinato del fiscal que estuvo a punto de denunciar a CFK por "traición a la patria", se entrecruza con otra tragedia nacional: Cromañón.

Después de que las víctimas fueran despedidas para siempre por su deudos, los familiares comenzaron a organizarse en busca de verdad y justicia. Uno de esos padres del dolor, José Iglesias, que había perdido a su hijo Pedro, de 19 años, en el incendio de la discoteca, relató a El Tribuno el cruce que tuvo su trágica historia personal con Lagomarsino.

"En enero de 2005 se me acerca un joven y me dice que es estudiante de fotografía y me pide autorización para tomar fotos y así contar nuestra historia. Me seguía a todas partes, recordó, incluso participó en algunas reuniones de nuestro grupo de padres".

De esa forma Lagomarsino logró "pegarse" a Iglesias durante unos 15 días, siendo testigo del dolor personal por la pérdida de un hijo y obteniendo, a su vez, valiosa información sobre la organización de los padres de Cromañón y sus pasos a seguir.

"Un día -recuerda Iglesias- me pidió conocer la habitación de mi hijo para tomar unas fotografías. A pesar que no había mucha luz disparó su cámara sin contar con flash ni utilizar ningún filtro especial, lo que me pareció extraño. Después desapareció y entonces comencé a darme cuenta de que en realidad nos había estado espiando todo el tiempo". Después, el joven fotógrafo desapareció.

"Nunca más lo vi", recuerda Iglesias, hasta un día de 2006 cuando lo vio caminando por la misma vereda. "Cuando me reconoció se cruzó y se fue corriendo. Fue entonces cuando me cae la ficha y me doy cuenta de todo... era un servicio".

Más allá de la tragedia humana, Cromañón había sido un hecho político de importancia que había puesto en jaque y luego sepultó la carrera política de Aníbal Ibarra, por entonces a cargo de la conducción política de la ciudad de Buenos Aires durante la presidencia de Néstor Kirchner.

Pero las sorpresas no terminaban allí. Años más tarde, cuando Iglesias miraba por televisión las primeras noticias de caso Nisman, reconoció entre las imágenes la cara del joven fotógrafo que había logrado ingresar hasta la intimidad de la habitación de su difunto hijo y había logrado participar de reuniones de padres que por entonces diseñaban la estrategia jurídico política en busca de Justicia frente a un Estado que les daba la espalda. Se trataba de Lagomarsino.

La aparición de Lagomarsino en la causa Nisman no tiene otra explicación para Iglesias: "Sigue siendo un servicio", afirmó convencido.

 Claves e incógnitas en el expediente

 El aspecto más destacado del dictamen, de 1.087 páginas, presentado el miércoles por el fiscal Eduardo Taiano, fue el llamado a indagatoria del técnico informático Diego Lagomarsino, el dueño del arma de la que salió el disparo que mató a Nisman. 
El arma apareció junto al cuerpo de Nisman en el baño del departamento que habitaba en Puerto Madero, donde fue encontrado muerto cuatro días después de denunciar a la expresidenta Cristina Kirchner por el supuesto encubrimiento del atentado. 
Para Taiano está claro que a Nisman lo asesinaron y que Lagomarsino fue, dada su confianza con la víctima, el encargado de introducir en la escena del homicidio el arma de la cual saldría la bala matadora. Otro de los interrogantes que dejó planteado Taiano en su dictamen tiene que ver con cuál era la verdadera naturaleza del vínculo entre Nisman y Lagomarsino, duda que acompañó con una lista de elementos que sugieren que la relación no se circunscribe a la seguridad informática. 
Taiano recordó que a Nisman y a Lagomarsino los presentó Carlos “Moro” Rodríguez, un ex agente de inteligencia de la Fuerza Aérea, y sumó luego testimonios de agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que dicen que trabajó para esa fuerza, algo que él había negado. De todas formas, fuentes judiciales sostuvieron que Taiano supuso en su dictamen que Nisman sabía a qué se dedicaba realmente Lagomarsino, porque, “de lo contrario no habría confiado en él de la manera en que lo hacía”.

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