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Homenaje a un fundador de la histórica “Mesa Ciudadana” 

El pasado 23 de abril se descubrió el retrato de Ricardo Reimundín en el mítico Bar Los Tribunales. 
Domingo, 08 de mayo de 2022 02:27

A pocos días de cumplirse los tres meses del fallecimiento del reconocido abogado Ricardo Alfredo Reimundín, familiares, amigos y colegas le rindieron un homenaje en el Bar Los Tribunales. Después de instalar su retrato en el muro de fotografías del tradicional café de Mitre y Rivadavia, los doctores Osvaldo Camisar, Emilia Fornari, Santo Jacinto Dávalos y el martillero Ernesto Victorino Solá se refirieron a su personalidad.
El primero que ocupó la cátedra del mítico café fue el doctor Osvaldo Camisar, quien confesó sentirse impactado por la partida de su amigo y colega “porque sus valores como ser humano, su hidalguía, su humilde sabiduría, su vida austera, su empatía por los derechos humanos, su culto a la amistad, su ética universal kantiana y su inclaudicable republicanismo era como un faro iluminador y referente de todos los que tuvimos el honor y la suerte de conocerlo”.
Y más adelante, al referirse a la actividad política de Reimundín, Osvaldo Camisar señaló que “por ese inclaudicable republicanismo, Richard había participado como candidato a vicegobernador por la UCR en las elecciones del 30 de octubre de 1983, cuando salíamos de la larga noche y larga pesadilla de la dictadura militar”.
Luego Camisar memoró haber conocido a Reimundín a poco de graduarse en el año 1965, “y desde entonces - recalcó- cultivamos una fraterna amistad que duró hasta ahora”. Recordó un viaje que hicieron juntos por los canales fueguinos y por la costa del sur argentino y chileno, y también las largas y frecuentes jornadas de trabajo estudiando las nuevas leyes y normas jurídicas de los años 70.
“Richard era un gran lector -contó Camisar-, y no solo de libros de Derecho sino también de literatura en general. Yo siempre visitaba su estudio, que más que estudio era una virtual biblioteca, y aprovechaba para tratar de seguirlo en la lectura de los libros que él compraba y descubría. En reconocimiento de esa afición y con toda justicia, la biblioteca de la Corte de Justicia de Salta lleva su nombre”.
Al referirse a la trayectoria profesional del extinto abogado, dijo que era vastamente conocida. “Fue un juez probo, ampliamente reconocido, amante de la judicatura, truncada esa primaria vocación por la dictadura militar en 1976. Pero supo con mucho esfuerzo y dedicación desplegar sus dotes de jurista y gran pensador, en el ejercicio liberal de su profesión de abogado”, destacó.
En este momento lo recordó sentado como todos los sábados al mediodía, en ese bar, en una de las mesas, a la que denominaron la “mesa ciudadana”. Visitaba el lugar junto con otros amigos, muchos de los cuales se encontraban presentes en el acto. “Se debatían con muchos ánimos y vehemencia todas las problemáticas sociales y políticas, no solo de la provincia sino también del país. A veces eran acalorados debates, pero siempre dentro del marco de una verdadera amistad personal y ciudadana”, aseguró.
“¡Y qué hermosa composición! El nombre de Ricardo Alfredo Reimundín en la biblioteca de la Corte de Justicia de Salta, y su imagen en el mural de este mítico e histórico bar, donde realmente se desplegaba un culto a la amistad, que es como una síntesis o una real representación de la personalidad del amigo que hoy aquí homenajeamos”, concluyó.
Luego fue el turno de Emilia Fornari, quien recordó haberlo acompañado cuando fue el primer presidente del Colegio de Abogados y Procuradores de Salta, luego de haber sido el artífice de la ley de colegiatura obligatoria, una de las primeras del país. Más adelante Fornari describió que entre 1986 y 1990 volvió a presidir la entidad, dada su profunda responsabilidad y compromiso, “enalteciendo la profesión de abogado y sirviendo de ejemplo a futuras generaciones”.

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A pocos días de cumplirse los tres meses del fallecimiento del reconocido abogado Ricardo Alfredo Reimundín, familiares, amigos y colegas le rindieron un homenaje en el Bar Los Tribunales. Después de instalar su retrato en el muro de fotografías del tradicional café de Mitre y Rivadavia, los doctores Osvaldo Camisar, Emilia Fornari, Santo Jacinto Dávalos y el martillero Ernesto Victorino Solá se refirieron a su personalidad.
El primero que ocupó la cátedra del mítico café fue el doctor Osvaldo Camisar, quien confesó sentirse impactado por la partida de su amigo y colega “porque sus valores como ser humano, su hidalguía, su humilde sabiduría, su vida austera, su empatía por los derechos humanos, su culto a la amistad, su ética universal kantiana y su inclaudicable republicanismo era como un faro iluminador y referente de todos los que tuvimos el honor y la suerte de conocerlo”.
Y más adelante, al referirse a la actividad política de Reimundín, Osvaldo Camisar señaló que “por ese inclaudicable republicanismo, Richard había participado como candidato a vicegobernador por la UCR en las elecciones del 30 de octubre de 1983, cuando salíamos de la larga noche y larga pesadilla de la dictadura militar”.
Luego Camisar memoró haber conocido a Reimundín a poco de graduarse en el año 1965, “y desde entonces - recalcó- cultivamos una fraterna amistad que duró hasta ahora”. Recordó un viaje que hicieron juntos por los canales fueguinos y por la costa del sur argentino y chileno, y también las largas y frecuentes jornadas de trabajo estudiando las nuevas leyes y normas jurídicas de los años 70.
“Richard era un gran lector -contó Camisar-, y no solo de libros de Derecho sino también de literatura en general. Yo siempre visitaba su estudio, que más que estudio era una virtual biblioteca, y aprovechaba para tratar de seguirlo en la lectura de los libros que él compraba y descubría. En reconocimiento de esa afición y con toda justicia, la biblioteca de la Corte de Justicia de Salta lleva su nombre”.
Al referirse a la trayectoria profesional del extinto abogado, dijo que era vastamente conocida. “Fue un juez probo, ampliamente reconocido, amante de la judicatura, truncada esa primaria vocación por la dictadura militar en 1976. Pero supo con mucho esfuerzo y dedicación desplegar sus dotes de jurista y gran pensador, en el ejercicio liberal de su profesión de abogado”, destacó.
En este momento lo recordó sentado como todos los sábados al mediodía, en ese bar, en una de las mesas, a la que denominaron la “mesa ciudadana”. Visitaba el lugar junto con otros amigos, muchos de los cuales se encontraban presentes en el acto. “Se debatían con muchos ánimos y vehemencia todas las problemáticas sociales y políticas, no solo de la provincia sino también del país. A veces eran acalorados debates, pero siempre dentro del marco de una verdadera amistad personal y ciudadana”, aseguró.
“¡Y qué hermosa composición! El nombre de Ricardo Alfredo Reimundín en la biblioteca de la Corte de Justicia de Salta, y su imagen en el mural de este mítico e histórico bar, donde realmente se desplegaba un culto a la amistad, que es como una síntesis o una real representación de la personalidad del amigo que hoy aquí homenajeamos”, concluyó.
Luego fue el turno de Emilia Fornari, quien recordó haberlo acompañado cuando fue el primer presidente del Colegio de Abogados y Procuradores de Salta, luego de haber sido el artífice de la ley de colegiatura obligatoria, una de las primeras del país. Más adelante Fornari describió que entre 1986 y 1990 volvió a presidir la entidad, dada su profunda responsabilidad y compromiso, “enalteciendo la profesión de abogado y sirviendo de ejemplo a futuras generaciones”.

Finalmente Fornari desentrañó el origen del retrato de Ricardo Reimundín que se acababa de colgar en el muro del Bar Los Tribunales: “Esa fotografía es de mi autoría, y la saqué cuando celebrábamos uno de sus cumpleaños. Y su risa fue a causa de una cáustica frase que había lanzado el doctor Manuel ‘Veneno’ Pecci, aquí presente”, contó.

Y siguió a Fornari, Ernesto Victorino Solá, quien recordó alternativas de la gira proselitista de Raúl Alfonsín en 1983 por el norte salteño, junto a la fórmula del radicalismo local integrada por los abogados Bernardo Solá y Ricardo Reimundín. 
El homenaje concluyó con una escueta pero sentida descripción de Santo Jacinto Dávalos en nombre de la “Mesa Ciudadana”. “Richard fue un amigo sincero y leal, un demócrata cabal, un juez probo y ejemplar, un jurista de vasta cultura y un intelectual del derecho”, concluyó.

 La Mesa Ciudadana

Quizá nadie pueda decir con exactitud cuándo comenzaron las tertulias sabatinas de la “Mesa Ciudadana” del Bar Los Tribunales, donde se reunían políticos de orígenes distintos. Lo que sí se puede asegurar es que esas reuniones surgieron en forma espontánea en plena dictadura, pese a la veda y a los riesgos de la época. Y como entre los asistentes había radicales, peronistas, democristianos y conservadores, a la “juntada” don Arturo Oñativia la bautizó “Mesa Ciudadana”. Tiempo después, ya por 1983, tres experiodistas de El Tribuno -Nelson Rojas, Alfredo “Bujía” Jerez y Juan Antonio “Fito” Abarzúa- la comenzaron a llamar “Mesa 10” y también “El serpentario”, quizá por las ponzoñosas opiniones que allí escuchaban. Fue luego de que los tres fundaran “Propuesta”, el primer semanario político de Salta. Es que a la mesa del rincón suroeste del café, los sábados por la mañana se sentaba la flor y nata de la intelectualidad política de entonces. Temprano era una mesa y cuatro sillas pero al llegar el mediodía podían ser cuatro o cinco mesas diagonalmente ordenadas por Carlitos, quien advertía a voz de cuello: “La mesa no se arrastra y cada una tiene sus sillas”. Palabra santa. 
Y como dice Camisar, en la “Mesa Ciudadana se debatían con muchos ánimos y vehemencia todas las problemáticas sociales y políticas...”. Y aquí hay que recordar que uno de los temas más debatidos, además del estado de derecho, fue la guerra de las Malvinas.

La historia

Cada contertulio llegaba con su historia política a cuestas y allí, los más destacados por edad y méritos fueron, además de Ricardo Alfredo Reimundín, José Armando Caro, abogado peronista, exdiputado nacional, exsenador nacional y delegado de Perón en Salta; Arturo Oñativia, médico radical, científico, investigador y político que se había destacado como ministro de Salud Pública de la Nación durante la presidencia de Arturo Humberto Illia; don Olivio Ríos, exsecretario general de la CGT y exvicegobernador de Salta; Pedro González, destacado intelectual y dirigente peronista que años más tarde fundaría el mensuario político cultural “Claves”; Miguel Amilcar Mercader, abogado radical bonaerense pero aquerenciado en Salta, exprofesor de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata y exministro de la Corte de la provincia de Buenos Aires, y Francisco “Pancho” Álvarez Leguizamón, exdiputado peronista y escritor. Y junto a ellos, Roberto Frías, Manuel Pecci, Carlos Mariño, Luis García Vidal, Mario D’Jallad, Bernardo Ruiz, Osvaldo Camisar, Froilán Miranda, Emilio Cornejo Costas, Jorge Garnica López, Lisardo Arias, Mario Salvadores, Raúl Román y Héctor Alavila. Y la lista sigue con Raúl Volmaro, Luis Mauri, Carlos Sayus, Fernando Chamorro, Néstor Quintana, Abraham y Rafael Arzelán, Santos Jacinto Dávalos, Carlos Douthat, Aldo Teodosio Guerra, Mario Casalla, García Solano, Roberto Chuchuy y Carlos Chávez Díaz, quien logró imponer en la tertulia un clásico: “El Chaveta”, que era un vaso con vino blanco y soda. También animaban la mesa don Miguel Sastre, Santiago y Hugo Agolio, Carlos Caro, los hermanos Marocco, Ernesto Sily, el ingeniero Renato “Nonogasta” Ávalos, Héctor Hugo Heredia, Papito Mertín y Antonio Valenzuela. Y más tarde Marcelo Carón, Carlos Reynoso y Gustavo Cecilia, entre otros que seguramente olvido. Con el advenimiento de la democracia se sumaron algunos nombres que habían emigrado de Salta. Fue el caso del exministro de la Corte Farjat Sire Salim, Armando Caro Figueroa, Hugo Luis Poma, César Álvarez Adet y Sergio Santillán Cabezas que, radicado en España, siempre vuelve para reunirse en el Bar Los Tribunales con lo que queda de aquella mítica “Mesa Ciudadana”.
En el año 1985 la mesa perdió a dos de sus fundadores: Arturo Oñativia en abril y José Armando Caro, en diciembre. Y así como la “Mesa 10” había nacido en forma espontánea, de la misma forma se va con los años, aunque hay quienes quedamos en pie (un decir) y la verdad es que varios ya estamos en sala de espera, porque en esta viña del Señor nadie queda para semilla. 
 

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