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Tiene dos años y ganó el premio Hope por alentar a la selección

La primera infancia de Lolita transcurre entre centros médicos e internaciones. Sin embargo, la niña muestra un ímpetu y carisma que la ayudan a ella y su familia a seguir adelante.
Martes, 29 de noviembre de 2022 01:50

"Lolita", corrige sobre su nombre, la niña que ganó con tan solo dos años y medio el premio Hope por su carisma al alentar a la Selección. Su madre, Bárbara Ledesma, la postuló con un video bailando junto a su hermana Rufina con las camisetas de la selección.

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"Lolita", corrige sobre su nombre, la niña que ganó con tan solo dos años y medio el premio Hope por su carisma al alentar a la Selección. Su madre, Bárbara Ledesma, la postuló con un video bailando junto a su hermana Rufina con las camisetas de la selección.

Este Mundial llegó al año de que a Lolita le diagnosticaran cáncer, cuando está cerca de finalizar sus quimioterapias. "Goool, Messi, Messi", canta con energía Lolita. Lo peor ya pasó. "Cuando me dijeron que eran 14 quimios sentí que eran infinitas, llevábamos 3 o 4, pero ahora queda nada", contó aliviada su mamá. El padre de la niña se llama Pedro Pérez.

El diagnóstico fue a tiempo, a raíz de un episodio cotidiano. Un día la niña se golpeó en casa de su abuela con una bicicleta y las huellas del golpe advirtieron que había algo más. "Se le hizo como un chichoncito y creí que era el golpe de la bici, pero era bien duro, como un hueso. Eso fue un domingo, esperé hasta el martes y no se le deshinchaba. La llevé al pediatra, que pidió una ecografía porque creía que era un quiste sebáceo", narró Bárbara sobre cómo se dio la noticia que le cambiaría la vida a su familia.

El ecógrafo adelantó que esto podía ser algo más que un quiste, y les dijo que solicitaran una resonancia, para la cual tuvieron que esperar. "El chichón ya era como una pelota de tenis, iba creciendo todos los días", señaló Bárbara. Luego de un mes lograron la resonancia y los resultados fueron a una patóloga del hospital Garrahan. De allí vino otra espera, 20 días más para saber qué tipo de cáncer era. Mientras aguardaban recurrieron al cirujano Federico Mangione, quien les aseguró que se trataba de un tumor maligno. "Salí llorando, tuve mucho miedo, no voy a mentir, no había caído en la realidad de lo grave que era esto y dije: vamos a aferrarnos a los resultados de Buenos Aires, depender de eso y seguir adelante", contó la joven de 33 años.

 

El drama

El diagnóstico fue finalmente un sarcoma de Edwin, cáncer de huesos, pero en este caso era de partes blandas, en el músculo. La primera propuesta médica fue hacer quimioterapia y esperar a que se redujera el tumor para posteriormente operar. Pero un día Lolita, que hace tan solo meses atrás había aprendido a caminar, se despertó con pasos dificultosos, el tumor creció tan rápido que comenzó a presionarle la médula ósea. De allí sus padres fueron a ver a "los ángeles", el médico infectólogo Antonio Salgado y a su familia, que los ayudaron conectándolos con otros especialistas, gente que los ayudó sin conocerlos y acompañándolos durante el proceso.

Más allá de estar agradecida, Bárbara sabe que tuvieron las oportunidades que otras familias tal vez no, en una enfermedad en que el tiempo es fundamental.

Operación

Finalmente Lolita fue intervenida. "Era una operación superpeligrosa y riesgosa, porque no caminaba, podía terminar con daños irreversibles en la médula", recordó Bárbara, que aún no sabe de donde sacó "tanta fuerza" y positividad. Ella, que "no era tan positiva" y que tampoco pensaba en ser madre nuevamente con 3 hijos anteriores: uno de 14 años, otras dos de 11 y 4, y Lolita, que trajo enseñanzas para toda la familia. "O nos uníamos o nos hundíamos todos", señaló la joven madre.

La obligada madurez de la familia se nota. Bárbara aprendió sobre medicamentos, a seguir su intuición, a superar sus miedos y hasta a asesorar a otras madres. Sus hijos aprendieron a cuidarse más entre ellos, saber esperar a su madre luego de quimioterapias e internaciones, que llegaron a durar hasta dos meses, sin reprochar ausencias. Mientras transcurría la nota, Zafira, de 11, distraía a su hermana menor. "Se volvió como su segunda madre, yo me puedo ir tranquila a comprar y volver porque ellos ya saben todo sobre su hermana y la cuidan", finalizó agradecida Bárbara.

 

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