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En Cerrillos la familia Ceballos es, quizá, tan vieja como el pueblo. Los memoriosos cuentan que don Mariano, uno de los primeros Ceballos que se recuerdan, solía contar, allá por los años ’30, que un antecesor suyo había jurado en Salta la Independencia y firmado el acta correspondiente. Y orgulloso remataba: “Y para que sepan, el juramento lo tomó el general Güemes”.
Por supuesto, pocos creían hasta que un día el cura Angel Peralta, párroco del pueblo, confirmó la versión de Ceballos luego de acceder a los documentos de 1816. Y más aún: el cura descubrió que en el juramento habían asistido dos Ceballos: Pedro Antonio y Blas. Y también que, tal como decía don Mariano, Güemes había presidido aquella ceremonia.
Todos los datos extraídos por Peralta sirvieron para confirmar que los Ceballos pertenecían a una vieja familia patricia de Cerrillos, tan antigua en el lugar como la de los Velarde, los Peralta, los Ruiz, los Tejadas, los Valdiviezo, los Hoyos o los Saravia, entre otras.
Don Mariano
Don Mariano Ceballos nació en Cerrillos en 1853 y murió en el mismo pueblo en 1948, a los 95 años. A lo largo de su vida conoció personajes de leyenda.
Uno de ellos fue Felipe Varela, que llegó a su casa paterna de Cerrillos cuando tenía 14 años. “A Varela le cebé mate con bollos, al igual que a los gauchos que lo acompañaban. Cuando se fue, el catamarqueño me dejó, como pago, un alto de monedas, y entonces mi papá comentó: ‘Con ellas podríamos vivir tres meses’”.
Años después, cuando don Mariano comenzó a trabajar de municipal, ya sabía tocar la guitarra de oído. De su trabajo recordaba: “Tenía que encender y colgar los faroles a kerosén en las esquinas del pueblo”. También fue policía. “La repartición -contaba- me entregó un inmenso sable que comúnmente debía usar dando planazos. Solo podía hincar cuando corría riesgo mi vida.
Por suerte nunca hinqué a nadie; eso sí, una vez en carnaval tres tipos intentaron aguaicarme. En los primeros planazos dos salieron huyendo, pero el más enconoso se resistió hasta que a sablazos lo hice arrodillar...”.
Ya mayor, don Mariano casó con doña Crisanta Paz y del matrimonio nacieron Mariano (h), Rosa Bernarda y Rafaela Borja.
El sargento Ceballos
Mariano Ceballos (h) nació en 1885 y heredó de su padre la vocación por la música. Joven se incorporó a la banda del Ejército Argentino. Allí aprendió música y a tocar el clarín. Sucesivamente prestó servicio en los regimientos 20 de Jujuy, 19 de Tucumán, y en el A 5 y C 5 de Salta, hasta que en 1925 se retiró como sargento.
El militar, aunque en el Ejército siempre había tocado el clarín, en su vida privada hizo de las suyas con guitarra y mandolín.
En el pueblo a menudo participaba de las “veladas” organizadas por Alemán en el mausoleo del cerro.
Un clásico, hasta los años ’40, fue que en Cerrillos, todos los años, para el 25 de mayo y el 9 de julio, el sargento despertaba de madrugada a sus coterráneos con toque de diana. Lo hacía marcialmente desde la puerta de su casa de General Güemes 565 y, según decían, se escuchaba dos kilómetros a la redonda. Lo hizo hasta que los años pudieron más que su férrea voluntad patriótica.
El sargento Ceballos se casó ya mayor, en segunda nupcias, con Irene Gudiño Bazán y del matrimonio nacieron Gladys y Herman, otro músico de alma.
Herman Ceballos Gudiño
Herman nació en Cerrillos el 8 de diciembre de 1933. De su padre y de su abuelo heredó el afán por la música. Aprendió guitarra con Lito Nieva cuando éste vivía en Cerrillos con su madre Hortencia, partera del Hospital Santa Teresita. En 1949, Herman ingresó a Correos de Cerrillos como mensajero pero luego fue telegrafista, radiotelegrafista y teletipista en Metán y Salta.
En los ’50 hizo música actuando con René Farías, Washington Bertolín y “Morgan y sus nice boys”. En 1960, Herman se casó con Clara Rodríguez. El matrimonio tuvo dieciséis (16) hijos. Todos músicos pero solo cinco son ejecutantes de casi todos los géneros.
En la actualidad, padre e hijos integran el conocidos conjunto cerrillano “Los Ceballitos”. Con bandoneón, bombo y guitarra, son fieles intérpretes de la más pura música carpera.
No faltan quienes comparan a los Ceballos con los aires carperos del “Payo” Solá; otros con “El Chañarcito”, de Marcos Tames, del cual Herman fue guitarrista alguna vez.
Como sea, hoy “Los Ceballitos” llevan en su sangre más de 150 años de música nativa.
Por sus venas corren los lejanos sonidos de la guitarra del bisabuelo; las estridencias marciales del clarín del abuelo sargento; y el sollozo profundo del bandoneón del tata Herman que todavía llora por las carpas perdidas.
Los Ceballos son, sin duda, músicos de alma, pura vocación, hechos de madera noble. Como dice la gente, “son de esos que ya no vienen”.