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El país necesita objetivos claros para un nuevo ciclo político

Domingo, 21 de mayo de 2023 01:45

En un clima enrarecido por la crisis económica y el desgaste de las dirigencias políticas, a un mes de la oficialización de listas de candidatos, todo indica que este año surgirán nuevos liderazgos y nuevas perspectivas para el país.

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En un clima enrarecido por la crisis económica y el desgaste de las dirigencias políticas, a un mes de la oficialización de listas de candidatos, todo indica que este año surgirán nuevos liderazgos y nuevas perspectivas para el país.

El presidente Alberto Fernández y sus antecesores, Mauricio Macri y Cristina Kirchner, al declinar sus precandidaturas abrieron el escenario electoral, que en las PASO del 13 de agosto comenzará a delinearse con mayor nitidez.

Al conmemorarse los cuarenta años del retorno de la democracia se está cerrando un ciclo de la vida política del país, para iniciar una nueva etapa con nuevos protagonistas. Es imprescindible que, con el cambio de nombres, se renueve la política y comiencen a definirse objetivos nacionales que superen la actual "grieta" y permitan acordar políticas de Estado para las próximas décadas. Es contradictorio hablar de democracia y pedir el voto a un electorado, supuestamente, el "soberano", sin explicar cuál es el proyecto.

La incertidumbre generalizada impide, a muy pocos meses del cambio de gobierno, tener certeza sobre los candidatos. El surgimiento casi unipersonal de Javier Milei se explica por el histrionismo para encarnar la indignación de mucha gente y prometer, sin entrar en detalles, una suerte de revolución, con la dolarización, la clausura del Banco Central y la imposición de un liberalismo autoritario. Cambios que no constituyen un plan y que muestran una visión intolerante y mesiánica poco propicia para la democracia, pero exitosa para convocar a una parte del electorado.

En la coalición Juntos por el Cambio, los equipos técnicos del PRO preparan un plan de gobierno al que se comprometerían sus candidatos. Horacio Rodríguez Larreta muestra una actitud imperturbable, con un discurso que insinúa políticas monetarias, laborales y productivas antagónicas a las del Frente de Todos; Patricia Bullrich, a su vez, con el perfil aguerrido que cultivó en su vida política, apuesta fuerte al desafiar a sindicatos y organizaciones de desocupados y promete aplicar la autoridad de las fuerzas de seguridad para combatir sin concesiones al crimen organizado.

En la UCR, Gerardo Morales, respaldado en su firmeza en las decisiones críticas y en una exitosa gestión como gobernador de Jujuy, y Facundo Manes en su prestigio como neurólogo, ofrecen nuevas variantes para ubicarse en las antípodas del actual gobierno.

El oficialismo carga con un rotundo fracaso y anota ahora a Eduardo de Pedro, ministro del Interior del Alberto Fernández, quien carga con las ambigüedades del kirchnerismo, que repudia y apoya al mismo tiempo el acuerdo con el FMI. El ministro Sergio Massa, a su vez, ya actúa como candidato desde su cargo, pero la severidad de sus expresiones se contradice con los resultados. Finalmente, Daniel Scioli se autopostula, con la misma indefinición que recorre su historia política.

Es probable que con el paso de los días se vaya despejando el horizonte, pero lo cierto es que nadie explica, con precisión y plazos, cómo y cuándo van a frenar la inflación, mejorar el poder adquisitivo del salario, alentar la inversión productiva, blanquear la economía y fortalecer el empleo.

Si lo hacen en las próximas semanas, entonces será posible creer que el nuevo ciclo se inicia con una genuina renovación de la política. Cualquiera de esos objetivos requerirá saneamiento y reducción del gasto político, eficiencia del Estado en todos sus roles, recuperación del crédito internacional y construcción de seguridad jurídica.

Además de esas urgencias, es imprescindible que los candidatos informen cómo van a afrontar la profunda crisis de la educación pública.

La Argentina es un país en retroceso. El cambio político es indispensable, pero no basta con el cambio de nombres. Es necesaria una refundación de la cultura democrática, centrada en el interés nacional, la tolerancia, el respeto a la división de poderes y la transparencia del Estado.

 

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