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Lecciones del zorro sobre aves, equinos y temblores

En Salta hay muchos cuentos del zorro. A veces con el tigre, otras con el quirquincho, pero éste es con sus hijitos. 
Domingo, 06 de diciembre de 2020 00:36

Una vez el zorro, uno de los mamíferos más astutos del reino animal, resolvió transferirles a sus hijitos algunas cosas útiles de la vida. Así fue que una mañana los levantó temprano y, en fila india, se los llevó para el lado de la Lagunilla, un lugar cercano a la ciudad de Salta. Llegaron a media mañana y en un descampado el zorro hizo un espacio para conversar con sus hijos, que de inmediato se acomodaron a su alrededor. Sentado en el centro, el zorro inició la charla diciendo que creía que ya era tiempo de que comenzaran a observar y conocer la conducta de otros animales, pues así ellos debían sacar enseñanzas que les sirvieran en sus “zorriles vidas” a futuro.

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Una vez el zorro, uno de los mamíferos más astutos del reino animal, resolvió transferirles a sus hijitos algunas cosas útiles de la vida. Así fue que una mañana los levantó temprano y, en fila india, se los llevó para el lado de la Lagunilla, un lugar cercano a la ciudad de Salta. Llegaron a media mañana y en un descampado el zorro hizo un espacio para conversar con sus hijos, que de inmediato se acomodaron a su alrededor. Sentado en el centro, el zorro inició la charla diciendo que creía que ya era tiempo de que comenzaran a observar y conocer la conducta de otros animales, pues así ellos debían sacar enseñanzas que les sirvieran en sus “zorriles vidas” a futuro.

“Por ejemplo -dijo el zorro-, ustedes ya han tenido la oportunidad de escuchar el canto de los gallos, esas aves tan deseadas por nosotros. Bueno, estas sabrosas y tiernas avecillas tienen, como todos los animales, machos y hembras. Las hembras son las que ponen los huevos y cuando lo hacen cacarean de lo lindo. 

También lo hacen ante el peligro, alertando de ese modo al resto de sus congéneres. Aunque para los zorros con experiencia, como es mi caso -dijo presuntuosamente-, de lejos distingo los dos cacareos, es bueno que ustedes aprendan algo al respecto. En ambos casos de cacareo, un zorro siempre debe acudir rápido al lugar del hecho. Si el bochinche es por un huevo, nos sirve para descubrir nidos y tener todos los días comida fresca y harto sabrosa. Y si se trata de una alarma lanzada por la plumuda, también vale acudir rápido, porque de las situaciones difíciles para otros, siempre se puede sacar provecho. Así es nuestra vida, y esa es la ley, pues nunca se sabe cuándo será nuestra próxima comida”.

Código para cantar

“Pero volviendo a estas aves que tanto nos gustan, el macho, es decir el gallo, también tiene un código para cantar. Lo hace a coro a medianoche y al amanecer, sea la estación que sea. También cantan solos a media mañana y por la tarde. Lo hacen para marcar sus territorios, convocar a sus gallinas o también cuando otro macho se acerca más de lo permitido a su gallinero. El problema para nosotros y otros animales surge cuando todos los gallos de la comarca se largan a cantar uno tras otro y a deshora. Lo que ustedes deben saber es que esos cantos anuncian cambios climáticos, aunque a veces no enseguida, pero siempre sirven para que estemos atentos a las lluvias, los fríos o los cambios bruscos de temperatura. Pero lo peor es cuando gallos y gallinas de toda una comarca se largan a cantar y cacarear, sin motivo aparentemente. Ante esto, siempre hay que estar atentos, porque es posible que estén anunciando cosas raras o terribles. Puede ser un eclipse, y en ese caso no hay peligro. Por el contrario, ese fenómeno nos puede beneficiar, ya que en un solo día podríamos tener dos noches para cazar. Pero también podrían ser temblores y terremotos, fenómenos que no nos deben sorprender en el interior de la cueva, pues podría ser fatal. Por eso siempre debemos poner atención al canto y cacareo de estas aves, sin nunca olvidar que la mejor gallina es la que callamos para siempre”, concluyó el zorro.

Sobre los patos

Luego de un breve recreo, el zorro continuó su perorata para hablar esta vez de las aves nadadoras: “Con respecto a los patos, gallaretas y chumucos, también podemos encontrar en ellos lecciones que nos pueden servir, si sabemos observar. Como se sabe, las aves, a fines del invierno, comienzan a construir sus nidos. Si merodeamos por los alrededores de una laguna, vamos a verlas trabajando en sus nidos. Observar esto nos puede servir para dos cosas: primero, saber dónde encontrar huevos frescos, y segundo, si el año será lluvioso o seco. Es señal de año lluvioso si estas aves nadadoras hacen sus nidos lejos de la orillas de las lagunas, pues nunca dejan que las aguas lleguen hasta sus polluelos. Por el contrario, si hacen sus nidos cerca de la orilla, seguro que será año seco y la laguna nunca llegará hasta sus nidos. Esto para nosotros es muy importante pues también debemos cavar nuestras cuevas y buscar comida diaria cerca de charcas y lagunas”.

Equinos, vacas y toros

“Como ustedes saben -continuó el astuto luego de un recreo-, en el reino animal están los equinos. Son de cuatro patas como nosotros, pero sin dedos y los hombres los usan para cabalgar e ir de un lado para el otro. Se sabe que en otras comarcas lejanas se asocian con los humanos y los perros para organizar grandes matanzas de congéneres nuestros. A ese maldito entretenimiento los hombres llaman la ‘caza del zorro’. Aquí por suerte eso no prosperó porque para cazarnos a nosotros hay que tener ingenio e inteligencia y abundan los oparrones ¿qué, no?”, preguntó el zorro.
De todos modos -prosiguió-, entre los equinos tenemos uno que es muy buen meteorólogo, entre otras virtudes. Se trata del burro, equino que se diferencia de sus parientes por las orejas largas que la madre naturaleza le dio. Como decía, el burro, asno o jumento, es uno de los mejores pronosticadores de lluvias y tormentas. Si ustedes al anochecer ven que un burro de la vecindad se guarece debajo de una enramada, aunque esté estrellado, de seguro lloverá después, por lo que deberán tomar los recaudos del caso.

Pronosticadores

Los caballos, parientes cercanos de los asnos, también son buenos pronosticadores. Si están encerrados y habrá viento o granizo, se ponen nerviosos, patean y a toda costa se quieren escapar del corral. Hay casos de caballos que destrozaron su cubil por el afán de salir del lugar. Y horas después un ventarrón hizo volar el lugar con todo lo plantado. Y las mulas, entenadas de burros y caballos, también son de tener en cuenta. Dicen congéneres nuestros de los Valles que horas antes del terremoto de La Poma, en diciembre de 1930, las mulas estaban nerviosas, corrían entropadas y despavoridas de un lado para el otro, sin parar y sin saber para dónde ir.

También sé por congéneres de Anta que las conductas de las vacas, que no son équidos, sino bóvidos, también deben tenerse en cuanta a la hora de conocer sobre siniestros naturales. Cuentan que en la tarde del 23 de agosto de 1948, horas antes del terremoto que hizo temblar Salta, y cuyo epicentro fue en la estancia El Rey, las vacas del lugar estaban dele mugir y mugir, como si ese día no las hubiesen ordeñado. Los zorros del lugar cuentan que estaba inquietas y que los toros atropellaban los cercos, como asustados, concluyó la lección del zorro.

Almuerzo campestre

Con esta última referencia, el zorro dio por concluido el día de instrucción, pues Mamá zorra ya se había hecho presente con algunos víveres para un almuerzo campestre. De pronto, el zorro se puso de pie, paró sus orejas y salió a toda velocidad hacia un cañadón. De allí volvió con un hermoso pedazo de carne que colgaba de su brilloso hocico. Después hizo un asado para toda la familia y prometió a todos los zorritos que en la próxima salida hablarían de las aves de rapiña y carroñeras. “De águilas, aguiluchos, halcones, gavilanes, caranchos, cuervos y hasta de cóndores, conversaremos”, dijo. Después, toda la familia zorril regresó feliz y en tropel, a la cueva del cerro Bola, el mismo que hoy están demoliendo.

“Chacarera amanecida
Esa que canta el zorrito.
El que roba las gallinas
Y que se queda solito.
Yendo hambriao en los caminos
No le da nadie comida
Anda solo por los montes
Meta pelearle a la vida...”
Juan del Monte, chacarera del zorrito
“Cuchi Leguizamón”
 .

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