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Estudian genes que hacen al rendimiento del girasol

Investigadores de INTA estudian distintos procesos biológicos y vías metabólicas.
Martes, 30 de enero de 2018 15:32

El mejoramiento asistido de especies agrícolas de interés regional permite avanzar en estudios de rendimiento, calidad, sanidad y resistencia a estreses abióticos. En girasol, investigadores del INTA buscan contribuir a la comprensión de la senescencia foliar, la respuesta al estrés hídrico y la asociación entre ambos procesos. El objetivo que persiguen es encontrar genes que tengan expresión temprana y que estén involucrados en el proceso de senescencia foliar en la oleaginosa, por la importancia que tienen en el rendimiento.
Las científicas Paula Fernandez (INTA y Conicet), Cecilia Vazquez Rovere, (INTA en Labintex Europa) y Denis Vile (LEPSE - INRA Montpellier), trabajaron durate tres meses en la plataforma de fenotipado automatizado en Montpellier, Francia, en la reproducción de las condiciones de estrés en plantas de Arabidopsis thaliana, especie modelo que se utiliza en ensayos.
Apuntan a encontrar qué genes estarían involucrados en la senescencia temprana y si repercuten en el rendimiento, para poder evaluarlos en el banco de germoplasma del INTA Manfredi, Córdoba. Esto llevaría a contar con conocimiento molecular y a campo con líneas de girasol que difieren en su tasa a senescencia foliar, esto es, si senescen más tarde o más temprano.
La senescencia foliar temprana es un proceso clave en el desarrollo vegetal que condiciona el rendimiento del cultivo de girasol. Está controlada tanto por factores internos como externos y regulados por un conjunto de genes asociados a la senescencia, entre otros tantos factores complejos.
En la plataforma de Montpellier se realizaron ensayos en plantas de Arabidopsis transgénicas, al sobreexpresar genes asociados a senescencia de girasol.
El paso siguiente de la investigación será trabajar en la integración de datos. Analizarán la información recabada por la plataforma en las 50 mediciones diarias para cada una de las 500 plantas que incluyeron 4 genotipos, con diferentes genes asociados a la senescencia. A esto se suman las medidas moleculares integradas a los PCR (reacción en cadena de la polimerasa, según siglas en inglés) en tiempo real y de secuenciación.
 
 
Cultivos GM para enfrentar al cambio climático
 
Una de las ganadoras del Breakthrough Prize desarrolla plantas que podrían extraer una gran cantidad de CO2 de la atmósfera.
Las plantas parecen ser organismos muy simples. Sin embargo, presentan una increíble diversidad y adaptabilidad: pueden crecer mucho o poco según factores tan simples como la luz. La doctora Joanne Chory, del Howard Hughes Medicine Institute, dedicó su carrera a entender cómo estos factores afectan el crecimiento de las plantas y cómo manipularlos para generar grandes cambios en ellas. Su laboratorio trabajó, por décadas, estudiando cómo las plantas pueden aprender y adaptarse a diferentes tipos de información y también caracterizó algunos genes que afectan el crecimiento de las plantas. 
Actualmente, está abocado al desarrollo de nuevas plantas que podrían extraer grandes cantidades de CO2 de la atmósfera, reduciendo los efectos del cambio climático. 
El proyecto de Chory se centra en un compuesto denominado suberina (conocido por todo el mundo como corcho). La suberina tiene muchas propiedades que podrían servir para almacenar el carbono de la atmósfera, sobre todo, porque puede durar algunos miles de años.
En el laboratorio de Chory consiguieron que las plantas produjeran una buena cantidad de suberina en las raíces. “Logramos que las plantas fabriquen más suberina, y trabajamos con plantas que tienen raíces grandes y profundas”, explicó la Chory. “Si conseguimos acumular toneladas de suberina en las raíces de las plantas, estaremos secuestrando una gran cantidad de CO2 en el suelo. Y si la suberina permanece así por miles de años, esto significa que habrá menos carbono en la atmósfera”, agregó.
Según sus cálculos, se necesitaría contar con un 5% de la superficie cultivada con variedades ricas en suberina para fijar el 15% del CO2 emitido.
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El mejoramiento asistido de especies agrícolas de interés regional permite avanzar en estudios de rendimiento, calidad, sanidad y resistencia a estreses abióticos. En girasol, investigadores del INTA buscan contribuir a la comprensión de la senescencia foliar, la respuesta al estrés hídrico y la asociación entre ambos procesos. El objetivo que persiguen es encontrar genes que tengan expresión temprana y que estén involucrados en el proceso de senescencia foliar en la oleaginosa, por la importancia que tienen en el rendimiento.
Las científicas Paula Fernandez (INTA y Conicet), Cecilia Vazquez Rovere, (INTA en Labintex Europa) y Denis Vile (LEPSE - INRA Montpellier), trabajaron durate tres meses en la plataforma de fenotipado automatizado en Montpellier, Francia, en la reproducción de las condiciones de estrés en plantas de Arabidopsis thaliana, especie modelo que se utiliza en ensayos.
Apuntan a encontrar qué genes estarían involucrados en la senescencia temprana y si repercuten en el rendimiento, para poder evaluarlos en el banco de germoplasma del INTA Manfredi, Córdoba. Esto llevaría a contar con conocimiento molecular y a campo con líneas de girasol que difieren en su tasa a senescencia foliar, esto es, si senescen más tarde o más temprano.
La senescencia foliar temprana es un proceso clave en el desarrollo vegetal que condiciona el rendimiento del cultivo de girasol. Está controlada tanto por factores internos como externos y regulados por un conjunto de genes asociados a la senescencia, entre otros tantos factores complejos.
En la plataforma de Montpellier se realizaron ensayos en plantas de Arabidopsis transgénicas, al sobreexpresar genes asociados a senescencia de girasol.
El paso siguiente de la investigación será trabajar en la integración de datos. Analizarán la información recabada por la plataforma en las 50 mediciones diarias para cada una de las 500 plantas que incluyeron 4 genotipos, con diferentes genes asociados a la senescencia. A esto se suman las medidas moleculares integradas a los PCR (reacción en cadena de la polimerasa, según siglas en inglés) en tiempo real y de secuenciación.
 
 
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Una de las ganadoras del Breakthrough Prize desarrolla plantas que podrían extraer una gran cantidad de CO2 de la atmósfera.
Las plantas parecen ser organismos muy simples. Sin embargo, presentan una increíble diversidad y adaptabilidad: pueden crecer mucho o poco según factores tan simples como la luz. La doctora Joanne Chory, del Howard Hughes Medicine Institute, dedicó su carrera a entender cómo estos factores afectan el crecimiento de las plantas y cómo manipularlos para generar grandes cambios en ellas. Su laboratorio trabajó, por décadas, estudiando cómo las plantas pueden aprender y adaptarse a diferentes tipos de información y también caracterizó algunos genes que afectan el crecimiento de las plantas. 
Actualmente, está abocado al desarrollo de nuevas plantas que podrían extraer grandes cantidades de CO2 de la atmósfera, reduciendo los efectos del cambio climático. 
El proyecto de Chory se centra en un compuesto denominado suberina (conocido por todo el mundo como corcho). La suberina tiene muchas propiedades que podrían servir para almacenar el carbono de la atmósfera, sobre todo, porque puede durar algunos miles de años.
En el laboratorio de Chory consiguieron que las plantas produjeran una buena cantidad de suberina en las raíces. “Logramos que las plantas fabriquen más suberina, y trabajamos con plantas que tienen raíces grandes y profundas”, explicó la Chory. “Si conseguimos acumular toneladas de suberina en las raíces de las plantas, estaremos secuestrando una gran cantidad de CO2 en el suelo. Y si la suberina permanece así por miles de años, esto significa que habrá menos carbono en la atmósfera”, agregó.
Según sus cálculos, se necesitaría contar con un 5% de la superficie cultivada con variedades ricas en suberina para fijar el 15% del CO2 emitido.
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