“La Bromatología no es solo control... es compromiso, es cuidado, es salud”, resume con Marcela Guaimás, bromatóloga de la Municipalidad de Rosario de Lerma. Y no lo dice como una frase hecha, sino con la experiencia de quien, junto a su equipo, logró darle otro sentido a esta tarea muchas veces invisible, pero vital.
La bromatología cumple un rol clave en la sociedad, ya que asegura la inocuidad, calidad y valor nutricional de los alimentos, desde su producción hasta el momento en que son consumidos. Es la barrera que evita enfermedades transmitidas por los alimentos (las conocidas ETA), las malas manipulaciones y los riesgos que pueden afectar la salud pública.
“Nuestro fin es cuidar la salud del consumidor”, destaca Guaimás. Y ese objetivo se traduce en acciones concretas. Contó que en menos de dos años, el área dictó 35 cursos de manipulación segura de alimentos, capacitando a cientos de trabajadores y emprendedores locales. Además, implementaron el primer registro municipal de vendedores ambulantes, que ya cuenta con 800 personas identificadas y formalizadas.
Uso de tecnología
A esto se suma que, Rosario de Lerma se convirtió en el único municipio en contar con un Testo 270, un equipo que mide el uso y la calidad del aceite de fritura. También cuentan con herramientas de control como multiparamétricos y pinches de temperatura infrarrojos, que permiten un seguimiento técnico y preciso.
“Se marcó un antes y un después con los vendedores ambulantes –agregó Guaimás-. Hoy aplican prácticas de higiene y manipulación seguras, algo que antes no pasaba”.
Desde el municipio encabezado por el intendente Sergio Ramos aseguran que Bromatología dejó de ser un área técnica para transformarse en una política de Estado, con controles permanentes y decomisos preventivos cuando es necesario.
En palabras de Guaimás: “Nuestro trabajo es silencioso, pero salva vidas todos los días”.