inicia sesión o regístrate.
En los últimos meses, Francia ya se prepara para una posible guerra con Rusia en unos cinco años. Las advertencias bélicas de Vladimir Putin, el retiro de apoyo resuelto por Donald Trump y las dificultades económicas que afronta, debilitan a la Comunidad Europea y comprometen su supervivencia. Alimentan a su vez el crecimiento en su seno de movimientos anti comunitarios y pro rusos.
Sobre este escenario que se proyecta a todo Occidente, El Tribuno entrevistó a Carlos Pérez Llana, uno de los principales analistas de la política internacional en el país. En su carrera como catedrático dictó clases en las universidades de El Salvador, UCA, Torcuato Di Tella y San Andrés. Fue embajador de Argentina en Francia y escribió, además de numerosos artículos en diarios y en revistas especializadas, publicó un muy consultado libro, "El regreso de la historia (La política internacional durante la posguerra fría)".
¿Cómo se enmarca en el escenario de reacomodamiento y conflictos del nuevo orden mundial la estrategia militar de EEUU y el alejamiento de este país de Europa?
Donald Trump emitió el 5 de diciembre el documento "Estrategia Nacional de Seguridad", que permite empezar a entender lo que al menos una parte de la sociedad americana piensa en cuanto a seguridad nacional y estrategia militar. Por lo pronto, es un documento oficial, del tipo de los que se publican anualmente; uno se denomina "estrategia", que lo define el presidente, y que es seguido por otro donde se bajan las líneas al área de defensa. Allí se delinean la visión oficial del mundo y una perspectiva estratégica de los Estados Unidos. En definitiva, su contenido nos permite entender una perspectiva ya adelantada por decisiones, discursos y declaraciones de Trump. También ofrece contenidos más precisos que ayudan a entender lo que ellos hacen o pueden llegar a hacer.
Y usted, ¿qué sospecha que Trump quiere o puede llegar a hacer?
Es bueno tener en cuenta la experiencia histórica. Los Estados Unidos y Europa formaban parte de una civilización común. Ahora, los americanos afirman que la civilización europea es decadente. Y se refieren a los que ellos llaman "una gran suplantación". En esa perspectiva, entienden que los inmigrantes están "tomando" a Europa y que, así, se pierde la esencia de ese Occidente. Y los Estados Unidos, que se sienten Occidente, se verían obligados a separarse de Europa. En los hechos, ese escrito justificaría por qué no tienen problema en entregar Ucrania.
Y esto, ¿en qué puede terminar? Porque Ucrania es un foco de mucho temor para toda Europa…
Esto puede terminar en el vasallaje de Europa. Los Estados Unidos resolvieron acordar con Rusia y han decidido ponerle un pie encima al proyecto europeo. Es decir, al proyecto común en materia de economía, tecnología y defensa que nació tras la Segunda Guerra Mundial. Pero no es la primera vez que EEUU actúa de esta manera. El nacimiento de Europa como comunidad económica se produjo cuando, en los años '50, el liderazgo estadounidense se les volvió intolerable. En julio de 1956, cuando el presidente egipcio Abdel Nasser nacionalizó el Canal de Suez, Francia y Gran Bretaña intervinieron militarmente. Ellos jamás pensaron que Estados Unidos los iba a acompañar, pero tampoco imaginaron que les iba a decir "no lo hagan", como ocurrió. Tuvieron que retirarse y el costo fue una Europa humillada, que descubrió cuál era en realidad su relación con Estados Unidos. Por eso, al año siguiente, la respuesta estratégica de Europa fue crear la Comunidad Económica.
¿Cuál es el corolario?
El mensaje de los Estados Unidos en este caso es decir a los europeos: "somos aliados, pero en esta alianza mandamos nosotros, y además vamos a privilegiar siempre nuestros intereses y no los de ustedes. Además, les vamos a cobrar por cada cosa que hacemos que nosotros entendemos que los beneficia, por ejemplo, la seguridad". Tomemos un hecho histórico. En el año 395, Teodosio muere y el imperio romano se divide. El de Oriente, con su capital en Bizancio, y el de Occidente, romano. Apelando a la historia, sostengo que estamos en un momento en que Occidente se divide. Pero la idea de Estados Unidos es que esa división no va a durar, porque Europa sola es débil, es frágil, no está unida y, consecuentemente, van a tener que ir a pedir ayuda, pero van a encontrarse con alguien que va a mandar: es decir, no son pares.
Europa y, particularmente, Francia sienten a Rusia como una amenaza bélica, una remembranza colectiva de lo ocurrido en los años '40.
Europa se siente asediada. No solamente sufre los problemas de la seguridad de la defensa vinculados con la guerra entre Rusia y Ucrania; enfrenta la inteligencia de Moscú, que desde hace 15 años trabaja adentro de sus países. Los partidos de las derechas europeas, en general, son pro Rusia; por eso, va a ser importante evaluar los resultados de las elecciones que se vienen en Francia, porque si este país cae en manos de la derecha radicalizada, desaparece totalmente la posibilidad de una Europa con defensa propia. Basta recordar el Brexit, es decir, la separación de Gran Bretaña de la UE; el líder euroescéptico de esa posición fue Nigel Farage, quien triunfó culturalmente. Los ingleses compraron el discurso separatista. Quien se benefició con ese referéndum fue Rusia. Esto es evidente. Y Rusia puede beneficiarse en Francia con la llegada al gobierno de una derecha de tradición no democrática, como es el caso de la familia Le Pen. Pero el fenómeno es generalizado. La ultraderecha es un instrumento de Moscú.
Y ante esa amenaza, Europa está indefensa…
Sí, por la amenaza rusa y por su relación con Estados Unidos. Pero también tiene que ver otro fenómeno. Desde hace 20 o 30 años que Europa está socavada en sus bases, porque la izquierda ha sido suplantada como alternativa de poder y ha aparecido en ese lugar una ultraderecha que es, objetivamente hablando, pro rusa.
Entonces, se presenta un horizonte mucho más amplio del que aparecía hasta ahora, que era una Rusia que aspiraba a restablecer el antiguo imperio, pero sin avanzar sobre todo el continente…
Avanza, con otros medios. La gran pregunta se refiere a qué puede venir después de Ucrania. Si miramos a nuestra historia reciente, en 1939 hay un acuerdo —que el Partido Comunista esconde desde esa fecha—. Es el Pacto Ribbentrop-Mólotov, entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, que incluyó un protocolo secreto para repartirse Europa del Este, especialmente Polonia… y Alemania invadió Polonia una semana después. A su vez, el acuerdo permitió a la URSS anexar territorios en los países bálticos y en Rumania. Stalin y Hitler acuerdan un reparto y hoy ese escenario se puede repetir. A través de la amenaza militar, a través de operaciones económicas, pero además porque en los tres países bálticos existen minorías rusas y el discurso de Putin ha sido claro: donde hay comunidades rusas, al país lo consideramos parte de Rusia. Letonia, Estonia y Lituania tienen entre un 20 y un 30 % de su población de origen ruso.
Pero, además, hay un clima de insatisfacción en los países europeos…
El presente de Europa debe ser analizado desde una perspectiva histórica. Y desde varios puntos de vista. Por ejemplo, la utilización del miedo a las minorías y al inmigrante. El documento del gobierno americano señala que Europa está desapareciendo como civilización y, básicamente, la explicación de esa desaparición es la expansión de los inmigrantes. ¿Por qué la izquierda europea perdió el poder? Porque nunca pudo tener un discurso coherente respecto al inmigrante; en cambio, las derechas europeas sí lo tuvieron: su discurso consiste en no aceptarlos. Pero ya están adentro, e instalados culturalmente. Los musulmanes en Europa parecen estar en su casa. Pero, claro, Trump no defiende a los inmigrantes, sino que señala que Europa se suicidó al recibirlos. Hay un mosaico de nacionalidades y de conflictos que transforma a Europa en un aparato muy débil, por más que económicamente todavía es muy fuerte.
¿Y Trump capitaliza esa conflictividad?
Estados Unidos no disimula la intención de liquidar a la Unión Europea. Esto hay que tenerlo claro y Europa lo sabe. En esa pelea es decisiva la confrontación de la UE con las grandes tecnológicas americanas. Europa trata de preservar su mercado y armar una estructura de tecnológicas propias. Hace unos días, Elon Musk reiteró que la Unión Europea debería ser "desmantelada". Desmantelar a la UE es, justamente, el objetivo americano y, también, el objetivo ruso. En este contexto, la Unión Europea va a tener una vida, históricamente, muy corta.
¿Usted cree que la UE está al borde del abismo?
Yo creo que, como proyecto, está en los límites de la viabilidad. Recomiendo la lectura del "documento de Mario Draghi", ex presidente del Banco Central de la UE y ex primer ministro de Italia. Se trata del Informe sobre el Futuro de la Competitividad Europea, donde identifica la pérdida de competitividad de la UE frente a EEUU y China, proponiendo una nueva estrategia industrial con inversiones masivas en innovación, digitalización, transición energética y seguridad económica, para revitalizar el crecimiento y la industria europea. Pero esto es lo relativo a la economía. El otro problema es que Europa no está sólida desde el punto de vista institucional. Se necesitan mayorías muy amplias para aprobar alguna decisión y, en el escenario actual, es muy difícil lograrlo. El ejemplo típico lo ofrece Hungría; cada vez que Europa decide algo, Viktor Orban se opone, y es como si allí estuviera el mismo Vladimir Putin levantando la mano. Hungría forma parte de la estrategia geopolítica de Moscú.
¿Qué pasa entre Europa y China?
Y con esta conflictividad, yo le diría que si alguien consume champán es Xi Jinping desde Pekín. Todo esto beneficia a China. Claro está, también tenemos que mirar el mapa desde la demografía. El mundo se desplaza en dirección a Oriente, por una cuestión demográfica y de producto bruto. No se trata de juegos de poder. La realidad es insobornable. Los datos de crecimiento económico, exportaciones, manejo de nuevas y altas tecnologías, estabilidad política, demografía… muestran que Occidente está en problemas.
¿China puede generar conflictos bélicos, con Taiwán o con Japón?
Con Japón no había hasta ahora ninguna nube en el horizonte; pero allí surgió una nueva derecha, impulsada básicamente por los jóvenes, que apoya a la primera ministra Sanae Takaichi. Esta ha hecho declaraciones arriesgadas, y pretende enfrentar a Japón con China. Esto es raro porque, por equivocarse estratégicamente, a su país le costó muy caro en el '45…
Pero el nacionalismo japonés es suicida, no gana una y ahora estamos viendo cómo, olvidando la experiencia de aquella guerra, Japón tiene ahora un liderazgo que está en manos de una persona sin experiencia en el poder, que de golpe desafía militarmente a China.
De todos modos, existe un clima enrarecido, con una conflictividad global más o menos próxima. Los reacomodamientos a nivel mundial no lo van a impedir. Desde la perspectiva de la racionalidad, eso no debería ocurrir. Pero sucede que vivimos en un mundo donde prevalecen las pasiones. Y entonces, afrontamos un problema de fondo, porque el Occidente que sentía como la cuna de la razón y que tenía un pensamiento kantiano, con la paz como valor, ese Occidente no existe más, porque sus líderes no creen en esos valores. Basta imaginarse a uno mismo preguntándole a Donald Trump quién es Kant. Él lo va a entender como el verbo "can", que en inglés significa "poder". En este mundo de pasiones, alguien puede hacer un análisis estratégico equivocado… Todo puede ocurrir de hecho en el escenario de conflicto. Según todos los institutos que trabajan en los temas de la paz, el riesgo se ha agravado porque hay una gran inversión en el gasto militar, proliferan armas nuevas… No estamos al borde del precipicio, pero ese escenario no hay que descartarlo porque estamos en un mundo de pasiones. Las derechas crecen. Y no trabajan con las relaciones internacionales, sino que trabajan con la expansión.
El conflicto en Gaza produjo un rebrote del ultranacionalismo antisemita.
Es un conflicto histórico, pero no es ajeno al escenario general. Hay que recordar que, si hubo alguien que trabajó sobre la razón y por la paz, y perdió por culpa de los que trabajaron sobre la pasión, ese fue el primer ministro de Israel, Isaac Rabin, asesinado por un extremista judío en 1995.
Cuando Putin invadió Ucrania, el patriarca ortodoxo Kirill dijo que Ucrania era Occidente y que Occidente es corrupción. Los ayatolás de Irán dicen de Israel exactamente lo mismo…
El patriarca Kirill obra como el poder legítimo del expansionismo ruso. Pero veamos otro aspecto: en la negociación entre Estados Unidos y Rusia por Ucrania no hay diplomáticos americanos. Están Steve Witkoff y Jared Kushner; uno es un desarrollador inmobiliario, socio y amigo de Trump, que tiene un casino al lado de la mansión de Mar-a-Lago, y el otro es el yerno del presidente. Ninguno de los dos habla ruso, los traductores que los asisten son los designados por Putin y, además, hay un dato muy elocuente: los negociadores americanos van y vienen a Moscú, pero ninguno ha pasado por Ucrania para escuchar la voz del país que es el sujeto y el objeto de la negociación en la cual están trabajando. Esto revela que Ucrania no existe en este esquema. Incluso, en uno de los puntos que se tratan, se dispone que la Iglesia Ortodoxa Ucraniana va a pasar a depender de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que es la vieja idea del patriarca Kirill. El Imperio Ruso no se constituye sobre una ideología, sino sobre el nacionalismo, con una gran contribución religiosa. Y como en Ucrania una parte de la población ortodoxa tiene otro patriarca que no reconoce a la jefatura de Moscú, en los 28 puntos de negociación sobre la paz está incluido un capítulo religioso. Racionalmente no parece posible. Pero es el patriarca Kirill, y lo que quiere es absorber a la feligresía ucraniana.
Existe una sensación de que el mundo en que crecimos ya no está y que estamos entrando en una era difícil de prever.
El mundo que describe Kant en La paz perpetua funciona con el imperio de la razón. Después de la Segunda Guerra Mundial, pareció que nos encaminábamos a un mundo en base a reglas, con las Naciones Unidas, con los organismos multilaterales para consolidar la paz, avanzar con la integración económica, con una agenda global. Lo que hoy vemos es que ese mundo ha dejado de existir y estamos en un mundo "ordenado" en base a fuerza tecnológica, económica y, sobre todo, fuerza militar. Un mundo que está centrado en la fuerza, no en la regla, y esa fuerza está, entre otras cosas, apoyada en las pasiones y no en la razón. Con la supremacía del más fuerte, este no es un mundo para los débiles, para los pobres ni para los viejos. Es un mundo para los de 40 años, con mucha plata y mucho poder. Ese mundo no se preocupa por el largo plazo. Como todos piensan lo mismo y con objetivos iguales, pueden entrar en colisión. Este es un aspecto de la realidad. Y, por otro lado, tenemos algo sumamente importante, que es el tema de las redes sociales. En las redes se manifiesta lo que pasa entre los individuos y la sociedad; una ruptura hace que haya una expansión de la mentira y una derrota casi diaria de la verdad. Por eso atacan a la prensa.
¿Cuál es el futuro de la ONU y de los organismos internacionales?
Me parece que está absolutamente comprometido. Son instituciones que responden a aquella matriz de un mundo que ya no existe. Responden al ideal de la posguerra mundial, condicionado por dos hechos históricos: el fenómeno nazi y, por otro lado, una especie de corolario, el temor al poder nuclear. Entonces, frente a la memoria de la locura japonesa y la locura nazi, se buscó contar con organismos que dieran espacio a construir por consenso o por mayorías; a establecer normas para un mundo hijo de la guerra y para hacer lo racionalmente posible para evitar otra guerra. Hoy, las pasiones desplazan a la racionalidad.