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26 de Diciembre,  Salta, Centro, Argentina
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Travesía extrema para unir tres cumbres del Acay

Guadalupe Demaría e Iván Cardozo del Club Amigos de la Montaña hicieron cima en Nevado, Cumbre Blanca y Navaja.
Viernes, 26 de diciembre de 2025 00:00
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"Tremenda travesía… hace mucho que no se hace y no se hizo tantas veces. Doble mérito." La frase, repetida entre montañistas que conocen la zona, resume con precisión lo vivido: una travesía de alta montaña poco frecuente, exigente y de alto compromiso físico y mental, uniendo en continuidad tres cumbres del macizo del Acay, en pleno corazón de la Puna salteña.

La idea nació de Guadalupe Demaría, como esos sueños que al principio suenan desmedidos, casi imprudentes, pero que con el tiempo se transforman en objetivo. "Era una idea que venía dando vueltas hacía rato. Sabíamos que no iba a ser fácil, pero también que valía la pena intentarlo", contó a El Tribuno. Con fecha definida, el viernes 19 la cordada partió rumbo a San Antonio de los Cobres.

En la madrugada del sábado 20, cerca de las 5, gracias al apoyo de Modesto, llegaron a la vega del Acay, punto de inicio de la actividad. Desde allí comenzó el ascenso. Mochilas pesadas, ritmo constante y un terreno largo y demoledor marcaron el inicio. La altura se hizo sentir desde temprano. "La puna no perdona errores: te exige leer el cuerpo todo el tiempo", relata Iván Cardozo, integrante del Club Amigos de la Montaña y oriundo de Humahuaca, Jujuy.

El primer tramo fue el más exigente: terreno irregular y desnivel sostenido. En algunos momentos, la cumbre parecía no acercarse nunca. Sin embargo, con progresión continua, sin apuros y con una lectura fina del estado físico, alcanzaron la cumbre del Nevado de Acay (5.750 m) alrededor de las 14:30 del sábado, en condiciones inmejorables: clima estable, sin viento y una visibilidad extraordinaria sobre la inmensidad puneña.

Lejos de terminar allí, la travesía recién comenzaba. Con la tarde avanzando, decidieron continuar hacia el segundo objetivo. Tras el descenso inicial, el ascenso a Cumbre Blanca (5.584 m) se presentó más técnico y con señales de un posible cambio de tiempo. Se evaluó la posibilidad de detenerse, pero la decisión fue seguir. "Había que avanzar con cabeza fría, cuidando cada paso y cada respiración", explica Cardozo. En la cumbre, el abrazo fue breve pero intenso: confirmaba que el proyecto seguía vivo.

El último desafío fue el cerro Navaja (5.451 m). El tramo inicial no presentó grandes dificultades, hasta alcanzar la cresta. Allí apareció el terreno más técnico y expuesto, donde la concentración debía ser total. Hubo análisis, silencio y decisiones compartidas. "En ese punto, o estás convencido o no avanzás. La montaña no admite dudas", resume Iván. La progresión fue segura, firme, sin margen para errores. Superada la cresta, el tramo final los condujo a la cumbre.

Con el sol cayendo, comenzó el descenso por el acarreo hasta aproximadamente los 5.300 metros, donde armaron el vivac. La noche ofreció un cielo completamente despejado y un espectáculo de estrellas difícil de olvidar. El amanecer, silencioso y luminoso, fue uno de esos momentos que justifican cada esfuerzo.

 

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