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Desde hace mucho tiempo ya, los salteños escuchamos los comentarios de una persona que pareciera estar convencido de ser la reencarnación del Superagente 86 pero con un toque de ADN de Lilita Carrió.
Lo peor de todo, es que esta persona, además cree que, por conducir Codelco cuenta con un toque divino que transforma en verdad y cierto, cualquier razonamiento que haga, por más absurdo que éste sea.
Antes de asegurar que las multas son recaudatorias, debería saber que por definición, las multas, son "sanciones económicas que se imponen por no cumplir una norma". La multa, es una pena y como tal consiste en un mal, que priva o afecta bienes del infractor y que se aplica como retribución por haber incumplido reglas de conducta impuestas para lograr una convivencia armoniosa, buscando además conseguir que el individuo castigado acepte y cumpla las pautas de comportamiento exigidas por la sociedad.
Lo que se cobra para recaudar, son los impuestos y las Tasas, con la finalidad básica de obtener ingresos para financiar las actividades del Municipio mientras que la finalidad básica de las multas, es la de intimidar y castigar al infractor en relación con un comportamiento equivocado.
Aumentar la seguridad vial de toda la población, es una obligación ineludible del Intendente y por eso es que el Municipio, como se puede ver a simple vista, viene realizando inversiones, en ese rubro, cada vez más importantes.
Personalmente, sería lógico que el Intendente hubiera ordenado que los montos percibidos por multas de tránsito sean destinados a la compra de los elementos que la Ciudad necesita para controlar justamente, a esos vehículos que ponen en riesgo la seguridad de todos los ciudadanos.
Es evidente la diferencia que existe entre el Superagente y el Intendente. Mientras uno vive quejándose de lo que otros hacen, el Intendente, hace, sin quejarse y sinceramente, yo, como muchos salteños, preferimos a éste último.
Juan Antonio Bruno, Ciudad