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El compositor y pianista argentino Lalo Schifrin, autor de numerosas bandas de sonido para televisión y cine, tanto en la Argentina como en Hollywood, como ‘‘Misión imposible’’ ‘‘Mannix’’ y ’’Harry, el sucio’’, cumplirá mañana 80 años.
A lo largo de su prolífica trayectoria, Schifrin fue nominado en 22 oportunidades al Grammy de los que ganó cinco, tuvo seis nominaciones al Oscar y un premio ACE.
Nacido en Buenos Aires, el 21 de junio de 1932 como Claudio Schifrin, comenzó a tocar piano a los 6 años, impulsado por su padre, violinista sinfónico, y fue alumno de Juan Carlos Paz.
Tras cursar en el bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires, e iniciarse en la carrera de Derecho, donde cursó unas pocas materias, impulsado por Paz, ingresó al Conservatorio de París.
En la capital francesa, con Olivier Messiaen como maestro de composición, incursionó profesionalmente en locales nocturnos de jazz, que eran frecuentados por intelectuales como Julio Cortázar.
Al promediar la década del 50, y regresar a Buenos Aires, formó una big band, y conoció al trompetista Dizzy Gillespie, quien llegó al país con Quincy Jones, y así los tres pudieron compartir una sesión con el ascendente Astor Piazzolla.
Gillespie quedó muy entusiasmado con el encuentro que nadie había programado, a tal punto que encargó a Schifrin una composición que el argentino terminó dos años después, titulo ’’Gillespiana’’ y fue su mejor manera de persuadir al estadounidense de nombrarlo su director musical, tarea que cumplió hasta 1962.
De esos años son obras como ‘‘Invocations’’, ‘‘Concerto for Double Bass’’, ‘‘Piano Concerto N 1 and N 2’’, ‘‘Pulsations’’, ’’Tropicos’’, ‘‘La Nouvelle Orleans’’ y ‘‘Resonances’’, entre más de 60 composiciones memorables. Aquella experiencia coincidió con la de ser arreglador, nada menos, que del director español Xavier Cugat, uno de los principales difusores de la música cubana y de raíces afro-latinoamericanas de Ernesto Lecouna en el mundo, que venía de una larga relación con el cine estadounidense.
Recuerda Schifrin que cuando era muy joven le gustaba ir a los cines de la calle Lavalle para ver viejas y no tan buenas películas solo para escuchar sus bandas de sonido.
Si bien el primer contacto con el cine de Schifrin fue en Buenos Aires, cuando en 1957 incluyeron sus temas en ‘‘Venga a bailar el rock’’, de Carlos Stevani, y poco después fue convocado por Fernando Ayala y su socio Héctor Olivera, para la música de ‘‘El jefe’’ (1958), que dirigió el primero y donde surgió el sonido característico del sello Aries, tocado en saxo por Rubén ôGato“ Barbieri.
El jazz latino y el bossa nova hicieron mella en el estilo de Schifrin que por primera vez fue requerido por el cine, una relación que cinco años después comenzaría a crecer en las pantallas -cine y TV- estadounidenses, con temas legendarios.