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Shein bajo la lupa: investigan a la gigante china por vender muñecas sexuales con apariencia infantil

Las autoridades francesas abrieron una causa penal contra la plataforma **Shein** por comercializar **muñecas sexuales con rasgos de menores de edad**. La investigación también involucra a **AliExpress**, **Temu** y **Wish**, y reaviva las críticas internacionales sobre los métodos de control, ética y producción de las empresas de **comercio electrónico asiáticas**.
Miércoles, 05 de noviembre de 2025 09:01
Esándalo en Shein
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La empresa Shein, emblema mundial de la moda rápida, enfrenta una de las acusaciones más graves de su historia. Las autoridades francesas iniciaron una investigación judicial por la venta de muñecas sexuales con aspecto infantil en su plataforma online. La medida se extiende a AliExpress, Temu y Wish, otras tiendas digitales que también habrían permitido la comercialización de estos productos prohibidos en Europa.

Según informó el Ministerio del Interior de Francia, el caso se centra en la difusión y venta de artículos con contenido sexual inapropiado, además de la falta de filtros eficaces que permitan restringir el acceso de menores a material pornográfico. La investigación podría derivar en multas millonarias y sanciones penales si se confirma que las plataformas incumplieron las leyes europeas sobre protección infantil y comercio electrónico.

La respuesta de Shein

Tras la difusión del escándalo, Shein emitió un comunicado en el que asegura haber retirado de inmediato los productos cuestionados. La compañía prohibió de forma permanente la venta de muñecas sexuales o artículos similares y anunció la suspensión completa de su categoría de productos para adultos.

Además, afirmó estar dispuesta a colaborar con las autoridades y, si se le solicita, entregar la lista de los compradores involucrados. No obstante, la reacción de la empresa fue vista por analistas europeos como una maniobra defensiva ante el daño reputacional que ya enfrenta desde hace meses.

Una crisis que trasciende lo moral

Este nuevo episodio vuelve a poner en jaque la imagen de Shein, una compañía que ya se encontraba bajo presión por múltiples denuncias. En la Unión Europea, la firma está siendo investigada por prácticas comerciales engañosas: el uso de falsos descuentos, tácticas psicológicas para inducir compras y etiquetas confusas que manipulan la percepción del consumidor.

La Comisión Europea y la organización de consumidores BEUC denunciaron estos mecanismos como “patrones oscuros”, una estrategia digital que empuja al usuario a consumir más de lo que necesita.

El otro costo: el ambiental y laboral

A las acusaciones éticas se suman las preocupaciones ambientales. El modelo de “moda rápida” que popularizó Shein produce millones de prendas por día, con materiales de baja calidad que terminan en vertederos. Expertos en sostenibilidad advierten que este sistema incrementa la contaminación textil y dificulta el reciclaje.

También persisten las sospechas de que parte del algodón usado por la empresa proviene de la región china de Xinjiang, donde se denunciaron casos de trabajo forzoso en comunidades uigures. Shein lo niega, pero diversas ONG reclaman mayor transparencia en la trazabilidad de sus insumos.

En el ojo financiero

Más allá del escándalo moral y ambiental, Shein atraviesa una etapa de incertidumbre económica. La compañía, que hace tres años fue valorada en 100.000 millones de dólares, perdió terreno frente a competidores como Temu, su rival más agresivo en precios y logística.

Según medios internacionales, la firma estaría evaluando trasladar nuevamente su sede principal de Singapur a China, en un intento por reorganizar sus operaciones y relanzar su salida a bolsa en Hong Kong, tras los fallidos intentos de cotizar en Nueva York y Londres.

Una marca que ya no puede disimular su sombra

Lo que comenzó como un modelo exitoso de moda democratizada se transformó en un símbolo de los excesos del consumo digital. La investigación francesa puede marcar un antes y un después para las plataformas de venta global, que ahora deberán rendir cuentas no solo por lo que producen, sino también por lo que permiten vender.

En un escenario donde la ética digital se vuelve una prioridad, Shein enfrenta su desafío más serio: reconstruir la confianza de un público que ya no solo mira el precio, sino también el origen, el impacto y la moral detrás de cada clic.
 

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