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?No hay Justicia si no aparecen los restos de mi esposo?

Domingo, 11 de marzo de 2012 14:10

Clotilde Suárez de Ragone vive en el mismo lugar en el que se despidió por última vez de su marido minutos antes de que lo secuestraran, la mañana del 11 de marzo de 1976.

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Clotilde Suárez de Ragone vive en el mismo lugar en el que se despidió por última vez de su marido minutos antes de que lo secuestraran, la mañana del 11 de marzo de 1976.

A 36 años de la desaparición del exgobernador, cree que no habrá Justicia mientras no encuentren sus restos. “Quiero, aunque sea, un huesito de mi esposo”, reclamó.

En diálogo con El Tribuno, reveló que nunca dejó de esperar que volviera. También confesó que muchas veces se esperanzó con los rumores de que estaba “en algún pueblo” del interior.

Además, lo describió como un hombre sencillo que paseaba los domingos por el río Arenales aunque estuviera en el poder.

“Nunca quise que hiciera política... presentía algo”, confió, con su sinceridad de 90 años, en el living de la casa que compartió con Miguel Ragone.

¿Cómo recuerda el día del secuestro?

Yo quería irme con él para hacer unas compras pero era muy temprano. Se fue en mi auto, porque el suyo estaba en un service. Se despidió como cualquier día.

Hay muchas cosas que no me contaba para que yo no sufra. Yo no quería saber nada.

¿Qué extraña de él?

Todo. Me quería morir. Mi vida era insoportable. Nos queríamos mucho.

¿Hasta cuándo estuvo esperando que volviera?

Toda la vida. A veces me despierto de noche pensando. Fue una tortura. ¿Por qué tanto daño?

Los domingos, cuando era gobernador, íbamos al río Arenales. Los chicos se le acercaban y le pedían plata. El les daba de su bolsillo.

¿Siente que se hizo justicia?

No. No estoy conforme.

¿Qué hubiera querido?

Me gustaría encontrar su cuerpo. Ya sé que no lo van a encontrar vivo.

Por ahí decían que iba a aparecer. Yo pensé que podía ser así. Decían que estaba en algún pueblo...

Me tuve que ir a Buenos Aires, donde tengo familiares, para curarme de la angustia.

Yo quiero que encuentren los restos. Quiero, aunque sea, un huesito de mi esposo. Nunca hubo ni un rastro.

No encuentro paz. Me dicen que soy depresiva, ¿cómo no voy a ser así? No me gusta ir a ningún lado.

¿Sigue viviendo en la misma casa?

Sí. A esta casa la hicimos entre los dos. Quiero que acá se haga un museo para que lleve el nombre de mi marido. No me gustaría que venga a vivir otra familia.

Usted dice que no quería que su marido hiciera política, ¿cree que podría haber hecho algo para impedirlo?

No. Siempre discutíamos por eso. Yo no quería que haga política pero él me decía: “Voy a tener que ser gobernador nomás. El pueblo me lo pide. No puedo dejarlos”.

Yo presentía algo... Pero no podía hacer nada.

¿Nunca pensó en la posibilidad de volver a casarse?

No. Nunca. El nunca lo hubiera hecho.

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