Lo que hace unas décadas era apenas una referencia cinematográfica hoy se transformó en una tradición. Halloween dejó de ser “una moda importada” y se instaló en el calendario cultural salteño. Entre disfraces con luces LED, niños que gritan “dulce o truco” y fiestas temáticas, la celebración revela el poder de las nuevas generaciones para reconfigurar las costumbres locales.
Durante muchos años, Halloween fue visto como una curiosidad extranjera, una escena que solo se observaba en las películas estadounidenses. Sin embargo, el paso del tiempo, la globalización cultural y, sobre todo, el entusiasmo de los más chicos, lo convirtieron en una fecha tan esperada como el Día del Niño o el carnaval, y aún más. En las calles de la ciudad de Salta, de las localidades del Valle de Lerma, del sur y el norte provincial, miles de niños disfrazados recorrieron plazas, parques y barrios, mientras los adultos -antes reacios- los acompañaron, entre risas y hasta repartiendo caramelos.
De los institutos de inglés a las plazas
La historia reciente muestra que esta celebración comenzó a colarse de a poco en la vida local. Primero, fueron los institutos de inglés los que introdujeron la temática en sus clases. Luego, los boliches bailables y las fiestas privadas vieron en Halloween una excusa ideal para organizar eventos con disfraces y ambientaciones oscuras. El fenómeno se extendió como una mancha de pintura fluorescente y hoy ya nadie se sorprende al ver a grupos de chicos tocando timbres en busca de dulces.
Para quienes crecieron sin redes sociales ni Netflix, Halloween sigue siendo algo “ajeno”, difícil de digerir. Pero para las generaciones nacidas en el nuevo milenio, es simplemente una fecha más del calendario, como Navidad o Reyes. No hay cuestionamientos sobre su origen ni sobre su sentido religioso: lo que prima es el juego, la creatividad y la participación comunitaria.
En cada esquina, se vieron disfraces caseros, máscaras de personajes de series y películas, calabazas iluminadas y una puesta en escena que combinó en muchos casos imaginación y tecnología: luces LED, efectos sonoros, maquillajes elaborados y hasta proyecciones caseras.
Un negocio que también sonríe
Los comercios salteños se sumaron con entusiasmo. Desde los negocios de golosinas hasta los supermercados, todos ofrecieron productos alusivos, carameleras con forma de calabaza, máscaras de “La purga” o “Chucky”, telarañas sintéticas y guirnaldas naranjas y negras. Muchos locales incluso repartieron dulces a los chicos que pasaban disfrazados, contribuyendo a la atmósfera festiva. Halloween, en ese sentido, también se convirtió en una oportunidad comercial, que mueve ventas, genera empleo temporal y alimenta el consumo creativo.
Una tradición global, reinterpretada
Aunque su origen celta se remonta al festival de Samhain, que celebraba el fin de las cosechas y el inicio del invierno, Halloween atravesó siglos de transformaciones. Con la expansión del cristianismo, se entrelazó con el Día de Todos los Santos, y más tarde -ya en Estados Unidos- se transformó en un fenómeno popular cargado de símbolos, expresados en calabazas, fantasmas, esqueletos y velas.
Hollywood hizo el resto. Las películas, los especiales de televisión y las redes sociales difundieron una estética que los jóvenes argentinos adoptaron sin prejuicios, mezclando lo foráneo con lo propio. En los barrios salteños, no faltan los disfraces de personajes locales o mezclas improvisadas de cultura digital con artesanía barrial.
En el fondo, el auge de Halloween es una señal del cambio cultural que atraviesan las nuevas generaciones. No buscan sustituir lo tradicional, sino sumar nuevas formas de expresión. Celebran lo visual, lo participativo y lo compartido. Y lo hacen sin miedo a combinar una calabaza con una empanada, o un disfraz de vampiro con una zamba en el fondo de casa.
Halloween ya no es “una moda pasajera”. Es parte del nuevo mapa cultural argentino. Y como toda tradición viva, se resignifica año a año, entre risas, dulces y selfies con linternas.
Porque, al final, las costumbres no se imponen, se adoptan cuando hacen disfrutar a la gente. Y a juzgar por las calles repletas este 31 de octubre, Halloween ya se ganó su lugar entre las fiestas más esperadas del año.