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Un momento crítico por la pandemia y la inflación

Domingo, 06 de junio de 2021 02:01

Las desalentadoras noticias del avance de la pandemia en la Argentina exigen, cada vez más, seriedad y transparencia en los gobiernos.

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Las desalentadoras noticias del avance de la pandemia en la Argentina exigen, cada vez más, seriedad y transparencia en los gobiernos.

Luego de 15 meses de pandemia ya se registraron en el país casi cuatro millones de casos y más de 80.000 muertes. Con 1.767 muertos por millón de habitantes, el índice solo es superado en América por Estados Unidos y México. Los dos países que evitaron al comienzo las medidas extremas de cierre de la actividad. Con la llegada de Joseph Biden al gobierno, EEUU aseguró la vacunación de prácticamente toda la población. En la Argentina, en cambio, no hay vacunas suficientes, el enclaustramiento se vuelve impracticable y la actividad económica no despega. El último informe oficial consigna que, al 4 de junio, había 10.733.428 de personas vacunadas contra el COVID-19, de las cuales solo 2.997.093 recibieron la segunda dosis.

Hay algunas señales destacables, como la habilitación de vacunatorios en Salta para que los mayores de 45 años puedan recibir la dosis sin turno y solo con el DNI. Sin embargo, a nivel nacional, no hay indicios de transparencia en la negociación para la compra de vacunas. Las respuestas del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, en el Senado fueron insatisfactorias y solo arrojaron más dudas sobre esas gestiones.

Asimismo, el anuncio de la posible fabricación de vacunas Sputnik en el país, mostró señales contradictorias. Por una parte, para los argentinos es un gran beneficio, más allá de que esa vacuna no cuenta todavía con la aprobación de la OMS. Sin embargo, las expresiones del presidente Alberto Fernández en la teleconferencia con Vladimir Putin manifestaron una impropia adhesión a la campaña geopolítica del presidente ruso que tiene como bandera el producto del prestigioso laboratorio Gamaleya. Por lo pronto, las expectativas manifestadas por Fernández en diciembre acerca de la provisión de vacunas rusas no se cumplieron. Lo enseña la historia: ninguna campaña sanitaria es compatible con una campaña política.

La improvisación, los agravios y la falta de respuestas agregan males a una sociedad que lleva mucho tiempo de confinamiento, sin ver los resultados y sorprendiéndose con las frivolidades de la dirigencia política que contradicen sus retóricas.

Las decisiones acerca de la actividad económica, asimismo, están plagadas de marchas y contramarchas. La declaración de emergencia fue el justificativo de un fuerte incremento del gasto público sostenido con emisión monetaria sin respaldo, es decir, con endeudamiento interno. Ese gasto no fue aplicado suficientemente al fortalecimiento del sistema de salud, lo que se refleja en el recrudecimiento de las muertes entre quienes ingresan a terapia intensiva, en salas que están trabajando al límite y con el agotamiento físico y mental de médicos y asistentes.

Las encuestas revelan que, por estos días, la mayor preocupación de la ciudadanía la genera la economía, y no la pandemia.

La inflación, un fenómeno esperable por el aumento de la emisión monetaria, muestra hasta ahora una tendencia del 60% anual, en tanto que el ritmo de la recuperación económica permite suponer que hasta dentro de dos años no se alcanzaría el nivel de actividad de 2019.

En este contexto, el congelamiento ficticio de los precios, el uso de métodos policíacos de control, los ataques verbales a los empresarios y las medidas imprudentes, como la prohibición de exportaciones de carnes, no hacen más que debilitar aún más a la columna vertebral de la economía, que es la producción. La inflación no es el resultado de la avaricia de un sector sino un déficit macroeconómico que solo puede ser resuelto con políticas constructivas. Sin incremento de la producción de bienes no hay posibilidad de reconstruir el empleo, hoy absolutamente degradado, ni de superar los alarmantes indicadores de pobreza y deterioro de la calidad de vida de los sectores más castigados en esta crisis. Y sin exportaciones no habrá divisas ni inversiones.

Es hora, como nunca, de que la dirigencia se ponga a la altura de una sociedad que ha mostrado enorme capacidad de sacrificio y que merece explicaciones transparentes, objetivos claros y una conducta coherente de sus gobernantes y legisladores.

 

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