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Autoridad: ¿lo hago o no lo hago? Por Bernardo Stamateas

Por Bernardo Stamateas
Domingo, 02 de junio de 2019 12:34

Todos los seres humanos tenemos autoridad porque venimos a este mundo a cumplir un destino, una misión. ¿Qué significa tener autoridad?, tal vez preguntes. No se trata de tener el poder de mandar a otros o dar órdenes, como algunos creen, sino más bien de disfrutar de la libertad de tomar decisiones. Entonces:
Quien es capaz de decidir sabiamente tiene autoridad.
¿Acostumbras tomar decisiones? ¿Te cuesta hacerlo? ¿Preferís que otros lo hagan en tu lugar? Pues, debés saber que decidir es sinónimo de tener autoridad. Por ejemplo, si una mamá le dice a su hija mayor a las 9.30 hs.: “Avisale a tu hermanito que salimos de casa a las 10 hs., que esté listo para entonces”, esa hija seguramente le va a ordenar a su hermano menor que se apure. 
Ese menor que le está dando una orden a otro, en realidad, no está ejerciendo autoridad. La que ejerció autoridad es la madre que decidió lo que tenían que hacer sus hijos. La autoridad la tiene quien ocupa el lugar del poder y lo ejerce en beneficio de otros. Uno puede tener la capacidad, o el poder de decidir pero, ordenar no implica ejercer autoridad. 
Todos necesitamos decidir porque, toda vez que lo hacemos, establecemos un rumbo a seguir. Cuando los padres les dicen a sus hijos qué hacer, les están mostrando un camino para que sepan por dónde ir. Y cuando uno sabe por dónde ir, es capaz de ejercer autoridad y decidir adecuadamente. Ver por dónde ir con claridad (muy importante para un menor) nos permite ejercer nuestra autoridad (tomar decisiones) y la vida resulta más sencilla. He aquí la importancia de decidir:
Decidir nos brinda seguridad.
Es por ello que los hijos que se crían en un hogar donde los mayores no tienen el hábito de tomar decisiones crecen con inseguridad y, sobre todo, temor. En cambio, quienes se crían en el seno de una familia cuyos adultos deciden hacia dónde se dirigen crecen como personas seguras de sí mismas y que, en general, confían en la vida. 
Cuando somos menores, nuestros padres deciden por nosotros con respecto a qué comer, cómo vestirnos, qué actividades diarias realizar, etc. Y nosotros sencillamente obedecemos. Los “grandes” ejercen su autoridad sobre los “chicos” para que aprendan a ser libres, a volar, a liberar su potencial (algo que el autoritario no hace).
En los primeros años, los padres les dicen a sus hijos qué hacer. Luego se lo recuerdan y, con el tiempo, ya ellos hacen casi todo solos. Los adultos van tomando menos decisiones a medida que los menores aprenden a y practican tomar sus propias decisiones y ser responsables de sus propias vidas. Así debe ser y esto es lo más adecuado para aprender a ejercer autoridad.
Autoridad es una palabra con mala prensa, ya que se confunde con autoritarismo pero es algo que, una vez incorporado, nos ayuda a asumir responsabilidades y a madurar. Por eso, no tengamos temor de ejercer autoridad y procuremos siempre tomar las mejores decisiones porque dicha actitud nos hace fuertes y nos abre camino allí donde es difícil avanzar. 
 

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Todos los seres humanos tenemos autoridad porque venimos a este mundo a cumplir un destino, una misión. ¿Qué significa tener autoridad?, tal vez preguntes. No se trata de tener el poder de mandar a otros o dar órdenes, como algunos creen, sino más bien de disfrutar de la libertad de tomar decisiones. Entonces:
Quien es capaz de decidir sabiamente tiene autoridad.
¿Acostumbras tomar decisiones? ¿Te cuesta hacerlo? ¿Preferís que otros lo hagan en tu lugar? Pues, debés saber que decidir es sinónimo de tener autoridad. Por ejemplo, si una mamá le dice a su hija mayor a las 9.30 hs.: “Avisale a tu hermanito que salimos de casa a las 10 hs., que esté listo para entonces”, esa hija seguramente le va a ordenar a su hermano menor que se apure. 
Ese menor que le está dando una orden a otro, en realidad, no está ejerciendo autoridad. La que ejerció autoridad es la madre que decidió lo que tenían que hacer sus hijos. La autoridad la tiene quien ocupa el lugar del poder y lo ejerce en beneficio de otros. Uno puede tener la capacidad, o el poder de decidir pero, ordenar no implica ejercer autoridad. 
Todos necesitamos decidir porque, toda vez que lo hacemos, establecemos un rumbo a seguir. Cuando los padres les dicen a sus hijos qué hacer, les están mostrando un camino para que sepan por dónde ir. Y cuando uno sabe por dónde ir, es capaz de ejercer autoridad y decidir adecuadamente. Ver por dónde ir con claridad (muy importante para un menor) nos permite ejercer nuestra autoridad (tomar decisiones) y la vida resulta más sencilla. He aquí la importancia de decidir:
Decidir nos brinda seguridad.
Es por ello que los hijos que se crían en un hogar donde los mayores no tienen el hábito de tomar decisiones crecen con inseguridad y, sobre todo, temor. En cambio, quienes se crían en el seno de una familia cuyos adultos deciden hacia dónde se dirigen crecen como personas seguras de sí mismas y que, en general, confían en la vida. 
Cuando somos menores, nuestros padres deciden por nosotros con respecto a qué comer, cómo vestirnos, qué actividades diarias realizar, etc. Y nosotros sencillamente obedecemos. Los “grandes” ejercen su autoridad sobre los “chicos” para que aprendan a ser libres, a volar, a liberar su potencial (algo que el autoritario no hace).
En los primeros años, los padres les dicen a sus hijos qué hacer. Luego se lo recuerdan y, con el tiempo, ya ellos hacen casi todo solos. Los adultos van tomando menos decisiones a medida que los menores aprenden a y practican tomar sus propias decisiones y ser responsables de sus propias vidas. Así debe ser y esto es lo más adecuado para aprender a ejercer autoridad.
Autoridad es una palabra con mala prensa, ya que se confunde con autoritarismo pero es algo que, una vez incorporado, nos ayuda a asumir responsabilidades y a madurar. Por eso, no tengamos temor de ejercer autoridad y procuremos siempre tomar las mejores decisiones porque dicha actitud nos hace fuertes y nos abre camino allí donde es difícil avanzar. 
 

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