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Lejos de ser una herramienta neutral, la lógica algorítmica redefine las formas de pensar, elegir y percibir la realidad, condicionando la libertad bajo la apariencia de elección. Ese es uno de los postulados de la filósofa Digilio, quien remarca un fenómeno central de estos tiempos: la transformación del ser humano y la sociedad generada por la inteligencia artificial. Así, lo humano se redefine como un constructo biológico, técnico y cultural, que está sujeto o tiene al frente un poder más sutil, difuso y eficaz que ejercen las corporaciones tecnológicas. La democracia, el Estado y las categorías modernas quedan interpeladas por un cambio profundo que se percibe cada vez más.
Está finalizando este 2025 y parece que todo se acelera por "las cosas por terminar", tal vez por la época del año o los tiempos que vivimos...
Es el modo en que vivimos. Es un modo de vivir acelerado. Por eso yo en los seminarios planteo algunas cuestiones y si se apuran (a responder), digo "no, no contesten, piensen". Pensar es lento. Los humanos pensamos, esa es nuestra virtud. Pensamos lentamente, no es algo negativo.
No lo es, aunque lo lento tiene un sesgo negativo hoy.
Por supuesto. En realidad pensar hoy es difícil. Es una actividad que ha sido de alguna manera cancelada o mejor dicho, obturada, capturada por el conocimiento, que no es lo mismo que pensar, y por la información, que no es lo mismo que conocer. Entonces creo que ahí hay una suerte de degradación de la actividad humana. El pensamiento justamente no es algo que está situado en lo conocido, sino en lo por conocer. El pensamiento tiene que correr riesgo, tiene que buscar lo inexplorado, tiene que ir hacia lo inseguro. El conocimiento busca más la seguridad y la información no se preocupa por nada. O sea, si hay algo irresponsable es la forma que ha asumido la información.
¿Irresponsable?
No hay una responsabilidad respecto de lo que se informa, que además se disuelve rápidamente. Tiene una entidad muy lábil la información. No se conjuga ni con la verdad ni con la falsedad. Tiene esa entidad lábil de 'todo puede decirse porque todo se desvanece de alguna manera'.
En Mendoza un grupo de padres impulsa retrasar la entrega de celulares y el acceso a las redes hasta los 16 años a sus hijos. ¿Qué opina de eso?
Creo que son intentos valiosos, pero el sistema es mucho más profundo. La estructura de captura del sistema es mucho más profunda que inhabilitar a los chicos el uso de un celular, del cual se van a agenciar de alguna manera.
Salta prohibió el uso del celulares en las escuelas.
Sí, pero yo pienso, ¿cómo podemos hacer de eso una incorporación valiosa que no tenga que ver con la prohibición? Aquello que se prohíbe siempre se vuelve más atractivo. Son actitudes que no voy a evaluarlas ni voy a enjuiciarlas, pero sí me parece que tenemos que pensar más profundamente estas condiciones.
¿Son reacciones al riesgo que ven en las redes, en el algoritmo?
Sí, por supuesto. Pero insisto, no voy a hacer un juicio. Parecen reacciones que buscan ralentizar un proceso que tiene una dinámica vertiginosa y que va a ser difícil detenerla porque las sociedades y las estructuras de estas sociedades están en profunda transformación.
¿El uso de la IA está obturando la capacidad deliberativa del ser humano?
Decididamente sí. Hay una suerte de abdicación del pensamiento que delega en estas nuevas autoridades epistémicas como la IA y sus derivados. Y eso sí es muy preocupante porque la llamada Inteligencia Artificial es un dispositivo tecnológico que no tiene responsabilidad propia, que no distingue entre el bien y el mal, es decir, que no responde a una axiología. Y creo que eso es sumamente preocupante.
Hay algo que adelantó a propósito de esto hace ya mucho tiempo, Ana Arendt. Refiriéndose a la ciencia y la tecnología en la obra 'La condición humana', ella dice que el peligro que acecha a nuestro tiempo es que se produzca la separación entre conocimiento y pensamiento. Conocimiento en el moderno sentido de know-how, de un saber hacer, de un saber técnico al que están ligados los dispositivos tecnológicos, la inteligencia artificial, aunque todavía ella no estaba pensando. Y pensar. Pensar como la capacidad de reflexionar sobre aquello que sabemos y podemos hacer muy bien. Dice, si esa separación se produce, ese es el mayor peligro para la humanidad, porque nos convertiremos en reflexivas criaturas incapaces de pensar sobre aquello que sin embargo sabemos hacer muy bien.
Hay un riesgo en que la velocidad suplante la veracidad. Y en ese contexto, la verdad ¿qué es?
La inteligencia artificial no distingue entre lo que es verdadero y lo que es falso. El cerebro tampoco. Esto es otra cosa. Nosotros creemos que pensamos con el cerebro y, en realidad, pensamos con todo el cuerpo. Este es el punto. Nuestra capacidad incluso de distinguir entre una experiencia u otra está dada por nuestra corporalidad. Nuestros sentidos constituyen parte del pensamiento. Nuestra sensibilidad es parte de nuestra capacidad de pensar. Seguimos sosteniendo una dualidad entre cuerpo y mente propia de las primeras expresiones del racionalismo, que no es así. Y cuanto más cedemos a la experiencia de la pantalla, al artificio de la pantalla, menos disponemos de nuestra capacidad de sentido, de nuestra sensibilidad para experimentar, para conocer y pensar. Esto es un problema serio, muy serio.
¿Estamos en una época en la que se está redefiniendo lo que es humano?
Sí, sí. Estamos en una época en que un gran interrogante es ¿qué es ser humano?, ¿qué es la vida? y ¿cuál es el valor de la vida?
¿Y qué es ser humano?
Yo no tendría la capacidad de definirlo claramente. Lo que sí puedo decir es que hay un proceso; estamos siendo parte de un proceso donde esto que hasta ahora conocemos como el existente humano, como la condición humana, se está transformando en una suerte de constructo biológico, tecno, cultural. Hoy tenemos que pensar también en la técnica como una dimensión del humano, o sea entre lo biológico, la técnica y lo cultural. Porque nuestra relación con la técnica ya no es una relación instrumental de exterioridad.
¿Qué incluye la técnica?
Los dispositivos técnicos con los que operamos todo el tiempo. Desde un auto hasta un celular. El celular, por ejemplo, sería muy claramente un dispositivo de este tipo. Las interacciones que se tienen con la inteligencia artificial, la inteligencia regenerativa y demás, son interacciones que nos constituyen, nos son constitutivas. O sea, los dispositivos técnicos nos conforman, porque nos conforman en nuestro modo de pensar, conforman nuestras estructuras de pensamiento. No podemos pensarlos como herramientas, de una pura exterioridad. Tenemos que pensar que nos constituyen; la lógica del algoritmo que orienta nuestras elecciones ya es constitutiva de nuestras capacidades, de nuestro ejercicio de las elecciones. Esa libertad de elección está fuertemente estructurada por la manera en que estos dispositivos nos orientan, nos condicionan.
Entonces, de vuelta, ¿qué es propiamente humano?
No lo sé. Y no lo sé porque ahí hay un gran interrogante. Nosotros en este momento estamos viendo esas ondas que se hacen en el agua cuando abajo hay un movimiento mucho más potente. Apenas percibimos los esbozos de las posibilidades que se abren porque no tenemos capacidad de predecir lo que puede acontecer. Esto es algo que ha perdido la ciencia, su capacidad de predicción. Y se pierde porque la técnica, las tecnologías, impulsan dinámicas y movimientos y la ciencia queda subsumida a la técnica. Por tanto, la capacidad predictiva es poca. Hace 4 o 5 años ¿podíamos imaginar la manera en que estos dispositivos iban a expandirse, a ser parte de nuestra vida?
Era muy difícil...
Muy difícil. Esto es un serio problema porque eso también implica que nuestros conceptos, las categorías, las nociones que estructuran nuestro pensamiento, heredadas de la modernidad, hoy tienen su capacidad de interpretación de los acontecimientos debilitada justamente frente al carácter inédito de los acontecimientos.
¿Y el poder? ¿En manos de quién está quedando?
Esa es otra cuestión. Suponer que las cuestiones de la tecnología, o incluso que lo que sucede en el mundo virtual no tiene relación con las formas en que se estructura el poder, es engañoso, es falsificador. Es decir, tienen efectos simbólicos y materiales en el mundo real. El mundo virtual interactúa y modula el mundo real. Los dispositivos tecnológicos y las tecnologías están fuertemente enraizadas en la forma en que va a ir asumiendo la biopolítica y la forma en que se organiza el poder.
¿Está de acuerdo con que el Estado retrocede y los gobiernos quedarán en manos de corporaciones tecnológicas?
El Estado retrocede. La concepción del Estado moderno hoy está absolutamente en crisis. Las corporaciones y un poder que no fija territorio, tienen una extraordinaria potencia de modular el orden sociopolítico. Sí, por supuesto. Hay que, incluso, repensar justamente la relación entre el Estado y la sociedad, las funciones y la concepción del Estado en virtud de estas transformaciones y de las capacidades de ejercicio del poder real, de un poder fáctico que está en manos de las corporaciones que modulan la subjetividad a través de la tecnología.
Ve una relación de esta reconfiguración del poder con el viraje político de las democracias hacia la derecha, hacia las autocracias, con personalidades como Nicolá Maduro, Daniel Novoa o Viktor Orbán.
Yo no tomaría esos casos puntuales porque son procesos políticamente delicados y que también están enfrentando condiciones muy difíciles por parte de las potencias mundiales: Estados Unidos, Rusia, China. Pero sí me parece este tiempo que nos toca, muestra una transformación con los modelos de relación entre Estado y sociedad, con las formas de gobierno. Hay desconfianza frente al sistema democrático, no hay una crítica a las formas de ejercicio del poder. Hay una pérdida del sentido y el significado de nociones que habían alcanzado cierto sostenimiento, como la noción de derechos humanos. Hay cambios muy profundos, incluso en las aspiraciones de las sociedades en lo que hace a la forma de gobierno, etc.
¿Esta mirada está también condicionada por la IA, los algoritmos?
Creo que desde Weber, que no hablaba de inteligencia artificial, hizo esta observación: todo sistema produce los sujetos que gobierna, produce los modos de subjetividad que gobierna. Y para eso tiene distintos dispositivos que han sido estudiados por la sociología, por la filosofía, etc. Todo sistema busca modular la conducta de sus gobernados. Las herramientas pueden ser más sutiles o menos sutiles. Los procesos de colonización han sido absolutamente violentos; hoy las formas, que siguen siendo formas de colonización, tienen modos más sutiles, pero sumamente pregnantes. Más sutiles y pregnantes y por lo tanto más difíciles de desmontar. Y esto es todavía más preocupante, porque es más difícil ver allí formas de imperialismo cultural, de opresión, que son las formas que caracterizan a la esclavitud. Es como el analfabetismo, la exclusión social.
¿Estamos en el momento histórico en el que más marcado se da esta sujeción sutil del hombre?
Sí. No hay otro momento en la historia en el que hayamos ofrecido tanto material a las corporaciones como los datos que le ofrecemos gratuitamente. Con eso constituyen una nueva forma del capitalismo, que es el capitalismo informático del dato, con datos que les cedemos alegremente, si quiere y en muchos casos, pensando que estamos haciendo ejercicio de una elección, de la libertad... eso es inédito en la historia de la humanidad.
¿Qué le pasa a la filosofía con esto?
Yo creo que la filosofía, la sociología, las ciencias sociales en general, están en un proceso donde van corriendo detrás de los hechos, de la novedad de los hechos. Hechos que en su novedad tienen mucho de lo viejo, o sea, siempre hay que preguntarse cuánto de lo viejo hay en lo nuevo. Por eso insistía, las formas de dominación pueden ser más sutiles, más pregnantes, más técnicas, pero no dejan de ser formas de dominación. La manera justamente en que se construye hegemonía produciendo homogeneidad.