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Familiares de dos salteños enterrados en Malvinas partirán el lunes hacia las Islas  

Los cuerpos de Oscar Humberto Blas y Jorge Sisterna permanecieron enterrados durante 35 años como NN en el cementerio de Darwin.
Miércoles, 21 de marzo de 2018 10:31

Tras identificarse los restos de Oscar Humberto Blas y Jorge Sisterna, dos salteños excombatientes de Malvinas que permanecían como NN en el cementerio de la Isla, se coordinó un viaje de sus familiares hasta el lugar. Se trató de una iniciativa de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso. 
La partida se programó para el próximo lunes. La delegación estará integrada por 240 familiares de soldados caídos en combate, cuyos cuerpos fueron identificado recientemente por especialistas de la Cruz Roja y un equipo de médicos forenses.
El 25 de mayo de 1982 Oscar Humberto Blas, salteño, de 32 años, estaba feliz. El Ejército había decidido crear la Compañía de Comando 602 y él, que estaba destinado en Salta, había sido convocado para integrarla. Era su sueño y para eso se había preparado toda su vida. Nada lo frenó. Su esposa le imploraba que no fuera, le recordaba que tenía tres hijos pequeños, que la dejaría sola y, quizás, embarazada. Sin embargo, no lo dudó: “El 90% de mi vida es para el Ejército y el 10%, para vos”, le dijo.
Tras pasar por Buenos Aires, el 27 de mayo llegó a las islas y el pecho se le infló de orgullo y el aire fresco entró a sus pulmones. El amanecer del 30 con su compañero, Rubén Eduardo Márquez, se infiltró tras las líneas enemigas y, tras caer en una emboscada, combatió para que sus camaradas se replegaran. Así, Blas y Márquez dieron su vida para que sus compañeros se salvaran. 
Los comandos ingleses -la SAS (Servicio Aéreo Especial, en castellano), considerada la fuerza especial mejor del mundo- se sorprendieron por el arrojo de estos comandos argentinos que jamás pensaron en rendirse.
El cuerpo de Oscar quedó allí, en Bluff Cove Peak, y, tras la guerra, los británicos lo llevaron al cementerio de Darwin, que quedaba bastante lejos. Lamentablemente no vieron que llevaba colgada la plaqueta de identificación (ver foto) con su nombre, apellido y cargo inscriptos. Los compañeros, que habían logrado retirarse, no vieron nunca su cuerpo... Solo oyeron las granadas. 
Desde entonces, Oscar Blas fue considerado como “desaparecido en combate”, fue ascendido de inmediato por haber dado su vida por sus camaradas y fue condecorado con la medalla de “heroico valor en combate”. 

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Tras identificarse los restos de Oscar Humberto Blas y Jorge Sisterna, dos salteños excombatientes de Malvinas que permanecían como NN en el cementerio de la Isla, se coordinó un viaje de sus familiares hasta el lugar. Se trató de una iniciativa de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso. 
La partida se programó para el próximo lunes. La delegación estará integrada por 240 familiares de soldados caídos en combate, cuyos cuerpos fueron identificado recientemente por especialistas de la Cruz Roja y un equipo de médicos forenses.
El 25 de mayo de 1982 Oscar Humberto Blas, salteño, de 32 años, estaba feliz. El Ejército había decidido crear la Compañía de Comando 602 y él, que estaba destinado en Salta, había sido convocado para integrarla. Era su sueño y para eso se había preparado toda su vida. Nada lo frenó. Su esposa le imploraba que no fuera, le recordaba que tenía tres hijos pequeños, que la dejaría sola y, quizás, embarazada. Sin embargo, no lo dudó: “El 90% de mi vida es para el Ejército y el 10%, para vos”, le dijo.
Tras pasar por Buenos Aires, el 27 de mayo llegó a las islas y el pecho se le infló de orgullo y el aire fresco entró a sus pulmones. El amanecer del 30 con su compañero, Rubén Eduardo Márquez, se infiltró tras las líneas enemigas y, tras caer en una emboscada, combatió para que sus camaradas se replegaran. Así, Blas y Márquez dieron su vida para que sus compañeros se salvaran. 
Los comandos ingleses -la SAS (Servicio Aéreo Especial, en castellano), considerada la fuerza especial mejor del mundo- se sorprendieron por el arrojo de estos comandos argentinos que jamás pensaron en rendirse.
El cuerpo de Oscar quedó allí, en Bluff Cove Peak, y, tras la guerra, los británicos lo llevaron al cementerio de Darwin, que quedaba bastante lejos. Lamentablemente no vieron que llevaba colgada la plaqueta de identificación (ver foto) con su nombre, apellido y cargo inscriptos. Los compañeros, que habían logrado retirarse, no vieron nunca su cuerpo... Solo oyeron las granadas. 
Desde entonces, Oscar Blas fue considerado como “desaparecido en combate”, fue ascendido de inmediato por haber dado su vida por sus camaradas y fue condecorado con la medalla de “heroico valor en combate”. 

NN con nombre y apellido

En 2008 comenzó el proyecto para devolver la identidad a 121 soldados, cuyos restos estaban enterrados en Malvinas con una placa de mármol, que decía: “Soldado argentino solo conocido por Dios”. Julio Aro, veterano de la guerra, creó entonces la Fundación No me Olvides y empezó a moverse para llevar la verdad a las madres que desconocían bajo cuáles de todas las cruces blancas estaban sus hijos. Dos años después se sumó la periodista Gabriela Cociffi, quien había cubierto la guerra y, tras esta experiencia, aseguró que no volvió a ser la misma persona. Ella contactó al músico británico Roger Waters, quien no dudó en apoyar la causa y llegó a entrevistarse con la expresidenta Cristina Fernández.
Después de muchísimas idas y vueltas, el proyecto se concretó y este mes el Gobierno empezó a informar a 107 familias sobre la identidad de 88 soldados. El trabajo implicó un acuerdo entre la Argentina y el Reino Unido, la intervención de la Cruz Roja Internacional, el trabajo de forenses de 12 países y la certificación de tres laboratorios en la Argentina, Gran Bretaña y España.

D.B.5.10

Cuando abrieron el cajón de Oscar Blas, los forenses se emocionaron. Era el primer cuerpo que tenía la plaqueta de identificación. El cuerpo estaba entero y la causa de muerte determinada fue “secuelas de guerra”. El 30 de junio último fue el día que exhumaron e inhumaron sus restos. Su ubicación en el cementerio era D.B.5.10, que significa “Darwin, sector B, fila 5, hilera 10”.
A pesar de que la placa tenía su nombre, la prueba de ADN daría la respuesta cierta. Por eso, su esposa Nora y su hija menor, Lucía, fueron donantes. El 7 de diciembre, a las 12, recibieron la noticia de que la compatibilidad era del 99,99%. Lucía, que estaba en la panza de su mamá el día que Oscar partió a Malvinas, sabe ahora, sin dudas, que su padre fue el héroe que murió en Malvinas. 

Jorge Luis Sisterna

Después de la guerra de Malvinas, Adelma Méndez y sus hijos viajaron varias veces a las islas australes que nuestros corazones nunca resignarán, para abrazarse a alguna cruz en ese cementerio de incertidumbre que aún es Darwin. El ritual consistía en elegir una al azar y llenarla de plegarias, flores y relatos de cómo siguió la vida que muy temprano se truncó para los héroes de esa frustrada contienda armada. La cruz que representaba en Darwin al hijo de Adelma, Jorge Luis Cisterna, un oranense de 20 años que murió en combate el 6 de junio de 1982 siendo cabo segundo de la compañía de Ingenieros Anfibios, estuvo siempre abrigada por un poncho salteño y bendecida por varios rosarios.
El audaz joven murió por la patria tras enfrentarse en una zona minada del Monte Dos Hermanas con una patrulla inglesa, y con él se eternizó su anhelo de conocer a Jorgelina, la hija que esperaba su novia Charo mientras él peleaba en las islas.
35 años pasaron pesando en el corazón de la familia Sisterna que viajó cada tanto a hacer el duelo, a compartir el aire del confín que respiró Jorge Luis a sus 20 años, antes de morir, a imaginarlo ahí vestido de soldado, a recuperarlo a través del recuerdo aunque no supieran debajo de cuál cruz estaba enterrado. Algo estaba claro: todo había terminado en ese camposanto. Pero esta semana una noticia llegó para afirmar la fe de los Sisterna porque las muestras de ADN de la familia fueron cotejadas rigurosamente con los cuerpos que yacen en Darwin y se pudo establecer la identidad de Jorge Luis. Ahora su cruz tendrá su nombre.
Su hermano César, conmovido por la confirmación, le contó a El Tribuno que "en diciembre de 2014 nos tomaron muestras de ADN a mi madre y hermanos; y nos informaron que iban a buscar la identidad de los soldados sepultados en las islas Malvinas. Nos aclararon en aquel momento que iban a tardar los resultados por todos los trámites que debían hacer con Gran Bretaña. En realidad, ya habíamos perdido las esperanzas de identificar a mi hermano Jorge Luis, pero hace una semana y media nos pidieron viajar a Buenos Aires para informarnos sobre los resultados. Fuimos con mi mamá Adelma, mis hermanas Andrea, Daniela y allá nos encontramos con nuestros hermanos Ana y Sebastián; como mi hermana Marcela no pudo viajar, mandó a su hija que vive en Buenos Aires a acompañarnos".
Unidos como siempre en esta causa sagrada que se llama Malvinas, la familia Sisterna llegó a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde los recibieron funcionarios de Derechos Humanos, una antropóloga española y una escribana de la Nación. "Nos dijeron: el resultado es positivo, el cuerpo de Jorge fue identificado".
Jorge contó que "nosotros ya habíamos ido a Malvinas varias veces y veíamos las cruces en el cementerio de Darwin, elegíamos una cruz al azar y le poníamos un rosario cada vez que íbamos. No sabíamos dónde estaba nuestro hermano, pero ese ritual nos servía para hacer el duelo, llorar y saber que ahí se había terminado todo. Cerrar el círculo. La búsqueda de identidad se hizo uno por uno, el entierro fue muy prolijo, lo que permitió hacer esta identificación".
Junto a los restos mortales del cabo primero Jorge Luis Sisterna estaba su tarjeta de identificación naval, la cédula de identidad, el carné de la obra social de la Armada y el DNI. "Toda la documentación estaba en buenas condiciones. La tenemos nosotros ahora", dijo César, hermano menor del héroe de Malvinas, quien cuando este fue a la guerra cursaba el segundo año en la Infantería de Marina.
 

 

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