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27 de Diciembre,  Salta, Centro, Argentina
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Salta en un mundo líquido

La provincia ante una etapa de crisis de valores a nivel mundial y debilitamiento institucional.
Domingo, 28 de diciembre de 2025 00:00
La provincia de Salta, en un contexto profundo de transformación global.
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Salta pertenece, diría que irremediablemente, al mundo. Aunque no esté del todo claro cuál sea su ubicación y pese a que, a los salteños, no nos esté resultando fácil sacar conclusiones de esta pertenencia. Nos cuesta analizar nuestras desventuras (e incluso nuestros "triunfos pasajeros") a la luz de los acontecimientos mundiales.

Un ejemplo servirá para precisar esta idea sin duda polémica: mientras que por estos días mis amigos mendocinos multiplican contactos y encuentros con los protagonistas del nuevo mapa electoral de Chile, hay muy pocos salteños que se informan o reflexionan acerca de los cambios que están produciéndose en Bolivia de la mano del presidente Rodrigo Paz.

Entre nuestra limitada curiosidad (detectada ya por Concolorcorvo a finales del siglo XVI) y las ensoñaciones que provocan nuestros bellos valles, ríos y montañastendemos a pasar por alto los acontecimientos que en casi todos los ámbitos de la actividad humana están cambiando al mundo.

La irrupción de la motosierra, de la guadaña y la persistencia de los discursos del odio de factura local nos ocultan que el mundo atraviesa un período en donde están en cuestión los valores de la paz y la permanencia de las instituciones y principios que, reconstruidos hace más de ochenta años, nos dieron un largo ciclo de relativa prosperidad y de conflictos armados acotados.

Así ocurre en el selecto ámbito donde se lucha por el poder político, pero también en el mundo de la comunicación de masas. Para colmo, las masas contemporáneas, cediendo al influjo de aquellos discursos, parecen olvidadas de los estragos de las grandes guerras y de su antiguo pacifismo.

Tiempos de pesimismo, bronca y pases de factura

Podría arriesgarme a sugerir que aquel recordado discurso de Raúl Alfonsín centrado en el elogio al Preámbulo de la Constitución Nacional hoy no produciría los efectos ilusionantes y vivificadores que produjo en los años de 1980. Vivimos tiempos de pesimismo, de bronca, de pases de factura, de avituallamiento para inminente enfrentamientos bélicos, comerciales o centrados en la distribución de la riqueza.

Hay ingenieros del caos operando desde el Kremlin, Tik-Tok, Washington y Beijín; incluso desde Buenos Aires, aunque no desde Bruselas. Ingenieros que apelan a herramientas burdas y contundentes, y -cuando así conviene- al bisturí, la Inteligencia Artificial, la desinformación y la licuadora.

Los poderes fácticos mundiales y locales llevan años propiciando licuar antiguas certezas e instituciones rodadas como lo ha explicado el polaco Zygmunt Bauman.

Entre nosotros la nueva modernidad ha licuado a los partidos políticos y a sus idearios, así como a otras formas de representación colectiva y al tradicional binomio izquierda/derecha. Está licuando la democracia republicana y federal, ante la impotencia de individuos y de pequeños grupos de iluminados que razonan -incluso en cenáculos salteños, con las categorías superadas.

Trabajadores, empleadores y sindicatos

En el ámbito de las relaciones de trabajo, la nueva modernidado modernidad líquida (que en algunos países comenzó en la década del noventa) puso en crisis los tradicionales modelos de relaciones laborales que adquirieron su perfil más pulido en la segunda posguerra: el europeo continental y el anglosajón. Como explica Mario Verde conceptos como clase trabajadora (incluida la versión originaria de la solidaridad obrera) y clase patronal no sirven ya para ordenar ideas e instituciones laborales. Tampoco sirven las anticuadas instituciones de educación y capacitación.

Sin embargo, en vez de intentar adecuar el modelo argentino de relaciones laborales a estas novedades estructurales, el anarcocapitalismo acaba de diseñar una reforma que se queda en los flecos y busca el aplauso fácil de sectores empresarios que gozan de los beneficios del proteccionismo, del statu quo laboral y sindical y de la informalidad.

El férreo espíritu antisindical que da cohesión a la reforma Milei ignora que los sindicatos, pese a sus muchas deficiencias, han sido y siguen siendo agentes de la equidad y de la paz laboral. Si bien sus aportes a la equidad y al empleo decente se han atenuado en estos últimos cincuenta años (merced, entre otras causas, a la ultraactividad y al centralismo), pocos pueden dudar de su contribución a la paz social incluso en tiempos de gobiernos no peronistas, como lo revelan los índices de conflictividad seguida de huelga de las últimas décadas.

El comercio exterior

El multilateralismo, otra de las buenas herencias de la posguerra, está siendo, como se sabe, ferozmente atacado por quienes hoy lideran el capitalismo más ortodoxo e incluso salvaje. El ataque a la ONU y la negativa de USA y de la Argentina de adherir al Pacto para el Futuro (septiembre de 2024) y la Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU (2025), ejemplifican este ataque.

Se trata de un conflicto estructural frente al cual la Argentina no acierta a adoptar posiciones acorde con sus intereses que, a mi entender, no están satisfechos ni por el Mercosur ni por el vacilante y no nato acuerdo entre esta asociación y la Unión Europea.

En este terreno, vital para nuestro futuro, el sucursalismo e incluso la negligencia de Salta claman al cielo. Los salteños aparecemos resignados frente al conflicto y a los cambios que van produciéndose. Un panorama que la experiencia Geicos - Ferinoa bien podría aportar ideas al debate que deberíamos estar proponiendo frente al centralismo de nuestras instituciones nacionales del comercio exterior.

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