La asesora general de Incapaces, Mirta Lapad, describió las características del abuso sexual infantil que deben tener en cuenta los padres para prevenirlo o detectarlo y aseguró: “Si bien afecta tanto a niños como a niñas, lo cierto es que existe una cuestión de género que atraviesa la problemática, ya que en el 82 por ciento de los casos las víctimas son mujeres”.
inicia sesión o regístrate.
La asesora general de Incapaces, Mirta Lapad, describió las características del abuso sexual infantil que deben tener en cuenta los padres para prevenirlo o detectarlo y aseguró: “Si bien afecta tanto a niños como a niñas, lo cierto es que existe una cuestión de género que atraviesa la problemática, ya que en el 82 por ciento de los casos las víctimas son mujeres”.
Lapad indicó que el Ministerio Público Pupilar es el órgano especializado en la provincia en la defensa y protección de los derechos de los niños y niñas, y asume un rol fundamental como garante de la protección especial que las leyes reconocen a los menores de 18 años.
Con respecto a las características del abuso sexual infantil, se refirió a la falta de consentimiento del niño y a la asimetría, que puede estar dada por la diferencia de edad y la posición de autoridad del abusador, como en el caso de un maestro.
“También hay asimetría de conocimiento: el abusador tiene una experiencia y conocimiento en general y en el ámbito sexual en particular del que la víctima, que es una persona en desarrollo, carece. Además hay asimetría en la gratificación: el abusador solo se gratifica en esa relación respecto de la cual el niño es un instrumento de gratificación”, indicó.
La asesora general de Incapaces destacó que el abuso sexual infantil se concreta a través de “conductas progresivas” que suelen comenzar por adquirir la confianza del niño. Además, dijo que juega un rol fundamental el secreto, que se consigue mediante la amenaza y la generación de culpa en la víctima.
Explicó que, en general, hay distancia entre el hecho y la denuncia. “El develamiento es, en la mayoría de los casos tardío, por lo que la denuncia se realiza a veces varios años después, lo que dificulta luego la prueba en el proceso penal”, señaló.
También advirtió que se debe tener en cuenta que el victimario puede tener una relación de cercanía estrecha con la víctima, un vínculo de confianza, ser referente afectivo e incluso integrar la familia.
“El abuso sexual repercute de una manera muy grave en la vida de los niños. Si miramos la composición judicial de las causas judiciales en las que intervino el Ministerio Público, en un período de muestra de ocho meses, de enero a agosto de 2018 en el distrito judicial del centro, podemos observar que dentro del fuero civil de familia las causas sobre violencia familiar son las que superan ampliamente en número al resto. De 17.110 totales, 4.275 constituyen violencia familiar”, afirmó Mirta Lapad.
Intervención
En el caso de un niño víctima de abuso en el entorno familiar, por ejemplo, cuando los padres adoptan una conducta de complicidad o encubrimiento y no cumplen el rol de cuidado, los asesores de Incapaces, que dependen del Ministerio Público Pupilar, deben asumir la representación del niño para garantizar su protección.
Esta función se debe desarrollar desde una mirada integral. En los casos de abuso sexual infantil no solo actúan en el proceso penal sino que deben garantizar que el niño o niña logre el restablecimiento de todos sus derechos, lo que implica un análisis del contexto en el que fue víctima.
En lo penal, la actuación de estos magistrados se centra en que se respeten los derechos de los niños durante el proceso, preservar su intimidad, que declaren en un ámbito protegido, solicitar medidas tendientes a la recuperación y evitar la revictimización.
Solos ante las violencias en internet
Opinión de Federico Dada (Director de Conectados Argentina)
Cuando pensamos en el impacto de internet en nuestras vidas, destacamos beneficios. Mejoró las formas de comunicación, el acceso a información, hizo posible compartir nuestras ideas literalmente con el mundo entero, o acceder a variados servicios y productos. Aunque también el mundo digital, atravesado por las conductas humanas, se volvió un espacio fértil para que las violencias se propaguen y adquieran nuevas formas. Desde luego, los niños, niñas y adolescentes siguen siendo la población más vulnerable y, por tanto, más propensa a vivir experiencias negativas mientras están conectados.
Un estudio de Unicef nos alertaba hace unos años (no existen datos oficiales actuales) que 8 de cada 10 chicos vivió al menos una situación perturbadora en internet o en redes sociales, como la exposición a imágenes obscenas o pornográficas, ciberbullying y otras violencias, y 7 de cada 10 manifestaron que su familia conoce poco o nada sobre lo que hacen en internet.
En Salta, para conocer las percepciones de las y los adolescentes sobre riesgos en los entornos digitales reunimos hace unas semanas a un centenar y medio de estudiantes, entre 13 y 15 años, en el 2º Foro “Jóvenes y Pantallas”. El encuentro dejó conclusiones que nos interpelan como sociedad y como adultos de referencia.
Los chicos señalaron que perciben en las redes sociales e internet más violencias hacia ellos. Las adolescentes mujeres denunciaron sufrir con más frecuencia situaciones de acoso sexual en línea.
La mayoría afirmó sentirse poco escuchada por padres y docentes acerca de situaciones negativas que vivieron o viven en internet y las redes.
Muchas de esas expresiones de violencia, como el bullying online, el ciberacoso, la suplantación de identidad, la discriminación y la difusión no consentida de imágenes íntimas, se adaptaron a las plataformas y lenguajes digitales. Pero otros peligros no existen en el mundo real, lo que hace fundamental que los adultos estemos muy presentes en la crianza.
Estos datos nos revelan una crisis de un mundo adulto que no está acompañando ni escuchando lo suficiente a sus propios hijos e hijas. Guiarles en su vida digital, con valores vivos y presentes desde la escucha activa, nos ayudará a formar personas respetuosas y empáticas. Está en nosotros convertir los prejuicios y el “problema” de las pantallas, en el camino para repensar la crianza y la educación de los chicos en una convivencia saludable con las tecnologías. Y los gobiernos, tomarlo como la oportunidad para comprender que es primordial crear políticas públicas en ciudadanía digital y ciberseguridad que promuevan las potencialidades de internet y prevengan riesgos, con el foco en la infancia y en la adolescencia.