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“El folclore es la construcción política de la identidad”

Maximiliano Iván Rodrigo Mamaní, profesor y bailarín de danzas folclóricas y estudiante
Domingo, 09 de diciembre de 2018 00:52

Maximiliano Iván Rodrigo Mamani es “Maxi” o “Bartolina Xixa”. Es el joven que, con una remera de Boca, se besó en la boca con otro que llevaba la camiseta de River para una foto antes de la frustrada final de la Copa Libertadores. La imagen, con el convento San Bernardo de fondo, recorrió el mundo sacudiendo estructuras y estereotipos.

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Maximiliano Iván Rodrigo Mamani es “Maxi” o “Bartolina Xixa”. Es el joven que, con una remera de Boca, se besó en la boca con otro que llevaba la camiseta de River para una foto antes de la frustrada final de la Copa Libertadores. La imagen, con el convento San Bernardo de fondo, recorrió el mundo sacudiendo estructuras y estereotipos.

Maxi tiene 23 años y nació en la ciudad jujeña de Tilcara. Está transitando los últimos pasos de la carrera Antropología en la Universidad Nacional de Salta. A la vez, vive plenamente de su pasión por las danzas folclóricas.

Tiene, en el buen sentido de la expresión, múltiples caras. Sus ojos denotan lucha, pero desde una postura muy humana.

En su casa anaranjada del barrio Castañares, al norte de la ciudad, está gran parte de su historia. Una mesa redonda que transpira rastros de debates encendidos y unos mates amargos con rica rica de la Puna jujeña son parte del escenario para la charla con El Tribuno.

A los 17 años se recibió de profesor de danzas folclóricas y desde entonces decidió remar contra la corriente. “Yo trabajo en el folclore desde otras perspectivas, con otras identidades, otras corporalidades”, se describió.

El tilcareño arremete de frente los ejes de las danzas folclóricas argentinas. Las entiende como un proceso político impuesto, como una decisión tomada y quiere romper con lo binario, con el machismo, con la ausencia de diversidades sexuales, raciales y corporales en esta parte de la cultura.

Para Maxi, todo en las danzas tradicionales argentinas está políticamente establecido como un instrumento de hegemonía y construcción de una identidad preestablecida.

“En una compañía elitista no entra cualquiera. Hay que tener una contextura, una altura, un peso y talla determinada. Son pocos los que dan la medida; hay parámetros cristalizados. Entonces esos parámetros nos llevan a pensar en que hay una sola forma, hay un solo imaginario sobre cómo debe ser la danza popular argentina”, analizó Maximiliano.

Gentileza: Elisa Portella

La foto viral en la que participó Maximiliano. Lucas Ramírez

“Con este fenómeno político se construye artificialmente la identidad. El folclore es la construcción política de la identidad. No hay diversidad, no está lo indígena, por ejemplo, en el pim pim, que hace tanto a nuestra identidad como pueblo originario y latinoamericano que somos. Por otro lado, vos podés ser marica, morocho, con rasgos indígenas, del interior de una provincia y lo mismo conservás los privilegios del varón por tener su fuerza y su virilidad”, agregó.

Desde esa forma de pensar el folclore, creó un personaje original que se escapa de esos roles establecidos por lo que considera un molde para armar subjetividades: Bartolina Xixa.

“Soy Bartolina Xixa, así, con equis. Es un homenaje a la mujer que es indígena, altiplánica, que se planta en rebelión contra la colonialidad, que es latinoamericanista y sin comparación alguna; y eso ya es un punto de partida de lucha diferente. Generalmente los drag folk y los drag queen de los movimientos LGBT proponen personajes que exacerban las femeneidades occidentales europeas coloniales. Y Bartolina es una heroína nuestra, de estas tierras, es una chola paceña que luchó en la insurgencia indígena, contra la colonización”, describió al personaje que lleva a presentaciones teatrales.

Dice que es un personaje que hace con mucho respeto y amor. “Soy un transformista que presto mi cuerpo a Bartolina para denunciar que en esta danza falta la diversidad social y sexual”, explicó.

De exportación

El 10 de noviembre último se debía jugar la final entre Boca y River, partido que finalmente fue suspendido por incidentes. Lo que no se pudo detener fue la foto que Lucas Ramírez le tomó a Maxi e Iván Carvajal Perka besándose con las camisetas futboleras frente al convento San Bernardo. 

Tras las reacciones que generó la imagen, a la que bautizaron el “superclásico beso marica”, su producción se discutió en miles de mesas porque la fecha coincidía con la marcha del orgullo LGBT. “Fue para meter algo de diversidad en algo tan machista como el fútbol. Los comentarios explotaron, superaron las redes y llegamos a los grandes medios con este mensaje de diversidad. Hoy ya preferimos darle un corte a ese recurso y comenzar a pensar qué vamos a utilizar para visualizar”, dijo.

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