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Luis Ortega: “Algo más que la historia de un asesino”

Entrevista al cineasta, director de "El Ángel", la película sobre Robledo Puch, el criminal serial más famoso de Argentina.  
Lunes, 06 de agosto de 2018 10:56

Luis Ortega se inspiró libremente en la historia de Carlos Robledo Puch, conocido como el Ángel Negro, ladrón que entre 1971 y 1972 mató a once personas por la espalda o mientras dormían y lo hizo, según el filme, bajo de la premisa de que “la muerte no existe”. 
La película, seleccionada en la categoría un certain regard del Festival de Cannes, se estrena este jueves en todo el país. Ortega, quien además se destacó como director en la serie “Historia de un clan” sobre Alejandro Puccio, dialogó con El Tribuno sobre el controvertido asesino que llegará al cine con la producción de Sebastián Ortega, Pedro Almodóvar, Agustín Almodóvar, Pablo Culell y Axel Kuschevatzky, entre otros.

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Luis Ortega se inspiró libremente en la historia de Carlos Robledo Puch, conocido como el Ángel Negro, ladrón que entre 1971 y 1972 mató a once personas por la espalda o mientras dormían y lo hizo, según el filme, bajo de la premisa de que “la muerte no existe”. 
La película, seleccionada en la categoría un certain regard del Festival de Cannes, se estrena este jueves en todo el país. Ortega, quien además se destacó como director en la serie “Historia de un clan” sobre Alejandro Puccio, dialogó con El Tribuno sobre el controvertido asesino que llegará al cine con la producción de Sebastián Ortega, Pedro Almodóvar, Agustín Almodóvar, Pablo Culell y Axel Kuschevatzky, entre otros.

¿Por qué elegiste mostrar la historia de “El Ángel” en el cine?
Siguiendo en la línea del cine delincuencial, desde Bonnie and Clyde hasta Juan Moreira, donde la cámara está del lado del que delinque, en esa tradición del cine hay una moral que puede dotar al protagonista de ciertos valores que quizás no tuvo originalmente. Entonces, la historia se vuelve un lugar desde donde podés explayar unas emociones y sentimientos porque ese personaje te lo permite, pero no te obliga. O sea, hay un mayor compromiso con el lenguaje cinematográfico que con la realidad, porque si no pasarías al cine documental. Cito a Juan Moreira porque es una película muy lírica y romántica y está por encima de su compromiso de ser fiel con los hechos. Por otro lado, nadie sabe bien qué pasó. Lo que se sabe de Robledo es lo que él le contó a un comisario, no es que hubo testigos. Entonces lo que se supone que es la realidad, uno la toma con pinzas. Lo quise aprovechar para contar algo más noble que la historia de un asesino. Me interesa más ponerme en los zapatos de un niño, de un chico, con una visión fantástica del mundo, donde la muerte no es posible. Esa fantasía prolongada y llevada a los actos es peligrosa. Si vos pensás que la muerte no existe y te creés el cuento, como Papá Noel, seguramente camines por un límite que para una película es muy enriquecedor, es mejor a que la cámara siga a un personaje normal, que va a frenar en un semáforo, que no va a entrar en una casa que no es suya y que va a hacer cosas previsibles. No pensás “ahora éste está haciendo una entrevista y va a poner un arma arriba de la mesa”. 

 

Como lo hizo Pity Álvarez...
Claro. Y pensás cómo se resignificó esa entrevista por radio, cómo le cambió la voz al locutor. Fue fantástico. De repente amedrenta, humilla al tipo que tiene enfrente. Esa escena para un espectador es mucho más rica que si simplemente sucede en la radio. Esos personajes te llevan a la esencia humana, esa que tanto negamos porque estamos empecinados en creernos buenas personas y no nos permitimos admitir emociones bajas, como los celos o la envidia. Digo esto porque interpreté de la historia real que el personaje de Carlitos estaba enamorado de su amigo, porque una de las cosas que muy a conciencia dejé afuera son las violaciones, los femicidios. Carlos mataba a las mujeres que su compañero antes violaba. Yo no tengo ganas de entrar al cine a ver eso, entonces decidí dejarlo afuera y de ahí deduje que él tenía unos celos terribles cuando su amigo cometía esos hechos y por eso mataba a las mujeres. En lugar de contar eso, decidí mostrar la historia de amor que quizás no existió, o existió de manera concreta y más carnal y acá no se cuenta así, de una manera romántica y pura. Tu propio corazón, tus propias emociones, tu propia moral te dicen “estas dos horas aprovechalas para mostrar lo que para vos es más valioso”. Y lo que quería contar, lo que quería contagiar era vitalidad, ganas de bailar. Después eso se contrapone con la historia de muerte y de peligro, porque cuando hay muerte y peligro, la vida tiene otro valor. Eso tienen estos personajes, puede pasar algo terrible y sabés que en cualquier momento pueden morir. Entonces lo primero que te viene a la mente es “estamos vivos”. Y eso no es algo que recordemos muy seguido, estamos en un plan automático, adormecido y muy triste, de muy poca comunicación entre nosotros. Y el personaje tiene casi esos principios. Su compañero le dice “estamos robando una joyería” y él contesta “estamos vivos, no hagas todo corriendo. La policía existe solo en tu cabeza, no va a venir”. El proceder de Carlitos lo vuelve casi heroico, pero tengo que aclarar que no se condice con la persona real, con lo que dice el expediente. Lejos de defender lo que hizo el personaje real, ése es otro mundo.

¿Pensas que alguien puede interpretarlo como una defensa de la delincuencia?
Es una lectura muy corta. Casi legal o no legal sobre el asunto. La gente tiene que tener en cuenta que el cine es un planeta en sí mismo, entonces no podés ir a compararlo con la vida, porque si no, no existiría la mitad de la filmografía de cine de aventuras o policial. Si ves Bonnie and Clyde, cuando termina, no querés salir a matar. Al contrario, salís inyectado de ganas de vivir. Ahora, si ya estaba en vos cometer un delito, una película no te va a volver un criminal. La película no está invitando a eso, al contrario.

Robledo Puch afirmó que no se escapa de la cárcel porque se lo prometió a su madre y, la a vez, ha hecho cosas terribles...
Sí, esa dualidad es hermosa para un personaje, es único. Eso solo el cine te lo puede mostrar y yo lo exacerbé, porque me parece más noble resaltar el romanticismo y el valor por la vida que lo perverso que tiene la humanidad. Yo no pretendo que el espectador la pase mal o que vea cómo le disparan a una mujer en la cara.

Hay asesinatos fuertes en el cine... No es el caso de “El Ángel”
Es que... ¿qué te vuelve un asesino? Para mí el Pity mató a alguien, pero no creo que eso te vuelva un asesino. Hay toda una serie de circunstancias alrededor de cada caso a tener en cuenta. Acá estás con un niño que te dice que la muerte no existe. Él está seguro de que se va a ir y la gente se va a parar y a seguir. Él cree que todo eso es una puesta en escena y que él cree que hay que disparar contra esa puesta en escena para que resurja la vida, es una idea compleja y con alquimia poética.
 

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