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30 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El Mercosur tiene un interés vital para nuestra economía

Domingo, 05 de julio de 2020 01:28
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Más allá de las dificultades que impone la pandemia de COVID-19, la Argentina afronta un futuro próximo muy sombrío. Las dificultades económicas acumuladas entre 2011 y 2019 se multiplican ahora con la cuarentena, que tiene dimensión planetaria. La caída de la actividad económica y los cierres de empresas muestran una recesión que ya es la más grande de la historia argentina. A eso se suma la emisión monetaria excepcional, destinada a conservar cierta capacidad de consumo y paliar en alguna medida los efectos sociales de la cuarentena, pero que ya supera los mayores indicadores de los últimos treinta años.

De nada vale culpar a "la herencia recibida" ni a la circunstancia de tener que enfrontar un virus que llegó del exterior, sumamente contagioso y sin vacuna. El gobierno nacional debe definir objetivos, plazos e instrumentos para conformar un programa económico.

Hace pocos días, el presidente afirmó que su propósito es "vivir sin endeudarnos y con nuestros recursos".

La experiencia indica que la interdependencia de los países no es un capricho, sino que responde a la realidad del mundo.

El endeudamiento es consecuencia del déficit fiscal, que solo puede ser financiado con deuda -interna o externa- o con inflación.

Desde 2011, cuando se impuso el cepo al dólar, hasta hoy, la economía argentina lejos de generar empleo y calidad de vida, duplicó el gasto público en relación con el PBI, hasta un límite insostenible. Los recursos del Estado provienen de los impuestos, y la presión tributaria ya no da para más.

En las dos décadas transcurridas del siglo XXI, el único momento de prosperidad se debió a los precios internacionales extraordinarios de los cereales y las oleaginosas, que por tratarse de commodities son inestables.

El presidente ha ofrecido dos mensajes desalentadores respecto al vínculo con los países vecinos. Su añoranza de los líderes bolivarianos que ya no gobiernan hace pensar que la integración regional y los acuerdos comerciales deberían estar atados a factores ideológicos. Tampoco resulta una buena señal mostrar como el único socio posible al presidente mejicano Andrés López Obrador, quien está evidentemente más interesado en construir lazos con Estados Unidos y con Donald Trump que con Sudamérica.

La soledad no es buena para un país, y el acuerdo regional es estratégico.

La relación con Brasil es complicada, en parte por las torpezas del presidente Jair Bolsonaro y también por diferencias de criterio, pero los vínculos internacionales no pueden subordinarse a razones ideológicas ni personales. Los presidentes de Paraguay, Mario Abdo Benítez, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, por otra parte, merecerían un tratamiento deferente..

El Mercosur es vital para la economía argentina, y Brasil es nuestro socio regional más estable. Los productos de alto valor agregado prevalecen en el comercio bilateral. Se estima que la inversión brasileña en la Argentina se aproxima a US$16.000 millones mientras que las inversiones argentinas en Brasil llegan a US$13.000 millones.

El acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea y los que se negocian con Canadá, Corea, India y otros países pueden generar legítimas discrepancias, pero que se deben resolver dentro de la organización en términos de intereses comunes.

No hay margen para la obstinación. En abril, el Indec registró un superávit comercial de US$1.411 millones, pero eso se debió a que las exportaciones cayeron un 18,9% interanual, pero las importaciones retrocedieron 30,1%.

Eso es un síntoma preocupante. El 60% de nuestras exportaciones es de productos agropecuarios y manufacturas de origen agropecuario. Las manufacturas de origen industrial no llegan al 30% y su destino principal es el comercio intra Mercosur. Puntualmente, una mala política podría llevar al colapso la industria automotriz argentina.

La economía argentina es vulnerable porque acumula décadas de decadencia. No solo es imprescindible un plan económico de largo plazo, que establezca criterios para cualquier negociación: es fundamental contar con una diplomacia sólida, que maneje los conflictos y madure los acuerdos internacionales, que son imprescindibles, especialmente, frente a los momentos difíciles que se vislumbran.

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