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Las dudas en el seno del poder

Domingo, 28 de junio de 2020 00:00

¿Quién manda en la Argentina? Es la pregunta que deben estar haciéndose las cancillerías de todos los países con los que tenemos relaciones diplomáticas, todos sus periodistas y analistas políticos. Se lo preguntan ellos, nos lo preguntan y nos lo preguntamos los argentinos.

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¿Quién manda en la Argentina? Es la pregunta que deben estar haciéndose las cancillerías de todos los países con los que tenemos relaciones diplomáticas, todos sus periodistas y analistas políticos. Se lo preguntan ellos, nos lo preguntan y nos lo preguntamos los argentinos.

La respuesta es que no lo sabemos del todo, por la inconsistencia que anida en el interior del Gobierno. Estamos en el medio de una transición que a su vez es parte de otra transición. La primera es la transición entre el gobierno fracasado de Macri y el gobierno aparente de Fernández. La segunda transición es virtual y con desenlace incierto, entre el poder formal del Jefe del Estado y el poder político de la por ahora silente estratega Fernández de Kirchner.

Mientras tanto, el país que padece la hibernación pandémica, ignora cómo será la política económica de la recuperación, una vez que la peste haya desaparecido. El problema es que el Gobierno también la ignora, como lo demuestra el intento de expropiación de Vicentin. Hace mucho tiempo que la Argentina no es gobernada por estadistas. El presidente profesor, que cuenta con experiencia como gestor, no demuestra pasta de estadista. En lugar de postergar el necesario Consejo Económico y Social, debería convocarlo cuanto antes e integrarlo con los argentinos, mujeres y hombres, más idóneos lúcidos y competentes, que sin duda tenemos. No debería importar su filiación política. La Argentina es plural como plural debería ser su composición, abandonando la recurrente tentación al sectarismo y las grietas. En todo caso, la respuesta a la pregunta sobre quién queríamos que mandara en la Argentina, la dimos los argentinos al votar: unos por Alberto Fernández a secas; otros, que querían en realidad el regreso de la ex presidente; y otros en contra de ambos o a favor de las otras opciones. El manto de la pandemia distrae de lo que en silencio muchos temen y otros aspiran: el escenario de la segunda renuncia de Fernández y la automática asunción de la vicepresidente. Una hipótesis temible.

 

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