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Rara avis en Salta

Lunes, 14 de enero de 2019 00:00

A mediados de la década de 1970 un equipo de paleontólogos del Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán realizó en Salta un hallazgo fosilífero de relevancia mundial.

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A mediados de la década de 1970 un equipo de paleontólogos del Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán realizó en Salta un hallazgo fosilífero de relevancia mundial.

En las orillas de un arroyo de la localidad de El Brete, en el departamento La Candelaria, se topó con una importante concentración de restos óseos que pertenecían especialmente a dinosaurios y aves.

El equipo estaba liderado por el célebre paleontólogo José Bonaparte, su discípulo Jaime Powell, el geólogo especialista en sedimentología Gerardo Bossi y técnicos expertos en el rescate de fragmentos óseos incluidos en rocas. Entre esos técnicos merecen destacarse, por el silencioso y gran aporte realizado a la ciencia, Martín Vince y Juan C. Leal.

Durante varias semanas el grupo de profesionales, técnicos y peones acampó en El Brete y excavó pacientemente las rocas para ir liberando los huesos que se encontraban allí dispersos. La Universidad Nacional de Salta fue invitada a participar en las excavaciones a través del Dr. José A. Salfity, experto en las rocas donde se encontraban los fósiles. Fue así que se formó una comisión y el suscripto fue invitado a formar parte de ella en carácter de estudiante de geología.

Saltasaurus

Las rocas en que yacían los fósiles pertenecían a la Formación Lecho (Subgrupo Balbuena, Grupo Salta) y correspondían a areniscas que se depositaron hacia finales del período Cretácico. Hoy los fósiles allí encontrados son conocidos a nivel internacional, figuran en cientos de publicaciones y lo realizado entonces ya forma parte de la historia de la ciencia.

El osario fósil de El Brete pronto demostró que allí se habían conservado algunos fósiles excepcionales. Uno de los dinosaurios resultó ser un titanosaurio que tenía como singularidad una especie de coraza en el lomo formada por huesecillos insertos en la piel (osteodermos) que lo protegían del ataque de los carnívoros. Fue bautizado como Saltasaurus loricatus, haciendo referencia a que era un dinosaurio de Salta, y por esa particularidad defensiva, tipo armadura, que cubría su espalda.

También se encontraron los restos de un dinosaurio carnívoro pequeño que recibió el nombre de Noasaurus leali, por saurio del Noroeste Argentino (NOA), y la especie por el técnico tucumano Juan C. Leal.

Aves excepcionales

Pero lo que realmente se convirtió en un suceso mundial fue el hallazgo de numerosos huesos de aves. Téngase presente que por su naturaleza neumática y su fragilidad es muy difícil conservar huesos de aves en ambientes fluviales o eólicos oxidantes como los presentes en la Formación Lecho. En el mundo, por lo general, los restos de aves se han encontrado en capas arcillosas o calcáreas depositadas en lagos tranquilos y que dan lugar a los llamados "lagerstatten", como el que conservó al famoso Archaeopteryx.

Bonaparte se dio cuenta de la importancia del hallazgo y decidió consultar a una autoridad mundial en el estudio de las aves fósiles, el paleontólogo inglés Cyril Walker, del Museo de Historia Natural de Londres.

Cuando Walker tuvo en sus manos el material y comenzó a estudiarlo quedó anonadado. No se correspondía con nada de lo hasta entonces conocido. En aquellos años la clase Aves se dividía en Archaeornithes, Odontornithes y Neornithes, estas últimas las aves modernas.

Las salteñas eran también aves, habían vivido al tiempo de los dinosaurios y probablemente se habían extinguido con ellos. Sin embargo, en base a los estudios anatómicos, Walker determinó que las aves de Salta eran muy complejas y distintas. Entre otros rasgos tenían modificaciones notables en los huesos del tarso y metatarso, una cintura pectoral altamente modificada y, algunas veces, una perforación característica en el extremo proximal del húmero. Lo visto ameritaba la creación de una cuarta subclase de aves a la que llamó Enantiornithes, lo que venía a significar "aves opuestas"; o sea opuestas a todas las aves conocidas. El resultado de su estudio lo publicó en 1981 en la prestigiosa revista científica Nature y hoy es un artículo clásico y ultra citado. Cyril A. Walker (1939-2009), logró fama internacional con el hallazgo de Salta y a su vez, a contrario sensu, las nuevas aves fósiles de Salta pasaron a ser conocidas mundialmente gracias a este paleontólogo británico. La posta en los estudios de las aves salteñas fue tomada por el Dr. Luis M. Chiappe, un paleontólogo argentino radicado en los Estados Unidos. Chiappe trabajó primero con Walker y después realizó numerosos trabajos propios. A él se le debe la denominación de varias aves nuevas descubiertas en el material recolectado originalmente por Bonaparte. Entre ellas Lectavis, Soroavisaurus y Yungavolucris, que se suman al género original Enantiornis leali, a Martinavis que fuera definido en Francia en 2007 y a Elbretornis que dejó inédito Walker y fue publicado en 2009 por su discípulo irlandés Gareth J. Dyke de la Universidad de Dublín. Lectavis bretincola, hace referencia a un ave de la Formación Lecho de la región de El Brete.

Soroavisaurus australis fue bautizado por ser el análogo austral de una especie norteamericana y, Yungavolucris brevipedalis viene a significar un "ave de la Yunga de pie corto". También hay varios ejemplares que responden a Martinavis, entre ellos M. vincei, M. saltariensis, M. minor y M. whetstonei. Nuevamente Salta fue homenajeada con Martinavis saltariensis. La última ave de ese yacimiento del sur de Salta en ser descripta fue Elbretornis bonapartei, que hace referencia a ser un ave de El Brete y por su descubridor, el Dr. José Bonaparte. Como dato de interés esa ave tiene el húmero más neumático que cualquier otra ave fósil mesozoica conocida.

A este numeroso grupo de aves se sumarán en el futuro otras que han quedado en dudas o no han podido ser atribuidas a ninguno de los géneros propuestos. Ello habla de la riqueza de ese ecosistema de dinosaurios y aves que habitó el sur de Salta en una época de un clima y vegetación completamente diferente a la actual.

Los enantiornites fueron aves pequeñas a medianas con distintos roles ecológicos y distintas capacidades de vuelo.
 El último hallazgo de un enantiornites en Salta fue realizado por Fernando Novas y colaboradores en capas lacustres cretácicas de la quebrada de Las Conchas (puente Morales), donde apareció fosilizada la pata de un ave pequeña que recibió el nombre de Intiornis inexpectatus.
 Desde los estudios pioneros de Walker en 1981 a la actualidad se han descubierto un centenar de aves enantiornithes en muchos lugares del mundo, especialmente China, Europa y Estados Unidos. La clasificación original de las aves cambió radicalmente desde entonces.

Huellas del pasado lejano

En Salta se han encontrado también huellas de aves que han sido atribuidas a enantiornites. Yacen en la Formación Yacoraite, en las minas de uranio de El Tonco, asociadas con icnitas de dinosaurios carnívoros y herbívoros.
 Fueron clasificadas en 1986 por la Dra. Rosa Marquillas y el suscripto como Yacoraitichnus avis. Dos décadas después, a finales de 2018, los paleontólogos Silvina de Valais y Carlos Cónsole-Gonella publicaron en la revista especializada Ichnos una revisión completa de sus hallazgos de huellas de aves fósiles de la Formación Yacoraite del Valle del Tonco (Salta) y de Maimará (Jujuy).
En ambos casos, las huellas de aves están asociadas con otras de dinosaurios. La sorpresa fue la cantidad y variedad de pisadas de aves presentes y los ambientes en que estas se encuentran, en todos los casos relacionadas a distintos cuerpos de aguas someros, de charcas o de playas. Un ambiente similar al hábitat actual de zancudas, patos, gaviotas y otras formas que moran en cuerpos de agua lagunares salobres o marinos.
Las aves identificadas corresponden a Alaripeda, Avipeda, Gruipeda, Ardeipeda, cf. Uhangrichnus, y decenas de otras huellas aún sin identificar. No sería raro encontrar en el futuro huellas de pterodáctilos. El suscripto encontró en algunas oportunidades huellas que podrían corresponder a este interesante grupo de reptiles mesozoicos que también convivieron con los dinosaurios y se extinguieron con ellos en la gran catástrofe cósmica que azotó la Tierra hace 66 millones de años.

 

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